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Los smartphones están diseñados para que sean fáciles de usar, y garantizan unos años de uso si los utilizamos como es debido. Entonces, ¿por qué nos empeñamos en maltratarlos, usarlos mal, e incluso dañarlos sin necesidad?
Lo más sorprendente es que muchas aberraciones que cometemos con el móvil, lo hacemos sin mala intención. Sin darnos cuenta. No sólo ponemos el peligro su integridad, sino también la seguridad de nuestros datos privados: cuentas, datos personales, tarjetas de crédito… Luego llegan las lamentaciones y los lloros.
Y no solo lo hacemos solo con el móvil, sino también con todo tipo de dispositivos: el ordenador, los electrodomésticos, el coche… Un despiste, la vida acelerada que llevamos, o simplemente, la pereza o el desconocimiento… Vamos a echar un vistazo a las 9 aberraciones que cometemos cada día con el móvil, y por qué debemos evitarlas.
1. DEJAR EL MÓVIL EN EL SOL
Los móviles modernos han mejorado mucho su hardware. Ahora tienen carcasas unibody de metal y marcos metálicos que resisten los golpes, pantallas con protección antigolpes Corning Gorilla Glass, protección IP contra el agua y el polvo… El mayor enemigo de un smartphone no es una caída, o el maltrato del usuario, sino el frío y, especialmente, el calor. Ambos pueden destruir una batería, o hacer que explote.
Una de las mayores aberraciones que puedes hacer con tu móvil es dejarlo todo el día al sol (aún peor, que le de el sol a través del cristal de un ventana). O bien ponerlo a recargar después de haber jugado a un juego potente, con la carcasa ardiendo. Si la batería está muy caliente la recarga no va a ser efectiva, sus componentes químicos no reaccionan bien al excesivo calor cuando se recarga, y eso estresa mucho la batería.
De la misma forma, también es muy mala idea poner el móvil a recargar después de habértelo dejado olvidado toda la noche en el coche, con temperaturas bajo cero… O cuando hay una excesiva humedad en el ambiente.
Una batería del móvil conservada a 40 grados pierde el 35 por ciento de su capacidad en un año, incluso aunque no la uses. Lo mismo ocurre con el frío. A bajas temperaturas reduce su capacidad un 25 por ciento.Y no solo afecta a la recarga. Por cada 10 grados centígrados de aumento de temperatura el ratio de autodescarga (se descarga cuando no se usa) se dobla.
La temperatura ideal para cargar un smartphone se sitúa entre los 10 y los 30 grados centígrados. Antes de recargar, si vienes de la calle espera un rato y deja que la batería se adapte a la temperatura ambiente de la habitación.
El mayor enemigo de un smartphone no es una caída, o el maltrato del usuario, sino el frío y, especialmente, el calor. Foto: Isaac Esquivel, Cuartoscuro
2. CARGAR EL MÓVIL CUANDO NO DEBES
Usar un smartphone es realmente sencillo y seguro. Una de las pocas operaciones delicadas que exige, es recargar la batería. Mucha gente lo hace mal porque aprendimos a manejar baterías recargables con las pilas de los juguetes y los electrodomésticos, e incluso con las baterías de los primeros móviles. Estas baterías son de Niquel Metal Hidruro (Ni-MH) y de Niquel Cadmio (NiCad) y es, cierto, hay que descargarlas por completo antes de recargarlas, por el efecto memoria.
Pero las baterías actuales de los móviles son de iones de Litio (Li-ion) que tienen un número finito de ciclos completos. Esto significa que si gastas por completo la batería y la cargas completamente, habrás gastado uno de esos ciclos, y en un par de años comenzará a caer drásticamente su rendimiento. En cambio, si haces pequeñas recargas antes de que se agote, y nunca llegas a su carga mínima ni máxima, ese ciclo completo se retrasa, y la batería dura mucho más tiempo.
Si dejas descargar por completo una batería moderna antes de recargar, su ciclo de vida se reducirá a la mitad.
3. DESCARGAR FICHEROS QUE NO DEBES
No queremos pasarnos el artículo haciendo el papel de madre y soltar cada dos por tres un: “¡te lo dije!” o un “¿dónde tienes la cabeza?”. Pero hay que reconocer lo fascinante que resulta la tozudez y la ingenuidad del ser humano. Sabemos que en la vida ningún desconocido da nada gratis, y que cuando una web nos ofrece cierto fichero no demasiado legal para descargar, es que algo va a conseguir a cambio, aunque no sea dinero. Y aún así entramos… y descargamos. Y que se ocupe el antivirus. Que posiblemente será el antivirus por defecto de Windows, pues no nos hemos molestado en instalar uno más potente, y hace años que no hacemos un chequeo de virus completo del sistema.
O entramos en una red P2P y nos bajamos un torrent sin comprobar su contenido. Y cuando luego lo reproducimos o instalamos, nos llevamos una desagradable sorpresa. ¿Hasta cuándo?
Es una de las mayores aberraciones que hacemos con el móvil.
4. DEJAR EL MÓVIL AL NIÑO
A los niños les fascinan los móviles. Todas esas luces y colores, y hacen cosas y sonidos cuando los tocas con las manos. ¡Y hasta tienen gente y animales dentro! A los adultos también nos hace gracia ver a un bebe o un niño pequeño trasteando con el móvil, así que la tentación de dejárselo unos segundos es grande. Pero los bebés son imprevisibles, y a lo mejor se ponen tan contentos que comienzan a agitar los brazos frenéticamente y el smartphone acaba saliendo por la ventana, o termina dentro del plato de papilla…
Tampoco es una buena idea dejar el móvil a un menor sin ningún tipo de control parental, dada la cantidad de contenidos inapropiados que hay en Internet. Si dejas el móvil a un menor, siempre activa el control parental.
