Noticias de Yucatán
(peritaje, buen policía)
Testigos a favor de la joven que causó el encontronazo
02/09/2010
Un lujoso automóvil Mazda 6 salió intempestivamente del alto de la calle 78 con 59-A del Centro Histórico de Mérida con intenciones de ganar el paso a un Volkswagen Bora, pero terminó estampado contra la fachada del predio número 526.
El accidente de tránsito ocurrió alrededor de las 11 horas y lo protagonizaron dos mujeres jóvenes que iban a distintos lugares con fines académicos porque ambas son estudiantes.
Algunos testigos del percance quisieron distorsionar los hechos para apoyar a la joven conductora del Mazda 6 placas YZV-9594, una rubia que dijo ser extranjera y llamarse Pilar González Pérez.
“Yo lo vi. Ella venía sobre la calle 59-A (que es de preferencia) y la muchacha del Bora se voló el alto”, reportó uno de los testigos a los patrulleros de la unidad 5720 de la Secretaría de Seguridad Pública.
La misma versión dieron otros testigos que se arremolinaron junto al Mazda para ver a la guiadora. Pero los policías mostraron oficio en el peritaje. Observaron el ángulo del crucero, la posición en que quedaron los automóviles, los golpes que tenían ambos vehículos y luego entrevistaron a las conductoras.
Los policías no dudaron en responsabilizar a la joven Pilar González, quien finalmente aceptó que ella se voló el alto porque le quiso ganar al Bora, placas ZAA-8765, conducido de Oriente a Poniente por la joven Alejandra Alonzo Briceño.
“Ya quieren achacarme el accidente. Sólo porque ven que ella es de dinero”, señaló la señorita Alonzo Briceño antes que los policías dictaminaran a la responsable del percance.
“Vea el golpe, la posición de mi auto. Está claro. Yo venía en preferencia sobre la calle 59-A y la del Mazda se voló el alto, insistió la guiadora del Bora, quien es estudiante de la Facultad de Arquitectura de la Uady y se dirigía a Ciudad Caucel para supervisar una construcción.
Pilar González no hablaba muy bien el español.
Dijo que es extranjera (no quiso decir su origen) y lleva varios años viviendo en Mérida, donde estudia. Luego de la colisión sufrió una crisis de llanto y risa al mismo tiempo. Un refresco embotellado le devolvió el aplomo y sentada sobre la acera vio el epílogo de su travesura: su automóvil quedó con la facsia trasera desprendida, con una profunda abolladura en el lado trasero, la llanta delantera derecha pinchada y un hundimiento al frente por el impacto contra la pared del predio donde chocó.
El accidente de tránsito ocurrió alrededor de las 11 horas y lo protagonizaron dos mujeres jóvenes que iban a distintos lugares con fines académicos porque ambas son estudiantes.
Algunos testigos del percance quisieron distorsionar los hechos para apoyar a la joven conductora del Mazda 6 placas YZV-9594, una rubia que dijo ser extranjera y llamarse Pilar González Pérez.
“Yo lo vi. Ella venía sobre la calle 59-A (que es de preferencia) y la muchacha del Bora se voló el alto”, reportó uno de los testigos a los patrulleros de la unidad 5720 de la Secretaría de Seguridad Pública.
La misma versión dieron otros testigos que se arremolinaron junto al Mazda para ver a la guiadora. Pero los policías mostraron oficio en el peritaje. Observaron el ángulo del crucero, la posición en que quedaron los automóviles, los golpes que tenían ambos vehículos y luego entrevistaron a las conductoras.
Los policías no dudaron en responsabilizar a la joven Pilar González, quien finalmente aceptó que ella se voló el alto porque le quiso ganar al Bora, placas ZAA-8765, conducido de Oriente a Poniente por la joven Alejandra Alonzo Briceño.
“Ya quieren achacarme el accidente. Sólo porque ven que ella es de dinero”, señaló la señorita Alonzo Briceño antes que los policías dictaminaran a la responsable del percance.
“Vea el golpe, la posición de mi auto. Está claro. Yo venía en preferencia sobre la calle 59-A y la del Mazda se voló el alto, insistió la guiadora del Bora, quien es estudiante de la Facultad de Arquitectura de la Uady y se dirigía a Ciudad Caucel para supervisar una construcción.
Pilar González no hablaba muy bien el español.
Dijo que es extranjera (no quiso decir su origen) y lleva varios años viviendo en Mérida, donde estudia. Luego de la colisión sufrió una crisis de llanto y risa al mismo tiempo. Un refresco embotellado le devolvió el aplomo y sentada sobre la acera vio el epílogo de su travesura: su automóvil quedó con la facsia trasera desprendida, con una profunda abolladura en el lado trasero, la llanta delantera derecha pinchada y un hundimiento al frente por el impacto contra la pared del predio donde chocó.