Hoy, Día del Padre, afloran los sentimientos de cariño y agradecimiento a los papás y éstos generalmente se sienten orgullosos de sus hijos.
Si los vástagos siguen los pasos de éxito del papá, el orgullo es mayor. Y si es en la misma actividad, como en la política, se puede decir que padre e hijo son “de tal palo, tal astilla”.
En el país hay casos muy sonados de hijos que siguen el ejemplo del papá o mamá, como la diputada Mariana Moguel, hija de la titular de la Sedesol, Rosario Robles; Néstor Núñez, hijo del gobernador de Tabasco, Arturo Núñez; Sylvana Beltrones, hija del coordinador de los diputados federales del PRI, Manlio Fabio Beltrones.
En el ámbito local destacan el diputado federal electo Pablo Gamboa Miner, hijo del coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa Patrón; y el también diputado federal electo Felipe Cervera Hernández, hijo del ex gobernador fallecido Víctor Cervera Pacheco. La herencia paterna política no es privativa de un partido. En el PAN, por ejemplo, están Evelio Mis Tun y su hija, Natalia Mis Mex, ambos ex alcaldes de Tinum.
Sin embargo, en esta sucesión política hay más casos, de lo que informamos en otra nota.
El doctor en Comunicación y profesor investigador del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico de la Universidad Autónoma de Puebla, Martín Echeverría Victoria, opina que para las élites que incurren en esta práctica existe un doble beneficio. Por el lado de los hijos, se les desembaraza de una carrera política larga y sinuosa basada en el mérito. Del lado de los padres, se crean grupos de apoyo y lealtad al patriarca: nadie es más leal que los propios hijos y nadie protege los intereses paternos —incluso los oscuros— con más tenacidad que los propios hijos.
El politólogo yucateco afirma que hay dos implicaciones antidemocráticas de esta práctica: que tienen al centro una comprensión perversa de la política por parte de las élites: el aparato público como patrimonio privado, del cual pueden servirse a voluntad.
—La primera atañe a los partidos, ¿cómo es y qué esperar de un partido en donde la militancia —y en ocasiones la dirigencia disidente— tolera la rotación familiar de los puestos, cerrando el acceso a su movilidad? —indica Echeverría Victoria.
—Recordemos que los partidos no representan a familias, sino a intereses colectivos mediados por una militancia. La designación “desde arriba” a parientes de dirigentes traiciona este principio.
Otra pregunta es más general e inquietante, según el académico: ¿Puede un partido con prácticas “monárquicas”, gobernar democráticamente?
—La meritocracia es la vieja creencia liberal de que el talento y el esfuerzo de los individuos están en la base de su prosperidad y del acceso a los puestos de decisión —subraya.
—Que las élites coloquen a parientes en puestos de elección popular y que el pueblo los elija habla mucho de la calidad de la democracia que tenemos y del papel que la meritocracia juega en ella.
—Hay algo extrañamente complaciente en las sociedades cuando deciden ser gobernadas por distintos miembros de una misma familia y cuando ciertas élites políticas colocan a sus familiares en posiciones privilegiadas, sin rubor —continua.
—Pareciera un contrasentido a la política moderna, gestada a partir del derrocamiento de un sistema monárquico que heredaba títulos nobiliarios, estableciendo una barrera de acceso al poder, un principio de desigualdad de cuna.
—En democracia, en cambio, insiste, todos valemos lo mismo y por lo tanto todos podemos aspirar a ser elegidos; pero de acuerdo a la práctica de ciertas élites políticas de favorecer a la parentela en puestos de poder, parece haber ciudadanos más iguales que otros.
Echeverría dice que hay dos situaciones en que el fenómeno de la herencia política se diera de manera natural. La primera de ellas sucede en las poblaciones pequeñas o tradicionalistas: ya sea que la comunidad esté conformada por unas pocas familias relacionadas estrechamente entre sí y especializadas en ciertas funciones, dentro de ellas la política, o bien hay familias de caciques locales que se rotan el poder de manera autoritaria. Este no es el caso, en teoría, de las sociedades modernas, plurales y democráticas, en donde el poder es competido y alternado con dinamismo.
En la segunda situación, agrega, la continuidad de la familia en la política es un efecto natural de socialización por el cual los hijos y familiares de los políticos tienen probabilidades de éxito. Pasa como en las empresas familiares: los hijos y familiares aprenden del ambiente, consejos y acciones de los padres y a la larga se habilitan en el oficio de la política, casi sin querer, obteniendo ventajas importantes.
En teoría, ello facilitaría una carrera ascendente, acelerada en comparación de otros miembros —sin estirpe— de un partido; lo que presenciamos no obstante, más que trayectorias ascendentes, son saltos abruptos del anonimato a la cúspide —apunta el experto.
