Como cada año esta semana comenzaron a llegar partículas de arena a Quintana Roo y Yucatán, el fenómeno también es conocido como “polvo del Sahara”.
La Coordinación Estatal de Protección Civil (Procivy) informó que desde este viernes 9, los días serán más brumosos en el estado, con tardes rojizas debido al polvo del Sahara, sin que esto represente riesgo alguno para la población en esta etapa debido a que aún es poco.
Conforme a registros satelitales del Centro de Monitoreo y Alertamiento de la dependencia, así como datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), la nube se encuentra en el Mar Caribe y Océano Atlántico, con dirección a Centroamérica y la Península.
El titular de Procivy, Enrique Alcocer Basto, mencionó que el polvo proveniente de África es arrastrado por los vientos hacia el poniente; se extenderá sobre el territorio hasta el 12 de julio, con rumbo hacia el Golfo de México, Veracruz y Tamaulipas, y aparecerá otra dos días después, a partir del miércoles 14.
Asimismo, explicó que la nubosidad es llevada por corrientes de aire de mil 500 a seis mil metros de altura, cuya presencia será similar a la ocurrida en junio pasado; además de días brumosos y tardes rojizas, traerá consigo disminución y dispersión de lluvias, y por consiguiente, menor humedad.
Por sus características y baja densidad, el fenómeno no representa riesgo alguno para la población y estudios sugieren que el aire seco del polvo del Sahara suprime la formación de eventos ciclónicos, como tormentas y huracanes, al detener las ráfagas ascendentes de tropical húmedo, añadió.
Estas mismas masas se originan cada año, dijo, por efecto de vientos alisios en las planicies del desierto africano, donde levantan grandes cantidades de arena que, por el empuje de otras corrientes, ascienden hasta las capas altas de la atmósfera y las esparcen al Atlántico, Caribe y el continente americano.
Finalmente, anunció que Procivy llevará al cabo el monitoreo permanente de esta situación, por lo que recomienda a la población estar atenta a los informes oficiales, con la observación de que la Península se encuentra en temporada de huracanes.
Anualmente son emitidas a la atmósfera unas 1,000 millones de toneladas de polvo provenientes de las zonas áridas y semiáridas del norte de África, las partículas son arrastradas por las corrientes de viento a lo largo de 7,000 kilómetros hasta llegar a América, este fenómeno meteorológico se conoce como polvos del desierto del Sahara.
Las corrientes de viento hacen que los polvos del Sahara, de tamaño inferior a 100 micras, se desplacen sobre el Océano Atlántico y lleguen hasta la zona del mar Caribe y el Golfo de México.
La masa de aire seca que se forma sobre el Sahara, desierto ubicado al norte de África, llega a tener una extensión horizontal de 4,000 a 5,000 kilómetros, tamaño superior a la superficie continental de Estados Unidos, según la Comisión Nacional del Agua.
Cuando estos polvos logran alcanzar áreas pobladas de Europa y América, “pueden provocar la aparición de alergias y crisis asmáticas en muchas personas, sobre todo aquellas que ya sufrían problemas respiratorios o de inmunodepresión. Muchas veces se refieren casos de ‘gripes’ persistentes o alergias sin causa aparente que pueden haber sido provocadas por el contacto con partículas de origen biológico presentes en estas brumas”, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud.
Por ello este organismo internacional recomienda que la población afectada con “enfermedades respiratorias crónicas (EPOC, asma), adultos mayores, mujeres embarazadas y niños deben usar protectores respiratorios, tales como mascarillas o un pañuelo de tela húmedo para cubrir nariz y boca”, así como usar gafas.
Si se presenta sensación de cuerpos extraños en los ojos, deben lavarse con abundante agua, de preferencia que sea potable o hervida y, antes de iniciar ese procedimiento, asearse muy bien las manos. También recomiendan cubrir las fuentes de almacenamiento de agua como pozos, estanques o tambos.
Cabe destacar que las medidas de protección son similares a las recomendables para evitar el contagio del coronavirus.
“La inhalación de partículas de polvo cuando el tiempo es cálido y seco puede dañar las mucosas de la nariz y la garganta, proporcionando condiciones favorables para una infección bacteriana. Además, el óxido de hierro que contienen las partículas de polvo puede incrementar el riesgo de infección”, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Además, el polvo puede favorecer la transmisión de la fiebre del valle (que llega a ser mortal) en el suroeste de los Estados Unidos y el norte de México al transportar las esporas del hongo Coccidioides.