José Luis Castillo Alcocer recuerda que fue el 4 de julio a la glorieta para expresar de manera cívica su inconformidad contra el túnel.
"Estaba a punto de retirarme cuando vi a Carlos Herrera, Ca lín, con unas 30 personas. Me dije: ¡Máre, esto se pondrá feo!
"En medio de la confusión y los golpes escuché a mi cuñado gritar el nombre de mi hija mayor, Alejandrina, estudiante de arquitectura. Giré la cabeza y la vi encima de un tractor junto con otras personas, estaba a punto de ser atacada", relata.
Toda una familia de luchadores cívicos, testigo de la golpiza
Publicada: 14 agosto 2011
José Luis Castillo Alcocer era pequeño cuando murió su padre, un médico del antiguo hospital de henequeneros, quien dejó a su viuda una modesta pensión para sacar adelante a siete hijos.
Aunque la mujer dependía de ese dinero que recibía del gobierno, no dudó en exponerlo para cumplir su deber ciudadano y unirse a protestas contra las autoridades.
"Ese ejemplo hizo que yo interviniera en luchas cívicas desde joven", recuerda.
"Por esa razón yo estuve el 4 de julio en la glorieta de la colonia México, para expresar mi inconformidad contra el túnel".
También acudieron, desde el domingo, su esposa, su suegra y su hija mayor, quienes sacrificaron descanso y ocupaciones para unirse a esa causa. El entrevistado estuvo con ellas hasta las tres de la madrugada, en la mañana también se retiró su cónyuge para ir al trabajo.
"El lunes 4 me llamó mi madre, quería ir a la glorieta. Ella tiene 82 años de edad, pero su espíritu cívico no envejece. Al medio día la dejé ahí, al lado de mi suegra y mis tres hijos, de 19, 17 y 15 años de edad. Después supe que también mi cuñado estaba ahí.
"Estaba a punto de retirarme cuando vi a Carlos Herrera, Ca lín, con unas 30 personas. Me dije: ¡Máre, esto se pondrá feo! Entonces permanecí en la glorieta, el grupo fracasó en sus provocaciones a los manifestantes y decidió embestir.
"En medio de la confusión y los golpes escuché a mi cuñado gritar el nombre de mi hija mayor, Alejandrina, estudiante de arquitectura. Giré la cabeza y la vi encima de un tractor junto con otras personas. Me abrí paso entre los golpeadores, llegué a ella y la bajé justo antes de que el grupo de choque atacara ese punto.
"Angustiado, busqué al resto de mi familia. Sonó mi teléfono, era mi esposa, me preguntó si era cierto que había una golpiza en la glorieta. Le dije que la llamaría después. Reuní a mis hijos y les ordené ir a casa de mi suegra, ubicada a unos pasos del lugar.
"Entonces vi al cónsul de Ho landa tirado en el piso. Cuando intentábamos ayudarlo se acercó Calín con otros golpeadores. ¡Fuera de aquí!, me dijeron.
"Yo repliqué: Este hombre está grave, hay que llevarlo a un hospital. ¡Fuera de acá!, repitieron. Si no te quitas de aquí, entonces te quitamos. Uno de los individuos tomó mi cartera del pantalón, y el resto me empujó".
José Luis considera muy grave lo que ocurrió el 4 de julio, no sólo porque la autoridad atacó a ciudadanos y se violaron leyes, sino porque esos hechos crearon encono en un amplio sector de la población.
De oficio comerciante, Castillo Alcocer señala también que los yucatecos se equivocaron al pensar que el PRI cambió después de estar 20 años fuera del Ayuntamiento de Mérida y haber perdido la gubernatura.
"Ese partido es el mismo del pasado: autoritario y represivo. Angélica Araujo e Ivone Ortega son sólo parte de esa estructura. Para el PRI, México no es una patria sino un negocio, por eso no cambia. No quiere perder la fuente de su poder y riqueza.- Hansel Vargas Aguilar
Tema: El paso deprimido
Luis Castillo Alcocer
"En la sociedad yucateca hay una división por las diferencias partidistas PRI-PAN, no hay que agrandar esa brecha".
"Las autoridades y su partido ocasionan un grave daño social al acrecentar esa separación, está poniendo la semilla para mayores problemas en el futuro".
Se equivocaron al pensar que el PRI cambió después de estar 20 años fuera del Ayuntamiento de Mérida y haber perdido la gubernatura