En estas ultimas semanas, la epidemia de COVID-19 en México ha incrementado su velocidad. La pendiente de la curva de contagios se hace cada vez más vertical y, en consecuencia, hay menos disponibilidad de camas de hospital para atender a pacientes infectados con el virus SARS-CoV-2.E
Desde el 28 de febrero, día en que se registró el primer caso de coronavirus en el país, se han acumulado 1,350,079 contagios y 120,311 muertes.
El “escenario catastrófico” que planteó Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, ya se cumplió, pues su estimación era de 60,000 defunciones.
“Lo que se hace en un recurso científico y técnico es tener un intervalo de escenarios plausibles que dependen de condiciones, el famoso si y sólo si, depende las condiciones de lo que ocurra es lo que va a ser una consecuencia”, señaló el funcionario en conferencia de prensa vespertina el pasado 4 de junio.
El subsecretario Hugo López-Gatell previó que un ”escenario catastrófico” de muertes por COVID-19 en México rondaría los 60,000 fallecimientos (Video: SSa)
Cabe señalar que, desde el 31 de marzo pasado, el Consejo de Salubridad General declaró emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor a la epidemia de coronavirus.
A partir de ese momento, se implementaron medidas extraordinarias en todo el territorio nacional, entre las que destaca la suspensión de las actividades no esenciales en los sectores público, privado y social, con el objetivo de mitigar la transmisión del virus que causa el padecimiento.
En principio, las autoridades sanitarias desestimaron el uso de cubrebocas como una medida eficiente para detener la propagación de la enfermedad.
Días antes de que se presentara el primer caso en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que su administración no cometería el mismo error de los gobiernos pasados, los cuales establecieron el uso obligatorio de la mascarilla protectora durante la contingencia sanitaria causada por la influenza H1N1.
“Ahora se los van a explicar. Nada más decirles que no tenemos casos, que afortunadamente no ha habido estos casos. Que estamos actuando con mucha responsabilidad, que no vamos a cometer el error que se cometió en el gobierno… ¿se acuerdan que nos pusieron a todos…? no podíamos hablar y, bueno, eso no”, manifestó en conferencia de prensa matutina.
Más tarde, el uso de cubrebocas fue ampliamente recomendado por expertos a nivel nacional e internacional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reiteró que su uso es efectivo para prevenir el contagio de la COVID-19.
Al ser cuestionado por no portar la mascarilla protectora, López Obrador respondió:
No me pongo el cubrebocas porque no me lo recomienda Hugo. Le pregunté y él ya tiene toda una explicación sobre eso, que ya la ha dado, y pídansela, entonces yo hago caso
Estas controvertidas declaraciones fueron respaldadas por el subsecretario de Salud, quien sostuvo en múltiples ocasiones que no hay evidencia científica suficiente que sustente que el uso de cubrebocas contribuye a la mitigación de la epidemia causada por el virus SARS-CoV-2.
Por el contrario, manifestó López-Gatell, portar mascarilla protectora puede dar a las personas una “falsa” sensación de seguridad, lo que llevaría a relajar las medidas de higiene y distanciamiento social necesarias para frenar el contagio.
La conclusión de los científicos es que la evidencia no es concluyente para sustentar la utilización poblacional del cubrebocas para disminuir el número de contagios de infección por virus respiratorios
“No es que esté mal usar cubrebocas, no hace daño usar cubrebocas. Existe un fenómeno que se llama compensación del riesgo, que consiste en que las personas podrían sentirse protegidas porque tienen la cara cubierta con un cubrebocas y entonces empezar a disminuir su atención de otras medidas de seguridad sanitaria; si eso ocurre, el posible beneficio del cubrebocas podría ser contrarrestado por la reducción de la disciplina, de la intensidad, de la constancia de otras medidas”, indicó el funcionario federal.
El 27 de abril, el hombre que se ha encargado de comunicar a la población todo lo referente a la enfermedad de coronavirus volvió a manifestar su opinión respecto al uso de la mascarilla como herramienta para evitar la transmisión de dicho padecimiento.
Desde el 31 de marzo pasado, el Consejo de Salubridad General declaró emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor a la epidemia de coronavirus (Foto: Reuters / Edgard Garrido)
Luego de casi 9 semanas de confinamiento por coronavirus, el gobierno de México determinó la reapertura gradual y ordenada de la vida social, económica y educativa del país. Para dar paso a esta “nueva normalidad”, se estableció el semáforo epidemiológico de COVID-19.
Los colores rojo, naranja, amarillo y verde, señalan el nivel de riesgo de contagio presente en la entidad, situación que los gobiernos estatales deciden con base en sus indicadores.
Desde la semana epidemiológica número 29 se comenzó a registrar un descenso en los casos de coronavirus confirmados a nivel nacional. Dicho periodo de disminución concluyó 9 semanas después, y a partir de entonces, la transmisión de la enfermedad se ha acelerado.
Ante este rebrote de contagios, el gobierno de la Ciudad de México y del Estado de México, en coordinación con la Secretaría de Salud federal, determinaron semáforo rojo en los municipios y alcaldías que conforman la Zona Metropolitana del Valle de México.
Del 21 de diciembre al 3 de enero deberán permanecer cerradas todas las actividades no esenciales. De tal modo que solo podrán operar los sectores relacionados con la atención de la salud, manufacturas, construcción, telecomunicaciones, producción y venta de alimentos y abarrotes, y venta de alimentos preparados (únicamente servicio para llevar o entrega a domicilio).
Asimismo, están incluidos la producción y venta de medicamentos y material de curación, blancos, servicios de hospedaje, servicios públicos (seguridad, agua, obra pública, tributarios, y los necesarios para la operación), así como cadena de servicios y proveedurías para sectores esenciales.