Ejército contra los mosquitos

05 agosto 2010
Noticias de Yucatán
(dengue, moscos, salud, ineficiencia, desatención)

Trabajadores del Ejecutivo que entraron en apoyo del Ayuntamiento meridano recolectan cacharros acumulados en una calle la capital yucateca

Estamos en la fase de brote por lluvia, calor y humedad
05/08/2010

La Secretaría de Salud de Yucatán reforzó la lucha contra el dengue, porque es el período idóneo para el brote de los mosquitos a causa de la temporada de lluvias, el clima y la humedad acumulada.

Desde hace varias semanas un ejército de brigadistas abatizadores, fumigadores y una flotilla de camiones trabajan en la descacharrización de hogares y la fumigación.

La Secretaría de Trabajo del Estado reforzó la lucha antidengue con la contratación temporal de 120 abatizadores y fumigadores. De esta forma, el ejército que combate al mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue, está formado por 457 brigadistas y una flota vehicular fija de 44 camiones, 39 máquinas fumigadoras y 60 motomochilas.

En julio la Secretaría de Salud reportó una inversión de $2.053,000 en insecticidas —químicos como la permetrina, deltametrina y temefos— y $150,800 en polvo de abate. Se habían recolectado más de 200 toneladas de cacharros en el sur y oriente de Mérida y aún faltaba la descacharrización en el norte de la ciudad.

Según cifras que publicamos ayer, ya se han recolectado 409 toneladas de cacharros.

La descacharrización es fundamental porque, según el subdirector de Salud Pública, Salvador Gómez Carro, el 95% de los cacharros se convierten en criaderos de moscos.

—Desde hace un mes hay una guerra permanente contra los mosquitos —dijo en entrevista.

Mérida está en primer plano del mapa de la lucha, porque concentra el mayor número de casas y población. En una primera etapa de prevención, dijo, atendieron 500 colonias con descacharrización y fumigaron, principalmente en el oriente y sur, donde es más proclive el dengue. Usaron 2,197 litros de insecticida y 21 máquinas fumigadoras. Trabajaron 248 brigadistas en esa etapa.

En los últimos días de julio y el 1 de agosto descacharrizaron 254 colonias del norte, nordeste y noroeste de la ciudad.

Hasta julio la temporada de dengue había dejado como saldo un niño de 10 años de edad muerto —vecino de Tecoh— y un total de 725 casos confirmados. De estos, 429 son de tipo clásico y 296 del hemorrágico.

Yucatán ocupaba el quinto lugar entre los 32 estados del país con más casos de dengue confirmados.


Ardua labor de brigadistas
Sol, lluvia, perros y direcciones erradas dificultan la jornada
05/08/2010

Buenos días. ¿Aquí vive Cristian Estrella Chan? Es un niño de cuatro años ...

Con esta frase, expresada casa por casa, los brigadistas contra el dengue Mario Enrique Aguilar Rejón y Rígel Díaz Castillo recorrieron la calle 24-A entre 23 y 25 de Kanasín.

Bajo fuerte sol y sofocante calor que los hizo sudar copiosamente durante el día, los brigadistas tocaron puertas de todas las casas de ese sector buscando el número 114, donde supuestamente tiene su domicilio un niño enfermo de dengue.

Numerosas veces oyeron: “No, no vive aquí, no lo conocemos. ¿Cómo se llaman su mamá o su papá? Vive en la otra calle, ¿Está correcta la dirección? ¿Para qué lo buscan?” Los brigadistas daban una respuesta común en todos los casos: “Somos del sector salud y buscamos al niño porque hay un reporte de que tiene dengue”.

Largo recorrido La peregrinación de los brigadistas del Programa Emergente de Prevención del Dengue para localizar a Cristian empezó a las 9 de la mañana y terminó cerca del mediodía por la premura del tiempo, porque les faltaba localizar a tres enfermos de dengue más en su jornada laboral.

