Quizá hayas descubierto cómo muchas veces, una experiencia que en el momento parece complicada, conflictiva o totalmente contraria a lo que esperabas se convierte en una gran oportunidad de aprendizaje. Luego, con el paso del tiempo y la perspectiva de los años, descubres que quizá fue lo mejor que pudo pasar, que gracias a lo que ocurrió descubriste en ti fortalezas y facetas que te permitieron seguir creciendo. Salir de la zona de confort muchas veces asusta, crea incertidumbre y se si este empuje no es buscado por uno mismo sino provocado por una situación externa, incluso puede llegar a tambalearnos.
Sin embargo, el ser humano tiene una capacidad infinita de recuperación, de adaptación y de seguir aprendiendo. Una capacidad que, más allá de la supervivencia, nos permite convertir las situaciones difíciles en oportunidades, desde la sabiduría que confiere el crecer desde las fortalezas para convertir los pinchos en flores. A esta capacidad se la conoce como resiliencia y hoy la entrenamos en la meditación guiada.