En promedio, cada ocho horas nacen en Yucatán seis bebés de madres cuyas edades van de los 10 a 19 años; la mayoría de esas adolescentes, que después del nacimiento de sus hijos se juntan con su pareja, inicia una unión destinada al fracaso...
Con una experiencia de más de 20 años, Gabriela Bastarrachea Sosa, responsable de la Clínica de Atención a la Adolescencia y a la Violencia Familiar del Hospital “Doctor Agustín O’Horán”, estimó que este fenómeno en Yucatán tiene un aumento del tres por ciento anual.
Las uniones juveniles forzadas por los embarazos no planeados han “prendido las luces” de alerta en el Sector Salud. No en vano el Instituto Mexicano del Seguro Social colocó mantas gigantes en cada una de sus clínicas en Yucatán con la frase: “Una de cada dos jóvenes que inicia su vida sexual antes de los 15 años se embaraza”.
Gabriela Bastarrachea explicó que ese fenómeno tiene distintas perspectivas, dependiendo de si es en el medio urbano o el rural, donde la transición es directa de niñas a adultas, aunado a los factores de pobreza y falta de aspiraciones al interrumpir sus estudios.
Agregó que, en muchos casos, el embarazo entre los 10 y 18 años es llamado por los que estudian el fenómeno como ciclo de la pobreza o prolongación de la pobreza femenina, ya que parece que sólo se embarazó la chica y su pareja no se hace responsable de su paternidad, pues en la mayoría de casos son también menores.
Los varones siguen pidiendo 'la prueba de amor' y creyendo en los mitos del no embarazo la primera vez
Según reveló la especialista, el oficio más frecuente de esos padres adolescentes es ayudante de albañil o cajeros en supermercados, con lo que la pareja afronta situaciones difíciles debido a su nueva posición y obligaciones; lo anterior genera que las familias sean frágiles en su constitución como resultado de la unión de dos personas inmaduras que se verán confinadas al fracaso.
Agregó que todas las consecuencias que viven los adolescentes con los embarazos prematuros sobrevienen de una educación sexual muy sesgada, que no se aborda desde nivel preescolar.
Tampoco se permite en muchas escuelas que se hable de anticonceptivos porque creen que fomenta la actividad sexual de los menores; además, se siguen poniendo apodos a los órganos sexuales.
Aunado a esto, los varones siguen pidiendo “la prueba de amor” y creyendo en los mitos del no embarazo la primera vez.
Bastarrachea Sosa apuntó que es el momento de brindarles oportunidades a los adolescentes, pese a que la prevención adolescente no está en la agenda del Sector Salud por falta de presupuesto, ni existe un protocolo de acción.
Como miembro de la Academia de Pediatría, aseguró que esa agrupación está empeñada en plantear al Sector Salud un programa para prevenir embarazos que abarque como punto importante la perspectiva de género, revalorando los roles femeninos y masculinos.
Otro de los puntos que contendrá será el respeto a los derechos sexuales y humanos, sin que la información sea desviada, proponiendo la creación de instancias con atención a la salud del adolescente, ya que este grupo requiere de establecimientos dirigidos a ellos donde sientan confianza y haya confidencialidad, así como la difusión de educación sexual y métodos anticonceptivos.
Subrayó que se debe también trabajar en la responsabilidad del varón, ya que si la mujer ingresó a ser proveedora, el hombre debe integrarse a las labores domésticas.
Otro aspecto importante es que son más propensos a repetir el patrón de fecundidad temprana de sus madres y tener hijos durante la adolescencia; también existe la probabilidad de estar desempleados o subempleados en la etapa adulta, apuntó la psicóloga Claudia Benítez Beytia, especializada en Prevención de la Violencia Familiar.
La profesional agregó que estos efectos permanecen aun cuando se ajusta por los factores que incrementan la probabilidad del embarazo en la adolescencia, como la pobreza, tener madres y padres con niveles educativos bajos, crecer en familias con padres ausentes y poca permanencia, y bajo desempeño escolar.
“Cuando el embarazo no es producto de una decisión libre e informada, como resulta en la mayor parte de las madres adolescentes, esta situación puede generar consecuencias graves para las menores y sus hijos, quienes enfrentan procesos de estigma y discriminación”, indicó Benítez Beytia.
“Son niñas y no desean asumir la responsabilidad, el tiempo y las obligaciones que supone ser madre. Sin embargo, esto también las hace sentirse culpables, tristes y su autoestima se reduce”, dijo.
De acuerdo con el documento “Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes”, del Gobierno Federal, estudios recientes han demostrados que las madres adolescentes llegan a tener mayor descendencia que las que aplazan su primer embarazo a una edad mayor.
En México, las mujeres que tuvieron un embarazo en la adolescencia terminan su periodo reproductivo hasta con tres hijos más que las mujeres que iniciaron su maternidad después de los 19 años.
La información también señala que tener un proyecto de vida a largo plazo, sustentado en un plan que considere el estudio, trabajo u ocupación diaria en casa y fuera de ella, es un factor preventivo del embarazo adolescente.