Firmaron el reporte de “no localizado” y abordaron la camioneta de la SSY placas YP-37205 para ir al fraccionamiento Los Almendros de Kanasín en busca de José Alberto Sosa Chuil, de 11 años, con probable contagio de dengue.

En ese lugar también tocaron puertas en varias casas. Caminaron dos calles completas y por referencias de los vecinos ubicaron al niño en su vivienda marcada con el número 116-A de la calle 27. La dirección que tenían los brigadistas era incorrecta. El niño estaba con una hermana menor y dos perritos en la casa. Estaban solos porque sus padres trabajan.

Como no tenían autorización de ningún familiar ni adulto, los brigadistas firmaron el reporte “ausente” y se retiraban del fraccionamiento cuando los interceptó Julia García Valencia, vecina de la familia Sosa Chuil.

—¿Cuándo regresan? Para que le diga a los papás del niño que les esperen —indicó.

—Va a tardar varios días. Quizá no volvamos si el niño ya está bien —respondió Aguilar Rejón.

Charco grande —Yo me hago responsable, me llevo con la familia y no creo que se molesten —dijo la vecina, quien se quejó de un gran charco de aguas negras que forma la filtración de dos sumideros, el cual ya tenía gusarapos y larvas de moscos.

Rígel sacó un tubo de ensayo, tomó una muestra del agua pestilente y atrapó varias larvas de mosquitos cúlex y aedes aegypti para el laboratorio de la SSY.

Mario Enrique Aguilar Rejón se colocó su traje y aditamentos de combatiente: una motobomba con su tubo de fumigación, unos lentes especiales, gorra, mascarilla antigás, guantes y la dotación del químico insecticida.

Fumigó el interior y exterior de la casa de la familia Sosa Chuil y su compañero Rígel destruyó con una picoleta bolsas, envases de plástico y latas y volteó recipientes de vidrios del patio de la vivienda. Luego hicieron lo mismo en siete casas más como marca el protocolo sanitario del dengue.

—Lo difícil de este trabajo es encontrar las direcciones y a las familias —comentó Mario Enrique Aguilar—. A veces no nos creen los jefes. Creen que sólo reportamos que no los localizamos.

—Qué bien que nos acompañan testigos de calidad para que vean que sí es un trabajo difícil, arduo, de paciencia y de mucho caminar —dijo Rígel a los reporteros de Grupo Megamedia que fueron con ellos.

—Hay gente renuente. Aun cuando localicemos la dirección, se niegan a que fumiguemos por temor al líquido. Tenemos que platicar, convencerlos del beneficio y así es como acceden.

—También creen que los buscamos para algo malo o que los vamos a multar —indicó—. Nos ha tocado que nos correteen perros, que nos mojemos, que caigamos en lodo, nos insolemos o tengamos alteraciones de la piel por el contacto con el químico.

El motomochilista dijo que después de cada jornada laboral siente “rasquera” en el cuerpo y considera que a la larga tendrán alguna problema en la piel.

Lleva cuatro años como brigadista de las campañas de dengue y se siente satisfecho cuando orienta a las familias, fumiga sus casas, recibe buen trato de los inquilinos y éstos obedecen las recomendaciones.

La labor del brigadista empieza a las 7:30 horas y termina a las 2 ó 3 de la tarde, según cumplan con el número de casos que les encomienden ese día.

Las direcciones Consideró que una forma de facilitar el trabajo es que las clínicas y hospitales que atienden a los pacientes con probables síntomas de dengue proporcionen correctamente la dirección y pongan el nombre de los padres, ya que ahora sólo proporcionan el nombre del paciente. Generalmente a los niños no los conocen sus vecinos ni los comercios del rumbo.

Otra forma de colaborar con ellos es que las familias den acceso a sus viviendas para la fumigación y supervisión de los patios. Los perjuicios son mínimos y al caso sólo hay que estar de 20 minutos a una hora fuera de la casa para que no respiren el insecticida, que no es tóxico.

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