“La pandemia nos dio la estocada”, dice Juan Daniel Ibáñez Yáñez, quien acompaña a su madre María Martha Yáñez a desmantelar la librería que lleva su apellido y que operó desde 1952 en el centro de Toluca.
“Fuimos la primera librería de Toluca. Mi padre, Juan Ibáñez, la fundó hace siete décadas, cuando él tenía 20 años, en la que en ese entonces era la calle Morelos y hoy es Hidalgo Poniente 402”, comparte Juan Daniel.
Al desmontar libreros, emana un olor a historia, es un aroma especial “entre madera, hojas de papel y a viejo, es la esencia del recuerdo”, afirma el ingeniero en electrónica, quien junto con sus cuatro hermanos, creció entre miles de libros.
La pandemia de COVID-19, que inició en marzo pasado, “nos obligó a resguardar a mi madre María Martha Yáñez , quien ahora tiene 85 años y trabajó casi 68 en la librería”.
El cierre del espacio estaba previsto; sin embargo, el retroceso al semáforo rojo, a mediados de diciembre, los acabó. Ya era insostenible cubrir una renta de 20 mil pesos al mes, aun cuando el arrendador accedió a reducirla a la mitad; el salario de tres empleados, así como los pagos de impuestos, luz y teléfono eran imposibles de cubrir.
Recuerdos. Al bajar las cortinas de la librería, las lágrimas brotan de María Martha, quien desde 1952 llegó a trabajar a este lugar, donde conoció a su esposo. “Siempre he amado los libros, me gusta servir, venderlos. Dediqué mi vida a recomendar obras literarias y escolares, a cumplir las expectativas de los clientes. Aquí encontrabas todos los libros a precios de la Ciudad de México; de Porrúa, más de 782 títulos, de Salgari, otro centenar”, recuerda la mujer, cuyo inventario alcanzó los 12 mil títulos.
“Muchos de ellos los vendimos en remate, hoy tenemos muchos menos. La estrategia fue ofertar antes del semáforo rojo, desde julio”.
La cuarta generación de los Ibáñez, integrada por los nietos de Juan y María Martha, entre ellos Ana Daniela, tratarán de continuar con la venta de libros, ahora en una tienda virtual en línea, para seguir con la tradición que implantó el bisabuelo Jaime Ibáñez Pons, un librero de origen catalán.