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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado de considerar la transexualidad como un trastorno mental y ha reconocido la adicción a los videojuegos como un desorden de comportamiento en una nueva edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades publicada este lunes. La última revisión de esta norma se hizo hace 28 años. Durante la última década se ha analizado la información científica más reciente para crear un nuevo estándar que pueda ser usado por el personal médico de todo el mundo. No obstante, los Estados tienen de plazo para adaptarse hasta el 1 de enero de 2022.
La Clasificación Internacional de Enfermedades es una codificación estandarizada de todas las dolencias, desórdenes, condiciones y causas de muerte. Esta norma sirve para que los países obtengan datos estadísticos y epidemiológicos sobre su situación sanitaria y puedan planear programas en consecuencia.
Hasta ahora las personas que no se identificaban con el sexo que les asignaron al nacer eran consideradas enfermas mentales por los principales manuales de diagnóstico, debido a la clasificación de la OMS. Las asociaciones LGTBI llevaban años reclamando que la transexualidad, que es un desorden de identidad de género, saliera del apartado de enfermedades mentales y entrara en el de comportamientos sexuales. Con este cambio, la OMS mantiene la transexualidad dentro de la clasificación para que cuando una persona busque ayuda médica la obtenga, ya que en muchos países, si la diagnosis no está incluida en la lista, el sistema sanitario público o privado no reembolsa el tratamiento.
"Queremos que las personas que padecen estas condiciones puedan obtener la ayuda sanitaria cuando la necesiten", ha explicado el director del departamento de Salud Mental y Abuso de Substancias de la OMS, Shekhar Saxena. Pero la transexualidad ha dejado de ser considerada una enfermedad mental "porque no hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automáticamente al mismo tiempo un desorden mental, aunque suceda muy a menudo que vaya acompañado de ansiedad o depresión".
Saxena ha explicado que si a una persona transexual se le identifica automáticamente como a alguien con un desorden mental, "en muchos países se le estigmatiza y puede que se le reduzcan las oportunidades de buscar ayuda".
Otra de las modificaciones más llamativas de la clasificación es la inclusión de la adicción a los videojuegos como enfermedad mental. Este trastorno se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego "continuo o recurrente". La OMS estima que entre un 2% y un 3% de quienes juegan a videojuegos tienen un comportamiento abusivo, pero subraya que por el momento faltan datos empíricos.
Saxena ha aclarado que el hecho de jugar a un videojuego no es nocivo por sí mismo, igual que no lo es ingerir alcohol. El problema, sostiene, llega cuando el consumo es abusivo y cambia el comportamiento de la persona que lo ejerce. "Si el niño, adolescente o adulto que juega lo hace sin parar y deja de salir con sus amigos, deja de hacer actividades con sus padres, se aísla, no estudia, no duerme y solo quiere jugar, esos son signos de alerta de que podría tener un comportamiento adictivo y que tiene que buscar ayuda", ha afirmado Saxena.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado de considerar la transexualidad como un trastorno mental y ha reconocido la adicción a los videojuegos como un desorden de comportamiento en una nueva edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades publicada este lunes. La última revisión de esta norma se hizo hace 28 años. Durante la última década se ha analizado la información científica más reciente para crear un nuevo estándar que pueda ser usado por el personal médico de todo el mundo. No obstante, los Estados tienen de plazo para adaptarse hasta el 1 de enero de 2022.
La Clasificación Internacional de Enfermedades es una codificación estandarizada de todas las dolencias, desórdenes, condiciones y causas de muerte. Esta norma sirve para que los países obtengan datos estadísticos y epidemiológicos sobre su situación sanitaria y puedan planear programas en consecuencia.
Hasta ahora las personas que no se identificaban con el sexo que les asignaron al nacer eran consideradas enfermas mentales por los principales manuales de diagnóstico, debido a la clasificación de la OMS. Las asociaciones LGTBI llevaban años reclamando que la transexualidad, que es un desorden de identidad de género, saliera del apartado de enfermedades mentales y entrara en el de comportamientos sexuales. Con este cambio, la OMS mantiene la transexualidad dentro de la clasificación para que cuando una persona busque ayuda médica la obtenga, ya que en muchos países, si la diagnosis no está incluida en la lista, el sistema sanitario público o privado no reembolsa el tratamiento.
"Queremos que las personas que padecen estas condiciones puedan obtener la ayuda sanitaria cuando la necesiten", ha explicado el director del departamento de Salud Mental y Abuso de Substancias de la OMS, Shekhar Saxena. Pero la transexualidad ha dejado de ser considerada una enfermedad mental "porque no hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automáticamente al mismo tiempo un desorden mental, aunque suceda muy a menudo que vaya acompañado de ansiedad o depresión".
Saxena ha explicado que si a una persona transexual se le identifica automáticamente como a alguien con un desorden mental, "en muchos países se le estigmatiza y puede que se le reduzcan las oportunidades de buscar ayuda".
Otra de las modificaciones más llamativas de la clasificación es la inclusión de la adicción a los videojuegos como enfermedad mental. Este trastorno se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego "continuo o recurrente". La OMS estima que entre un 2% y un 3% de quienes juegan a videojuegos tienen un comportamiento abusivo, pero subraya que por el momento faltan datos empíricos.
Saxena ha aclarado que el hecho de jugar a un videojuego no es nocivo por sí mismo, igual que no lo es ingerir alcohol. El problema, sostiene, llega cuando el consumo es abusivo y cambia el comportamiento de la persona que lo ejerce. "Si el niño, adolescente o adulto que juega lo hace sin parar y deja de salir con sus amigos, deja de hacer actividades con sus padres, se aísla, no estudia, no duerme y solo quiere jugar, esos son signos de alerta de que podría tener un comportamiento adictivo y que tiene que buscar ayuda", ha afirmado Saxena.
Fuente: El País