Con una experiencia de más de 20 años, Gabriela Bastarrachea Sosa, responsable de la Clínica de Atención a la Adolescencia y a la Violencia Familiar del Hospital “Doctor Agustín O’Horán”, estimó que este fenómeno en Yucatán tiene un aumento del tres por ciento anual.
Las uniones juveniles forzadas por los embarazos no planeados han “prendido las luces” de alerta en el Sector Salud. No en vano el Instituto Mexicano del Seguro Social colocó mantas gigantes en cada una de sus clínicas en Yucatán con la frase: “Una de cada dos jóvenes que inicia su vida sexual antes de los 15 años se embaraza”.
Gabriela Bastarrachea explicó que ese fenómeno tiene distintas perspectivas, dependiendo de si es en el medio urbano o el rural, donde la transición es directa de niñas a adultas, aunado a los factores de pobreza y falta de aspiraciones al interrumpir sus estudios.
Agregó que, en muchos casos, el embarazo entre los 10 y 18 años es llamado por los que estudian el fenómeno como ciclo de la pobreza o prolongación de la pobreza femenina, ya que parece que sólo se embarazó la chica y su pareja no se hace responsable de su paternidad, pues en la mayoría de casos son también menores.
Los varones siguen pidiendo 'la prueba de amor' y creyendo en los mitos del no embarazo la primera vez
Según reveló la especialista, el oficio más frecuente de esos padres adolescentes es ayudante de albañil o cajeros en supermercados, con lo que la pareja afronta situaciones difíciles debido a su nueva posición y obligaciones; lo anterior genera que las familias sean frágiles en su constitución como resultado de la unión de dos personas inmaduras que se verán confinadas al fracaso.
Agregó que todas las consecuencias que viven los adolescentes con los embarazos prematuros sobrevienen de una educación sexual muy sesgada, que no se aborda desde nivel preescolar.
Tampoco se permite en muchas escuelas que se hable de anticonceptivos porque creen que fomenta la actividad sexual de los menores; además, se siguen poniendo apodos a los órganos sexuales.
Aunado a esto, los varones siguen pidiendo “la prueba de amor” y creyendo en los mitos del no embarazo la primera vez.
Bastarrachea Sosa apuntó que es el momento de brindarles oportunidades a los adolescentes, pese a que la prevención adolescente no está en la agenda del Sector Salud por falta de presupuesto, ni existe un protocolo de acción.
Como miembro de la Academia de Pediatría, aseguró que esa agrupación está empeñada en plantear al Sector Salud un programa para prevenir embarazos que abarque como punto importante la perspectiva de género, revalorando los roles femeninos y masculinos.
Otro de los puntos que contendrá será el respeto a los derechos sexuales y humanos, sin que la información sea desviada, proponiendo la creación de instancias con atención a la salud del adolescente, ya que este grupo requiere de establecimientos dirigidos a ellos donde sientan confianza y haya confidencialidad, así como la difusión de educación sexual y métodos anticonceptivos.
Subrayó que se debe también trabajar en la responsabilidad del varón, ya que si la mujer ingresó a ser proveedora, el hombre debe integrarse a las labores domésticas.
Embarazo adolescente impacta en los hijos
Los hijos de madres adolescentes tienen mayor probabilidad de presentar menores niveles de apoyo emocional, estimulación cognitiva, habilidades y capacidad de aprendizaje en la etapa preescolar, así como más problemas conductuales y propensión a ser internados en centros penitenciarios en la adolescencia, alcanzar menos logros académicos y desertar de la educación secundaria y preparatoria.Otro aspecto importante es que son más propensos a repetir el patrón de fecundidad temprana de sus madres y tener hijos durante la adolescencia; también existe la probabilidad de estar desempleados o subempleados en la etapa adulta, apuntó la psicóloga Claudia Benítez Beytia, especializada en Prevención de la Violencia Familiar.
La profesional agregó que estos efectos permanecen aun cuando se ajusta por los factores que incrementan la probabilidad del embarazo en la adolescencia, como la pobreza, tener madres y padres con niveles educativos bajos, crecer en familias con padres ausentes y poca permanencia, y bajo desempeño escolar.
“Cuando el embarazo no es producto de una decisión libre e informada, como resulta en la mayor parte de las madres adolescentes, esta situación puede generar consecuencias graves para las menores y sus hijos, quienes enfrentan procesos de estigma y discriminación”, indicó Benítez Beytia.
“Son niñas y no desean asumir la responsabilidad, el tiempo y las obligaciones que supone ser madre. Sin embargo, esto también las hace sentirse culpables, tristes y su autoestima se reduce”, dijo.
De acuerdo con el documento “Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes”, del Gobierno Federal, estudios recientes han demostrados que las madres adolescentes llegan a tener mayor descendencia que las que aplazan su primer embarazo a una edad mayor.
En México, las mujeres que tuvieron un embarazo en la adolescencia terminan su periodo reproductivo hasta con tres hijos más que las mujeres que iniciaron su maternidad después de los 19 años.
La información también señala que tener un proyecto de vida a largo plazo, sustentado en un plan que considere el estudio, trabajo u ocupación diaria en casa y fuera de ella, es un factor preventivo del embarazo adolescente.