5. USAR EL MÓVIL EN EL BAÑO
Todos hemos usado alguna vez el móvil en el baño, así que no hay que sentirse culpables. Pero es una práctica que hay que desterrar. Por higiene física y mental. Incluso en los baños limpios hay bacterias, y simplemente por el propio uso en esos momentos personales en los que hacemos aguas menores… o mayores, es un mal uso del móvil.
Por no hablar del riesgo de que, en un descuido, el smartphone acabe en la taza del váter.
Es tentador, pero en el baño no necesitas el móvil. Si no puedes aguantar 10 minutos alejado de él, es que tienes un problema. Si te aburres lee las etiquetas del champú, como hemos hecho toda la vida…
6. INSTALAR DE FUENTES DESCONOCIDAS
Aún más grave es el tema de los APK, los paquetes de instalación de apps de Android que no están en Google Play.
¿Te has parado a pensar alguna vez por qué cierta app no está en la tienda de Google? No es por capricho, sino porque seguramente hace algo que puede poner en peligro tu móvil o tus datos. Pero nos puede nuestro lado rebelde y antisistema, el ganarle a Google, el ser más listos que los que solo usan Google Play. Y nos bajamos apps de webs desconocidas sin saber muy bien lo que hacen. Luego surgen noticias de los millones de dispositivos Android con malware, software espía y cuentas robadas.
¿Que es lo que nos impulsa a descargar ficheros de alto riesgo de fuentes desconocidas? ¿Por qué seguimos confiando en desconocidos que nos regalan cosas maravillosas, pese a que son difíciles de conseguir y ellos se ponen en riesgo al ofrecérnoslas? ¿Se arriesgan para que nosotros las disfrutemos gratis? ¿Alguien ve la lógica en todo esto?
¿Te has parado a pensar alguna vez por qué cierta app no está en la tienda de Google? Foto: Diego Simón Sánchez, Cuartoscuro
7. NO REVISAR PERMISOS
Hace un par de años existían docenas de apps que hacían la función de linterna. ¿Por qué había docenas si con una basta? La mayoría te pedían aprobación para usar la cámara, con la excusa de utilizar el flash como linterna. Pero en realidad utilizaban estos permisos para espiar tus fotos y contenido personal, e incluso instalar malware o robar información bancaria.
Otras muchas apps hacen lo mismo. ¿Para qué necesita permiso para acceder a tus contactos una app que sirve para liberar espacio de almacenamiento? ¿Por qué quiere ver tu historial de navegación un juego de emparejar piezas?
Muchas apps gratuitas cobran en forma de permisos abusivos que usan para extraer datos personales y usarlos con oscuros fines. Por eso es un aberración instalar apps sin revisar los permisos. Si una app que tiene un uso simple pide una gran cantidad de permisos durante la instalación, desconfía y no la instales. Si ya está instalada en cualquier momento puedes ir a Ajustes, Aplicaciones, y revisar los permisos de cada app. Si son abusivos, desinstálala.
8. EL PREMIO MAYOR
Llevamos 20 años recibiendo emails de remitentes desconocidos que nos aseguran que nos ha tocado la lotería, que tenemos un pariente lejano en Rusia que nos ha dejado una herencia, o que si rellenas una encuesta te llevas un cheque de 500€ de un conocido establecimiento. ¿Por qué esos emails nos siguen llegando? Porque hay gente que pica, y son rentables.
Un desconocido al que nunca le hemos dado nuestro email o nuestro número de teléfono nos envía un email, un SMS o un Whatsapp diciéndonos que nos va a entregar dinero, o un regalo… ¿y nos los creemos? ¡Y encima los textos están llenos de faltas de ortografía o la traducción es penosa!
Es similar al caso de los mensajes del banco que nos piden confirmar la contraseña porque sino nos cancelan la cuenta.
Ningún banco ni ningún servicio de Internet nos pedirá nunca realizar una operación delicada o confirmar datos a través de email, o de un SMS. Y si lo hace, o creemos que es un mensaje legítimo, lo que hay que hacer es ir directamente a la web del servicio y actuar. Nada de pinchar en enlaces ni ver ficheros adjuntos en el correo, los SMS o los WhatsApp sospechosos.
9. EL INCINCIENTE EN LOS EMAILS Y REDES SOCIALES
Luego está el inconsciente que envía un email a un grupo sin poner las direcciones de correo con copia oculta. O recibe un email en grupo y responde reenviando a todos los remitentes. Prácticas que, por cierto, pueden ser un delito, porque estás distribuyendo información privada (el email) a otras personas, sin permiso de los dueños de ese email. Y si te denuncian te puede caer una buena multa.
Algunas de las peores aberraciones que podemos hacer con el móvil las encontramos en los mensajes en el trabajo.
Asumimos que los emails o los chats internos son privados, pero no es así. Depende de la política de la empresa, pero algunas de las conversaciones pueden ser monitoreadas.
Aunque lo peor es cuando voluntariamente nos exponemos nosotros mismos. Hacer un chiste sobre el jefe o criticar a un compañero en Facebook, subir fotos de las borracheras y las noches de juerga incluso en días laborales, presumir de cosas que no son ciertas, exagerar, mentir… Todo eso acaba creando una mala imagen de nosotros frente a nuestros jefes o compañeros de trabajo, que nos afectará laboralmente. TICbeat