El “caso Calín” se suma a recurrentes problemas y vicios
Agobiado por un déficit constante, la falta de modernización de sus equipos y altibajos en sus operaciones, el rastro de Mérida es hoy rehén de grupos sindicales que, en forma súbita, lo pusieron en la agenda política al conocerse su participación en la represión del 4 de julio en la “Glorieta de la Paz”.
Por lo menos siete matarifes están plenamente identificados como parte del grupo que agredió a manifestantes ese día. Al frente de ellos estuvo su secretario de Organización, Juan Carlos (a) “Calín” Herrera Chalé; los demás son Julián Pastor Martínez Herrera, Daniel Rejón, Miguel Escalante Yam (a) “Moy”, Juan Antonio González (a) “Momia”, Fernando Oliver Perera Chan (a) “Mimoso” y Javier Salazar Dzib (a) “Hassan”.
Sólo a “Calín” se ha separado oficialmente de su puesto en el rastro, aunque tiene acceso a las instalaciones. En los demás casos ni siquiera se conoce el resultado de una investigación que, según el director, Juan Manuel Salomón Gómez, se realizó para deslindar responsabilidades.
Esa impunidad tiene su explicación en el control que ejercen sobre la empresa —su denominación oficial es Abastos de Mérida— sus dos sindicatos: el de matarifes que comandan Herrera Chalé y su padre, Ricardo Herrera Solís, y la sección 152 del Sindicato de la Industria de la Carne, que lidera el ex diputado José María Fernández Medina.
El Sindicato de Matarifes tiene cerca de 100 agremiados y hace unos días dio muestra de la desestabilización que podría causar en el rastro si se lo propusiera, al hacer breves paros en protesta por unas despensas que no había recibido. “Calín” negó esa versión.
Los abastecedores afirman que un paro, aunque sea breve, les ocasiona pérdidas de varios miles de pesos.
El sindicato que dirige Fernández Medina tiene menos de 30 agremiados, entre jefes de línea y personal de mantenimiento, de almacén y del departamento de entregas, entre otras áreas.
La carga que representan los grupos sindicales y otros factores internos y externos se resume en los siguientes puntos:
1) En la maquila de cada res o cerdo, desde su recepción hasta la salida, intervienen 45 sindicalizados. En total son 90 al día: la mitad para la matanza de reses y la otra mitad para la matanza de marranos.
2) Muchas personas hacen pocas cosas. Por citar un ejemplo: hay una para sacrificar el animal, otra para abrirlo, una más para quitar vísceras, otra para retirar la hiel del hígado, etcétera. Ex trabajadores del lugar admiten que uno solo podría desempeñar cinco o seis tareas.
3) El horario de labores es relajado. Hay dos turnos, para cada tipo de matanza, de tres o cuatro horas cuando mucho cada uno. Por lo general la línea de res opera de 12 i.m. a 3 p.m., y la de cerdo, de 4 a 7 ú 8 p.m.
4) Cada matarife cobra $117 al día por su turno de tres o cuatro horas. Hay casos en que “dobletean” y reciben el doble de paga, pero en realidad ni en este caso, por lo general, cumplen ocho horas de trabajo.
5) El contrato de trabajo establece amplias ventajas para la parte sindical, en detrimento de las finanzas municipales. Un ejemplo son los pagos de sueldo íntegro a dirigentes que estén “comisionados” en alguna tarea. “Calín” figura entre quienes se han visto beneficiados con ese privilegio.
6) Fernández Medina, líder del otro sindicato, también ha recibido beneficios económicos. En la administración municipal anterior recibía pagos mensuales cercanos a los $18,000 que, según se puede constatar en un recibo de nómina, incluían “incentivo por productividad”, “ayuda de transporte” y “bono de puntualidad”, no obstante sus ausencias. La cifra mencionada es antes de impuestos y de retención de cuotas sindicales.
El veterano cetemista es director de Servicios Generales de la Oficialía Mayor del gobierno del Estado y forma parte de la lista de 15 candidatos yucatecos al Consejo Político Nacional del PRI. Su esposa, Beatriz Solís Sánchez, es directora del Caimede y madre del diputado local Javier Osante Solís.
7) El matadero tiene equipos obsoletos, lo cual ocasiona que el mantenimiento preventivo y correctivo sea muy caro. Tampoco ha logrado un punto de equilibrio en sus finanzas. El Ayuntamiento le tiene que inyectar fuertes subsidios anuales.
8) Prácticas internas perjudican al cliente. La más común es el robo de carne a lo largo de toda la maquila, en cantidades que, según personas que han tenido relación con la matanza, puede ser de más de 20 kilos por animal.
Esta carne es comercializada después fuera del rastro.
9) Hay un grupo de personas que lucra en las instalaciones. Ex trabajadores entrevistados los identifican:
a) Roger Caamal Burgos, sindicalizado de la línea de cerdo, obtiene vísceras con el apoyo de sus compañeros, a quienes paga. Luego revende a una clientela formada por taqueros, principalmente.
b) Vicente Cano Canto es señalado como comprador de vísceras, cabezas y carne que tienen a Cancún como destino.
c) A Roger Zapata se le atribuye la obtención de las “corbatas” sustraídas a clientes que no ven sus “canales”.
10) Hay cuestionamientos en algunos aspectos sanitarios. Los exámenes anti y post mórtem de los animales, así como la vigilancia sanitaria de la carne que sale para consumo humano, están a cargo de Alejandro Metri.