Noticias de Yucatán
Jueves, 30 de julio de 2015
El nuevo arzobispo señala el rumbo que seguirá la Iglesia local
Quienes acudieron ayer a la misa de inicio del ministerio del V Arzobispo de Yucatán esperando encontrar algún signo de apertura de nuevos rumbos para la Iglesia yucateca recibieron la buena noticia que esperaban.
Antes de poner punto final a la concurrida ceremonia eucarística celebrada en el Centro de Convenciones, monseñor Gustavo Rodríguez Vega envió un mensaje —claro y poderoso— en el que, además de señalar el rumbo de su ministerio, mostró enfáticamente que el gobierno, en la Iglesia, es servicio y no ejercicio de poder.
“La eucaristía del inicio de mi ministerio en Yucatán también es llamada misa de toma de posesión… Pero yo vengo a que ustedes tomen posesión de mí, de mi persona. Vengo a servir. En esto el mensaje y testimonio original lo tenemos de Jesús, el Buen Pastor, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar la vida”.
Con una cita del profeta Isaías —El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a evangelizar a los pobres—, el nuevo arzobispo dio la clave de interpretación de lo que será su ministerio: atención privilegiada a los pobres y humildes, anuncio esperanzador para una Arquidiócesis en la que el 70% de sus fieles vive en condiciones de precariedad económica. Los pobres, continuó, son los preferidos del Señor y por lo mismo han de ser los preferidos de la Iglesia y de sus pastores. “Jesús hace de los pobres un verdadero sacramento de su persona al proclamar que quien da de comer al hambriento, de beber al sediento, quien viste al desnudo o visita al enfermo o al preso, lo atiende a Él y que la caridad con los pobres será la materia del Juicio Final”.
La opción preferente por los pobres, aclaró, no significa marginar a nadie, sino encaminar a todos hacia Cristo, para encontrarlo en la persona de los pobres. “Es un llamado a la conversión”.
Monseñor Rodríguez Vega conquistó a las 10,000 personas que abarrotaron el salón Chichén Itzá del Siglo XXI, que, entusiasmadas, lo interrumpieron más de 10 veces con aplausos. Esa buena imagen se multiplicó con un gesto involuntario que dejó su personalidad a la intemperie: al recordar a su antigua grey de Nuevo Laredo, sacudida por la violencia, fue incapaz de contener el llanto. El nuevo arzobispo, supieron todos, habla no sólo desde la inteligencia, también desde el corazón.