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En los rincones más recónditos de Culiacán, la capital de Sinaloa, una vigilancia constante y discreta ha tomado control de las calles. Los llamados "Halcones", miembros de los principales grupos criminales de la región, se han encargado de monitorear la entrada y salida de vehículos y personas en sus territorios. Esta estrategia de control y alerta se intensifica tras la reciente captura de Ismael “El Mayo” Zambada, líder más longevo del Cártel de Sinaloa, por parte de las autoridades estadounidenses.
La traición de Joaquín Guzmán López, hijo de “El Chapo”, quien habría entregado a El Mayo a las autoridades de Estados Unidos, ha causado una ruptura profunda dentro del cártel. Los Halcones, leales a ambos bandos, Los Chapitos y la facción de Zambada, ahora patrullan día y noche, manteniendo la calma, pero preparados para lo peor.
Halcones al acecho: la vigilancia en La Loma
En la comunidad rural de La Loma, cerca de Culiacán, los Halcones se posicionan estratégicamente en las entradas y salidas del pueblo. Equipados con radios, vigilan cualquier movimiento sospechoso. Cualquier auto desconocido es reportado inmediatamente, y en cuestión de minutos, motociclistas salen a interceptar y verificar quiénes son y qué intenciones tienen.
Este sistema de vigilancia, tan meticuloso como temido, es un reflejo de la tensión entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa: Los Chapitos, hijos de El Chapo, y la gente de El Mayo. Desde el presunto secuestro de Zambada por parte de Guzmán López, la posibilidad de un enfrentamiento violento entre ambas partes ha puesto a la región en alerta máxima.
El secuestro y entrega de El Mayo: una traición con repercusiones
La entrega de Ismael “El Mayo” Zambada a las autoridades estadounidenses fue orquestada por Joaquín Guzmán López, según informan varias fuentes cercanas a los eventos. Este hecho, ocurrido el 25 de julio, ha generado una ruptura en la estructura del cártel. La traición ha dejado cicatrices profundas, y los aliados de Zambada exigen venganza.
Los Halcones ahora tienen la tarea de asegurar que ningún miembro del bando opuesto se infiltre en sus territorios, lo que ha aumentado la paranoia y las tensiones entre las facciones. Las calles de Culiacán están bajo constante vigilancia, mientras que los líderes criminales se preparan para lo que podría ser una guerra interna.
El temor de otro Culiacanazo
El recuerdo del "Culiacanazo", el violento enfrentamiento del 2019 cuando Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, fue arrestado, aún está fresco en la mente de los habitantes de Sinaloa. Aquella vez, las calles de Culiacán fueron escenario de caos y destrucción, con vehículos en llamas y sicarios armados desafiando a las fuerzas gubernamentales. La amenaza de que un suceso similar se repita, esta vez motivado por la traición entre Los
Chapitos y El Mayo, es una posibilidad real y temida.
Hasta el momento, las cosas han permanecido bajo control, pero los habitantes de Culiacán saben que la paz es frágil. Las calles están inquietantemente tranquilas, con Halcones en cada esquina, observando, esperando. El miedo a un nuevo estallido de violencia está presente, y todos se preparan para lo peor.
El futuro incierto del Cártel de Sinaloa
Con la captura de El Mayo Zambada y la traición de Guzmán López, el futuro del Cártel de Sinaloa es incierto. Las divisiones internas y la creciente tensión podrían desencadenar una guerra abierta entre las facciones. Mientras tanto, las fuerzas de seguridad mexicanas mantienen una vigilancia constante, tratando de evitar que estalle una nueva ola de violencia.
La pregunta en la mente de todos es: ¿se repetirá el Culiacanazo o habrá una tregua inesperada? Solo el tiempo lo dirá. Por ahora, los Halcones seguirán vigilando, y la ciudad permanecerá en un estado de alerta constante.