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CIUDAD DE MÉXICO.- El secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, escribió en su cuenta de Twitter que la fortaleza del peso contra el dólar era “indicativo de que el sector financiero internacional acogió con satisfacción el mensaje de estabilidad y prudencia fiscal del Presupuesto Federal de 2019”.
En parte tiene razón. Pero ha olvidado que otro gran motivo para explicar ese comportamiento consistió en la pérdida de valor generalizada del dólar contra otras divisas del mundo, resultado del debilitamiento de la economía estadunidense.
La reciente tendencia a la baja del dólar, se basa en la expectativa de un menor ritmo de crecimiento de la economía estadunidense durante 2019. El auge económico durante el 2018 fue impulsado por los recortes de impuestos. Sin embargo, es de prever que la economía se vaya enfriando a lo largo de este año.
Hay tres grandes razones para sostener esas expectativas:
Conforme avanza el año, se espera que los efectos de los estímulos impositivos se vayan desvaneciendo
Unas condiciones financieras más restrictivas, resultado del alza de tasas de la Reserva Federal (Fed), podrían inducir a una menor actividad económica
Si se prolongan las caídas de unas bolsas estadunidenses aún demasiado caras, podría contaminar al gasto de consumo a través de llamado “efecto riqueza”
Es verdad que esos son pronósticos basados incorporando la actual información económica. Pero las cosas pueden cambiar. Por ejemplo, la Fed podría decidir una pausa en su ciclo de subida de tasas e incluso revertirlo en caso de que detectara problemas graves en la economía. Ese sentido algo ha insinuado el propio presidente de la Fed, Jerome Powell.
Pero también podrían, las administraciones de Donald Trump y Xi Jinping, poner fin a las actuales hostilidades y llegar a un acuerdo en la disputa comercial que mantienen. Eso podría beneficiar a las dos grandes economías del planeta y servir de revulsivo para el crecimiento de la economía global. O que ante el estancamiento del Brexit y los riesgos de un divorcio duro, podrían recurrir a un segundo referéndum en el que decidan permanecer, lo que podría espolear a la economía del Viejo Continente.
Dos escenarios económicos
Ante esa disparidad de escenarios, para México se abren, asimismo, múltiples escaparates posibles para su economía. Veamos los dos más extremos: el optimista y el pesimista.
Empecemos por el más prometedor para el peso mexicano. Consistiría en uno en el que la guerra comercial entre Estados Unidos y China se disipe; el gigante chino, además, se encargue de inyectar nuevos estímulos económicos en forma de inyecciones monetarias y/o fiscales de modo que las economías emergentes y Europa se revitalice; y el atractivo de los bonos estadunidenses se apague conforme la Fed da por concluida la política de restricción monetaria y comienzan las apuestas a favor de un recorte en la tasa de los fondos federales.
Ante ese escenario, los capitales podrían regresar a los mercados emergentes atraídos por un alargamiento de la actual expansión económica y el reclamo de unos rendimientos más jugosos.
Suena genial, lo sabemos, sin embargo, en el segundo escenario la brecha entre el crecimiento en los Estados Unidos y en el de las economías emergentes y otras partes del mundo se reduce.
En este caso, el ajuste se concentra en la mayor economía del globo ante la esperada desaceleración de la economía estadunidenses, en lugar de recibir mejores noticias en otros rincones del mundo.
La disputa comercial se intensifica; China se ve en dificultades de recurrir a políticas internas de estímulo económico, lo que a su vez hace que otras economías emergentes se tambaleen.
La desaceleración de la Zona Euro y una crisis política derivada del auge de los populismos amenaza con llevar a Europa a una crisis duradera, que puede quebrar a la Unión Europea. Los inversionistas huirían de los activos de riesgo, incluyendo aquellos denominados en pesos mexicanos.
En ese escenario, todos podrían perder salvo aquellos activos que se perciben más seguros: el dólar, los bonos del Tesoro de Estados Unidos y Alemania, el oro, quizás el yen japonés, aquellos activos que se benefician ante señales de pánico.
El elemento clave sobre en qué medida la realidad se ajusta a uno u otro de estos escenarios depende mucho de lo que suceda entre Estados Unidos y China, así como dentro de sus economías: sobre si hay acuerdo comercial o no, sobre si la Fed sigue subiendo tasas, se detiene o incluso baja; sobre si el gobierno chino inyecta nuevas dosis de estímulo a la economía china.
Esos factores serán los que determinarán si el actual ciclo de expansión económica todavía tiene cuerda y se puede prolongar un poco más, o está a punto de quebrar. Eso es vital para México, sobre todo el destino de Estados Unidos, dada la fuerte interrelación entre ambos economistas.
Una recesión de la economía estadunidense provocaría el mismo destino en México, pues es el país al norte del Río Bravo, nuestro principal socio comercial y a donde dirigimos el 80% de nuestras exportaciones.
El segundo elemento se refiere a la policía monetaria: cuando la Fed sube las tasas de interés, se dificulta la capacidad de la economía mexicana captar recursos, ya que la demanda de sus activos disminuye de forma importante.
No es vano decir que si el peso mexicano se vio aliviado durante prácticamente toda la semana pasada, se debió a los comentarios de Jerome Powell, quien enfatizó que la inflación estadunidense se mantuvo estable y que la Fed sería “paciente” y que escuchará “con sensibilidad” a los mercados financieros.
Por ahora, los economistas del gobierno mexicano parecen muy confiados por la recuperación del peso. Creen que están venciendo al gigante cuando simplemente el gigante ya estaba muy cansado.
Dudas
Urzúa parecen obviar que los analistas están aconsejando a los inversionistas que saquen algunos salvavidas comprando yenes, francos suizos y oro, que son los activos que probablemente aumentarán su precio si las cosas se ponen difíciles.
Por tanto, la pregunta sustancial para México y los mercados emergentes es: ¿cuánto más puede aguantar el ciclo de expansión económica global? Sin duda hay signos de positivos, sobre todo resultado de la tregua entre Estados Unidos y China, y de los comentarios de Powell relativos a poner fin al ciclo de subidas de tasas.
Sin embargo, ¿serán capaz de llevar a la economía global a un aterrizaje suave? ¿Veremos una desaceleración apacible y controlada de la economía con una recesión buena, bonita y barata, al estilo de 2001, o se descontrolarán las variables económicas y financieras y nos adentraremos en otra Gran Recesión al estilo de 2007, aunque con menos munición para contrarrestarla?
He ahí la gran cuestión, por eso se debe evitar cualquier consideración que nos lleve a bajar la guardia y actuar con complacencia. Fuente:Dineroeimagen.