El escudo de Armas de Mérida con 390 años de existencia

19 agosto 2015
Noticias de Yucatán



Parados aún sobre los vestigios de T’ho, la gran ciudad maya que aun en su decadencia los asombró tanto que por obra de encantamiento puso ante sus ojos la nostálgica imagen de la Emérita española, los fundadores buscaron símbolos que le dieran a Mérida una identidad propia y evocaran la nobleza de su nacimiento.
El 14 de junio de 1543, sólo un año después de la fundación, el Cabildo Municipal pidió a la Corona Española que le concediera a Mérida un título y un escudo de armas. Incluso envió un diseño heráldico a manera de sugerencia.
“Probablemente la petición llegó en mal momento o el diseño no era adecuado, pero las peticiones no fueron atendidas”, comenta el historiador Juan Francisco Peón Ancona, integrante del Consejo de Cronistas y experto heraldista.
Concesión real
La espera duró 62 años. El 30 de abril de 1605, el rey Felipe III concedió por fin el anhelado título de “Muy Noble y muy Leal Ciudad de Mérida” para honrar el nacimiento de su primer hijo varón, el futuro rey Felipe IV.
Más de una década después, el 18 de agosto de 1618, poco antes de contraer las fiebres que le arrancarían la vida, el mismo soberano firmó el Real Privilegio que otorgaba a Mérida su escudo de Armas: “He tenido por bien y por la presente hago merced a dicha Ciudad de Mérida, de la dicha Provincia de Yucatán, de que de aquí en adelante haya y tenga por sus armas conocidas un escudo con un león rampante en campo verde y un castillo torreado en campo azul”.
Casi cuatro siglos
Esto es, el escudo de armas de Mérida, el símbolo identificador de la ciudad más popular y conocido, cumplió ayer 390 años.
Mérida, comenta Peón Ancona, era una ciudad blasonada. Además del escudo de la ciudad que adornaba los edificios públicos, muchas familias mandaban labrar en los muros o fachadas de sus residencias los blasones de sus antepasados. Sin embargo, muy pocos escudos sobreviven hoy.
Uno de ellos es el que adorna el Palacio Municipal. Esculpido en piedra, reluce empotrado en la pared frontal de la gran escalinata que conduce a la planta alta del edificio. Este escudo estuvo incrustado en una pared de la Ciudadela de San Benito durante buena parte del siglo XVII, el XVIII y gran parte del XIX. Lo rescató el obispo Crescencio Carrillo y lo llevó a su museo particular. En los años setentas del siglo XX estuvo en la fachada del Portal de Granos, de donde fue trasladado al lugar que hoy ocupa.
Otro valioso superviviente es el gran escudo labrado en lo alto del pórtico de piedra del llamado Matadero Viejo o Rastro colonial, que fue demolido en 1941. “El pórtico fue llevado en 1942 al Parque del Centenario en cuyo costado Sur fue armado nuevamente. Una inscripción revela su edad: Año del Señor, de 1720, cuando en España reinaba S.M. el Rey Don Felipe V y gobernaba la Península de Yucatán el Capitán Gral. Don Juan Joseph Vertiz y Ontañón”.
Popularidad
¿Qué hace tan especial al escudo de Mérida? “Uno, que la Corona Española, contra lo que se piensa, no fue pródiga en el otorgamiento de blasones a ciudades de América”, responde el historiador. “Dos, que los meridanos —pueblo y gobierno— lo hemos convertido en algo muy nuestro. No es fácil hallar otra ciudad de la provincia mexicana cuyo blasón de armas goce de tanta popularidad y preferencia”.
Simbología
Grandeza y poderío
En la simbología heráldica, el castillo denota grandeza, poderío y tenaz resistencia ante el enemigo, y el león, rey del mundo animal, valor, fuerza y majestad, así como noble espíritu guerrero. Se considera que tales virtudes se pusieron de manifiesto en ambos bandos -indígenas y españoles- durante las épicas jornadas de la conquista de Yucatán.
Esperanza y libertad
A los colores y metales heráldicos se les atribuyen diferentes simbolismos. El oro, rey de los metales, habla por sí mismo, proclamando realeza, brillantez, etc. El azul es lealtad, justicia, hermosura y serenidad, en tanto que el verde, color de la esperanza, encarna también la libertad y la intrepidez.
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