Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy
Guadalupe García tiene 30 años y es coordinadora del alacranario del Museo de la ciudad y comerciante de artesanías con alacrán.
Ella y su familia compran los arácnidos cazados por los alacraneros como Chalío, pues refiere que es mejor cazarlos y darles un uso, “pues de todos modos la gente los fumiga o los mata”. Menciona que tiene alrededor de 35 proveedores que vienen de distintas zonas como El Mezquital, El Salto o rancherías cercanas que llevan diferentes especies.
Pero sólo los recibe vivos para no correr el riesgo de cómo los mataron o si les echaron algún insecticida, pues explica, esos ya no sirven.
Lupita agrega que sus clientes suelen ser principalmente de Aguascalientes, Torreón, Baja California o el Estado de México. Cuando llegan a sus manos, los alacranes pasan por un proceso de selección.
Los clasifican por su especie o por su tamaño; si sirve para llavero, botella o artesanía, y asegura que hay mujeres que hasta los llevan encapsulados en las uñas.
“Dependiendo de la especie o de la zona, entre más tóxico es más caro porque adquiere más valor. Hay especies que no se pueden comer. Hay otros que se tardan más en conseguir”, comenta. En temporada alta, junio a agosto principalmente, un solo proveedor llega a traerle hasta mil 500 alacranes en una semana.
Lupita explica que el proceso para quitarles el veneno es sumergirlos en alcohol, el cual los mata, los conserva y les absorbe el veneno.
También, los alacranes se venden en diferentes restaurantes que los sirven como brocheta de alacrán, taco de alacrán, tostadas o sopes de alacrán. Chelo García, hermana de Lupita, tiene un local en el que cocina a los arácnidos. La mejor forma, dice, es freírlos porque agarra una textura más sabrosa y crujiente.
Se pueden condimentar con especies, con sal, pimienta, chile, limón; inclusive acompañar con frutas como jícama o piña. Chelo les saca el interior, los clava en un palillo y los pone en la parrilla. El alacrán empieza a dorarse, agarran un color rojizo y cuando su cola ya no cuelga, el alacrán está listo para comerse, explica.
Fuente: El universal
Guadalupe García tiene 30 años y es coordinadora del alacranario del Museo de la ciudad y comerciante de artesanías con alacrán.
Ella y su familia compran los arácnidos cazados por los alacraneros como Chalío, pues refiere que es mejor cazarlos y darles un uso, “pues de todos modos la gente los fumiga o los mata”. Menciona que tiene alrededor de 35 proveedores que vienen de distintas zonas como El Mezquital, El Salto o rancherías cercanas que llevan diferentes especies.
Pero sólo los recibe vivos para no correr el riesgo de cómo los mataron o si les echaron algún insecticida, pues explica, esos ya no sirven.
Lupita agrega que sus clientes suelen ser principalmente de Aguascalientes, Torreón, Baja California o el Estado de México. Cuando llegan a sus manos, los alacranes pasan por un proceso de selección.
Los clasifican por su especie o por su tamaño; si sirve para llavero, botella o artesanía, y asegura que hay mujeres que hasta los llevan encapsulados en las uñas.
“Dependiendo de la especie o de la zona, entre más tóxico es más caro porque adquiere más valor. Hay especies que no se pueden comer. Hay otros que se tardan más en conseguir”, comenta. En temporada alta, junio a agosto principalmente, un solo proveedor llega a traerle hasta mil 500 alacranes en una semana.
Lupita explica que el proceso para quitarles el veneno es sumergirlos en alcohol, el cual los mata, los conserva y les absorbe el veneno.
También, los alacranes se venden en diferentes restaurantes que los sirven como brocheta de alacrán, taco de alacrán, tostadas o sopes de alacrán. Chelo García, hermana de Lupita, tiene un local en el que cocina a los arácnidos. La mejor forma, dice, es freírlos porque agarra una textura más sabrosa y crujiente.
Se pueden condimentar con especies, con sal, pimienta, chile, limón; inclusive acompañar con frutas como jícama o piña. Chelo les saca el interior, los clava en un palillo y los pone en la parrilla. El alacrán empieza a dorarse, agarran un color rojizo y cuando su cola ya no cuelga, el alacrán está listo para comerse, explica.
Fuente: El universal