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En reciente reunión de políticos yucatecos en retiro, en casa del ex líder cenecista Carlos Rubén Calderón Cecilio, el ex gobernador de Yucatán Federico Granja Ricalde reveló el consejo que le dio a su hijo Daniel Granja Peniche cuando el maestro en Derecho Empresarial decidió incursionar en la política partidista con el PRI.
Como dice asertivamente el doctor en Comunicación y Cultura Martín Echeverría Victoria, el joven Granja Peniche no tuvo problemas de heredar con éxito el oficio de su padre porque en su debut en la política fue regidor del Ayuntamiento de Mérida de 2010 a 2012.
Cuando concluyó su período fue diputado federal en sustitución del actual gobernador Rolando Zapata Bello, y cuando venció su gestión legislativa, Zapata Bello lo nombró subsecretario de Desarrollo Social y Asuntos Religiosos. Ahora ganó la dipu-tación estatal de mayoría en el Distrito I.
Granja Ricalde contó en esa reunión de políticos que cuando su hijo Daniel le comunicó que quería incursionar en la política le recalcó que tenía que dignificarla porque “somos políticos de profesión, de carrera, de nacimiento, pero sobre todo por convicción, porque queremos la política y nos gusta”.
“Le dije a mi hijo: ‘¿Te gusta la política? Quiere a la gente para que te quieran, si no para qué te metes’”, recordó el ex gobernador.
“La política es preciosa, pero crece cuando uno sirve a su gente, cuando tienes el instrumento político lo tienes que hacer crecer sirviendo a la gente, si no, la deterioras. El poder crece cuando sirves y el que no aspire a servir a la gente que no participe”, añadió el exgobernador Granja Ricalde.
Otro político de nueva generación que subió como espuma en corto tiempo por la amplia carrera política de su padre es Pablo Gamboa Miner, hijo de Emilio Gamboa Patrón, líder de la Cámara de Senadores del PRI. Sin embargo, algo que distingue la incipiente carrera de Gamboa Miner es que él ya ganó una elección popular: el distrito III federal de mayoría relativa, algo que su padre no ha hecho en toda su carrera política porque sus cargos de diputado y senador han sido por la vía plurinominal.
Otros políticos que heredaron la vocación de sus padres son Carlos y Jorge Sobrino Argáez, hijos del ex líder priista Carlos Sobrino Sierra. El primero es subsecretario de gobierno y el segundo diputado local.
Nerio Torres Arcila, hijo del líder moral de los taxistas Nerio Torres Ortiz, no le fue bien en su incursión en la política porque tuvo criticado desempeño en el Isstey y perdió en la elección a la alcaldía de Mérida. Carlos Carrillo Maldonado, encargado de la Secretaría de Desarrollo Rural, y su hijo, Carlos Carrillo Paredes, delegado del Conafe, son otros casos del legado político que les dejó Carlos Carrillo Vega, líder magisterial fallecido.
El diputado Mauricio Sahuí Rivero es hijo del ex líder magisterial Mauricio Sahuí Triay.
Juan Carlos Rosel Flores, contralor peninsular de la CFE, es hijo del panista Benito Rosel Isaac.— J.Ch.C.
Herencia Más políticos
La herencia política de padres a hijos también se da en partidos de oposición.
Los Castillo y Rosel
Julio Sauma Castillo, director de Desarrollo Social, es hijo del ex diputado panista y ex contador mayor de hacienda Juan Sauma Novelo; el ex líder del PAN Benito Rosel Isaac tiene a sus dos hijos en cargos públicos; y el ex alcalde panista de Tinum Evelio Mis heredó la alcaldía a su hija Natalia.
Otros tigritos
Jorge Carlos Ramírez Marín debutó a su hijo, del mismo nombre, como aspirante a regidor, pero perdió.
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Hace unos días los nombres de los políticos priistas Pablo Gamboa Miner y Felipe Cervera Hernández ocuparon espacios en la prensa nacional porque forman parte del selecto grupo de hijos que heredaron el gusto por la política y cargos públicos de sus padres.
Pero en el caso particular de Yucatán son muchísimos los casos de “de tal palo, tal astilla”, es decir, que los hijos salieron iguales a sus padres en la carrera política.
Para el doctor Martín Echeverría Victoria, politólogo yucateco y profesor Investigador del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico de la Universidad Autónoma de Puebla, la continuidad de la familia en la política es un efecto natural de socialización por el cual los hijos y familiares de los políticos tienen probabilidades de éxito.
Mañana, en la edición dominical impresa de Diario de Yucatán presentaremos a los políticos yucatecos que viven esta bonanza política, aunque no todos son triunfadores. Le invitamos a no perderse este trabajo de Central 9
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