Noticias de Yucatán
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El licenciado Rubén J. Bolio Pastrana envía la siguiente carta:
Carta abierta a José Enrique Gutiérrez López
¡Qué bueno, mi apreciado José Enrique, que en tu artículo publicado en el Diario el 5 de los corrientes mencionas la conversación que tuvimos el día de la elección del nuevo Consejo de Notarios!; y digo lo anterior porque así me has dado la oportunidad de hacer del conocimiento de la ciudadanía las particularidades de esa plática, para que la gente coloque a cada uno de nosotros en su justa ubicación.
No es verdad que el Rubén Bolio que dices que conocías no sea el mismo en la actualidad, pues sigo siendo igual defensor de la legalidad, como cuando fui presidente del Consejo de Notarios y presentaste tu examen para aspirante, suscitándose la inquietud de que si sería legítimo que redactaras el tema a mano (por no saber escribir a máquina), a lo cual te apoyé argumentando que legalmente sí podías hacerlo; continúo siendo el propio abogado que presidió el Colegio de Abogados de Yucatán, A. C., cargo al que luego renuncié porque una directiva de triste memoria no obedeció los estatutos de la agrupación en un sonado caso que conmovió a la sociedad yucateca, de modo que la circunstancia de que yo defienda un punto de vista estrictamente jurídico, con respecto a los citatorios que el H. Ayuntamiento del Municipio de Mérida envió fuera de tiempo a ciertos ex funcionarios no modifica para nada el comportamiento que como profesionista del Derecho siempre he observado, por lo que tus apreciaciones acerca de mi conducta por patrocinar a quienes tú condenas de antemano son meramente subjetivas, que no hieren mi ética profesional.
Recordarás que el sábado 1 de este mes airadamente me reclamaste el hecho de defender a los ex servidores públicos de la administración municipal inmediata anterior a la presente, manifestándome que todo mi prestigio profesional se acabaría por semejante actitud, puesto que existían unos requerimientos hacia personas corruptas, que no debería yo de representar.
A esto, mi apreciado colega, te respondí que lo único que yo estaba combatiendo era la carencia de legalidad de las notificaciones en cuestión, por haber vencido el plazo para ello, postura mía que no te pareció, pero que al fin y al cabo, si vivimos en un estado de Derecho, debemos respetar, aparte de que tú no tienes ninguna facultad moral y mucho menos de cualquier naturaleza para indicarme a mí lo que debo hacer o no en el ejercicio de la profesión, por lo que reitero tu descortés reclamación hacia mi persona en la fecha señalada.
Igualmente me aceptaste que creías que la ex alcaldesa, arquitecta Angélica Araujo Lara, no había dado la orden de golpear a los que estaban reunidos en la conocida glorieta a la que tanto nombras en tus comentarios y, sin embargo, sigues achacándole la culpa de lo sucedido, lo cual, apreciado amigo, eso sí me parece una grave falta, pues sin la convicción de algo lo aseveras.
Igualmente, te hice ver que no era propio para un notario estar trepado en un trascabo para impedir una obra pública, lo cual es un delito, amén de que también tocamos el tema de que el lugar de tu residencia como fedatario es el puerto de Progreso y no obstante que la ley del notariado obliga a estar siete horas en la oficina de esa ciudad, tú despachas en la capital del estado con una “sucursal” ubicada en la calle 64, entre 47 y 49, violando las disposiciones legales aplicables a la función notarial, y que ningún Consejo por decoro ha hecho valer por consideración hacia ti, siendo tu excusa aseverarme que en la misma situación operan otros compañeros, lo que de ninguna forma convalida la irregularidad que llevas al cabo.
Después de esto, te pregunto: ¿Quién tiene una conducta condenable: yo, por ejercer mi profesión, por hacer valer un punto jurídico al rebatir un acto de la autoridad municipal que está fuera de la ley, que tú afirmas demerita mi imagen; o tú, que no cumples lo estatuido en la normatividad que nos rige?
No emules al Sanedrín Judaico y cuando lances tus pedradas cerciórate antes de la pulcritud de tu actuar y en acatar la ley.