Esto durante la audiencia general de los miércoles, que encabezó ante más de 25 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro, y en la cual recordó que este día se celebra la Tercera Jornada Mundial del Deporte por la Paz y el Desarrollo, convocada por las Naciones Unidas.
“El deporte es un lenguaje universal, que acerca a los pueblos y puede contribuir a hacer encontrar a las personas y superar los conflictos. Por ello animo a vivir la dimensión deportiva como gimnasio de virtud en el crecimiento integral de los individuos y de las comunidades, señaló, hablando en italiano.
En la audiencia, Francisco constató que muchas veces las personas acusan a otros de ser pecadores, pero llamó a cuestionarse, cada uno: “Si, aquel es pecador, ¿y yo?”.
“No debemos temer a nuestras miserias, cada uno de nosotros tiene la propia: la potencia del amor del crucificado no conoce obstáculos y no se acaba jamás, y esta misericordia borra nuestras miserias”, apuntó.
Recordó que Jesús comenzó su misión poniéndose en la fila de los pecadores, para recibir el bautismo de Juan, y no se manifestó en todo su esplendor, aunque podía haberlo hecho.
Precisó que desde el principio Cristo cumplió su programa inicial, que consistió siempre en llevar consuelo, salud y perdón a quién acudía a él.
