NORUEGA.- Este año las investigaciones sobre el cambio
climático y sus repercusiones en las corrientes de hielo no podrán ser
medibles. El responsable: la pandemia por coronavirus.
De acuerdo con un estudio publicado por DW y traducido por
el portal Forbes, todos los años, 150 científicos que investigan el clima del
Ártico viajan a las regiones menos exploradas y se adentran en el glaciar más
grande de Groenlandia. Su tarea es compleja y relevante. El proyecto EastGRIP
apunta a entender cómo las corrientes congeladas debajo del glaciar están
empujando grandes masas de hielo hacia el océano, y cómo eso contribuye al
aumento del nivel del mar.
Pero este 2020 los simulacros se vieron interrumpidos, luego
de que como medida ante la contingencia sanitaria provocada por el
Covid-19, Groenlandia cerrara sus puertas a los extranjeros.
Los aviones de transporte, que normalmente trasladan al
Ártico a los equipos y los reabastecen, también siguen en tierra. Nadie quiere
ser responsable de poner en contacto a comunidades pequeñas y
aisladas con el coronavirus.
Ese es el problema que enfrentan el Dr. Ken Mankoff y el
equipo con el que trabaja en el Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia.
Están examinando el estado de las capas de hielo en Groenlandia y controlando
las nevadas. También tienen equipos de monitoreo en el campo que podrían fallar
si no pueden llegar a repararlos, dejando vacíos en los datos que se han
recopilado durante décadas.
La ciencia ambiental, otra víctima del Covid-19
Los científicos se están perdiendo mucho. Esperaban
completar el agujero de 2 mil 660 metros (8 mil 727 pies) que habían estado
perforando durante los últimos cinco años, y finalmente acceder a las
corrientes de hielo que están buscando. “Realmente esperábamos llegar a la
roca este año, lo cual es súper emocionante, ya que estamos donde el flujo de
la corriente de hielo es realmente importante”, explica Dorthe Dahl-Jensen,
profesora de la asignatura Hielo, clima y tierra en la Universidad de
Copenhague, y presidenta del comité directivo de EastGRIP.
“En el peor de los casos, habrá una brecha de 12 meses”,
dice Mankoff. “Algunos de esos datos se pueden completar con satélites y
sensores remotos, pero otras partes son únicas, y se perderán”.
El Dr. Joran Moen es director del Centro Universitario de
Svalbard (UCIS) en Noruega, la institución educativa superior más septentrional
del mundo. Ese centro se cerró, y se canceló el trabajo de campo, siguiendo
las órdenes del gobierno noruego. Alrededor de 70 estudiantes en Svalbard no
podrán por sí solos completar el trabajo de campo necesario para completar
maestrías o doctorados.
“La transición de marzo a junio es un momento muy importante
para las operaciones y para monitorear el cambio climático en el área”, dice
Moen. “Estamos en una parte del Ártico que experimenta un fenómeno muy
dramático debido a que la temperatura cambia rápidamente. Es un muy buen
lugar para ver cómo la humanidad puede influir en el clima y sus efectos”.
“En cuanto a la falta de datos, toda la comunidad
internacional en Svalbard tendrá ese problema y, por supuesto, eso también
tendrá un gran impacto en nuestra investigación. Para los estudiantes, que les
falte algo como esto en su investigación es un problema”, subraya el experto.