"Mi casa fue como un hospital"

03 agosto 2011
Noticias de Yucatán

(túnel, represión, violencia, testimonio)

Una testigo de la represión no supera aún la indignación
Publicada: 3 agosto 2011
Ivette Roche Ancona al inicio de las manifestaciones en la fuente
Ivette Roche Ancona al inicio de las manifestaciones en la fuente Ver fotos(1)

"Mi casa se convirtió en hospital improvisado, ahí atendimos a cuatro de las personas agredidas en la glorieta", manifestó Ivette Roche Ancona, vecina de ese rumbo de la ciudad y cuyo predio está a unos pasos del lugar de la glorieta de la represión, el 4 de julio pasado.

La señora Roche, quien lleva décadas habitando en esa zona, es una de las personas que se oponen al "paso deprimido". Ella participó en las manifestaciones para pedir al Ayuntamiento dar marcha atrás.

"Estoy indignada, esta obra es injusta, no se justifica todo lo que se invertirá en ese subterráneo, ese gasto contrasta con la miseria de muchas familias que requieren ayuda", expresó.

"No hay que irse lejos para conocer los problemas de la pobreza. Invito a la gobernadora, a la presidenta municipal e incluso al Arzobispo para que se den una vuelta por el mercado San Benito.

"Estamos atravesando por la peor época de Yucatán: mucha gente padece miseria y hambre. Este estado de cosas es como para hacer una revolución".

La señora Roche Ancona relató que el 4 de julio salió de su casa a las siete de la mañana para dar su acostumbrada caminata. Pero la presencia de gente y máquinas en la glorieta y los gritos que provenían del sitio la hicieron dirigirse al lugar.

"A esa hora ya estaban colocadas vallas, había gente sobre uno de los tractores y movimiento por todos lados", indicó.

Yo desaté parte de las vallas para que la gente pasara y me paré frente a uno de los árboles para impedir que lo cortaran.

"En los empujones con las vallas me lastimaron el costado derecho. En todo el tiempo que estuve ahí vi empujones, golpes y la forma salvaje como bajaron a la gente del tractor.

"Mi casa se convirtió en hospital improvisado. Ahí atendimos a la senadora Beatriz Zavala, que entró con el pelo revuelto y la blusa rota; a una persona de nombre Pedro Torre, a una muchacha con un tremendo golpe en un ojo, y a un muchachito con la cara sangrante.

"Yo no sentí miedo. No le temo ni al diablo, y menos a la gobernadora y a la presidenta municipal. Lo que sentí fue indignación, mucha indignación".
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