VALLADOLID.- Hace muchos años los Cines Díaz y México tenían personal que vendían los boletos para entrar a ver la película, pero al ingresar había otros boleteros (“porteros”) en la entrada que recibían a los cinéfilos sus ingresos; ellos pertenecían al STIC (Sindicato de Trabajadores al Servicio de la Cinematografía), que tuvo su local durante muchos años en la esquina de la 37x42, donde hoy funciona una casa de empeños.
Pero también en otro tipo de eventos como bailes populares, quince años, bodas, obras de teatro regional, juegos de béisbol, función de box, entre otros, la organización, vigilancia y desarrollo se hacía bajo la coordinación con gente del STIC, con personal adicional que no laboraba en los cines.
Uno de estos conocidos y populares personajes lo fue la Sra. Betty Salazar, mejor conocida como “Doña Betty”, aquella dama que a pesar de sus años lucía elegante, pintadita, bien peinada, con sus uñas siempre bien cuidadas y alargadas.
Según versiones, doña Betty nació en Mérida en abril de 1908 y se casó con Don Humberto Sierra Leal, originario de Dzitás, y hay quien menciona que a ella y su esposo los amigos les decían “Los Betos”.
Tuvo participación en el teatro cómico regional, durante un tiempo y siempre presumió su amistad con Héctor Herrera “Cholo”.
Doña Betty vivió por muchos años frente al local del Club de Leones, “La Catedral de la Música Moderna”, donde se hicieron grandes bailes populares con grupos nacionales como “Los Joao”, “La Sonora Santanera”, Rigo Tovar, Alfredo y sus Teclados, e invariablemente ella era la preferida para estar a las puertas del local social y músical.
Era muy amable con sus invitados, siempre les ofrecía de comer a sus visitas o “al menos un refresco” que inmediatamente mandaba a comprar para sus visitas.
Como anécdota se cuenta que cuando en la puerta algún joven impertinente, borracho o “molestoso” se le “colaba” y lograba entrar sin pagar, lo “perseguía” y lo pellizcaba con sus largas uñas que hacían que “el infractor” pagara su boleto o saliera “para afuera” de nuevo.
Aunque también se dice que cuando alguien conversaba con ella, le pedía la oportunidad de entrar o le buscaba el lado amable o sentimental al decirle “esta mi novia aquí y no fui invitado a la fiesta”, o “vino mi novia con su familia al baile, y quiero sacarla a bailar y presentarme ante su familia”, su corazón era grande y accedía a que el susodicho galán pasara al evento social de “colado”.
Después de una vida intensa, y de que el dueño de la casa del centro frente al Club de Leones le “exigiera” la casa, Doña Betty comenzó un peregrinar por varios predios en diversos puntos de la ciudad que rentó junto con su hija Ceci Salazar –hoy flamante enfermera-, y fue un 8 de junio de hace 7 años que nuestro singular personaje falleció a la edad de 103 años. ¡Longeva Doña Betty!.- El Oriente.