Relato de la agresión a reportero del Diario

25 julio 2015
Noticias de Yucatán



Arbitrariedades contra reportero de Megamedia



El sábado 18 de este mes nuestro reportero Gabriel Chan Uicab fue víctima de una nueva agresión a colaboradores de Grupo Megamedia a manos de agentes de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno del Estado. El siguiente es un relato detallado de los hechos, elaborado en primera persona por el periodista agredido:
Entre las cuatro y cinco de la tarde salí de las oficinas del periódico, en la motocicleta número económico 678 propiedad de Megamedia, para cubrir un hecho policíaco en la Avenida 128, luego de enterarme de que había varias patrullas en ese lugar.
Al llegar al semáforo de la avenida Jacinto Canek frente a un supermercado me di cuenta de que a lo lejos había unas patrullas y una ambulancia; me acerqué y estacioné junto a otras motocicletas y vehículos particulares que había ahí.
Bajé de la moto, crucé la calle y saqué el celular para tomar una foto, lo que observó un policía al que posteriormente identificaría como Carlos Durán. El agente se acercó a mí y de manera prepotente me dijo que no se podía tomar fotos. “Hey, no puedes estar tomando fotos, no ves que no sabemos qué pasó”, me indicó y lo repitió varias veces.
“Soy reportero, sólo estoy haciendo mi trabajo”, le respondí, mostrando mi gafete, además de que tenía puesta la playera gris de uno de los uniformes de Grupo Megamedia. “Te estás metiendo al área acordonada”, me dijo el policía y yo le señalé que no era así. “No, aquí está la cinta y los conos, no me he pasado”, le dije.
El policía insistía en que no podía tomar imágenes, por lo que decidí, para evitar conflictos, ir detrás de una camioneta de la corporación que estaba estacionada a un costado de la calle. El policía me seguía e insistía en que no podía tomar fotos por estar “contaminando” la escena, pero había muchas más personas, inclusive más cerca del herido que yo y los agentes no los retiraban del lugar, al ver que no me iba a dejar seguir con mi trabajo decidí comenzar a grabar.
En eso estaba cuando sentí que alguien me tomó del cuello; se trataba de una persona de 1.75 o 1.80 metros de estatura, de complexión gruesa, vestido de playera sport y pantalón claro, que en ese momento yo desconocía, pero luego me enteré que es hermano de la persona que estaba tirada en el piso y a la cual atendían paramédicos de la SSP. Con insultos y aún con la mano sosteniendo mi cuello fuertemente, me pedía el teléfono celular. “Que no entiendes que no puedes grabar”, me decía. En ese momento, para evitar que me quite el celular, comenzamos a forcejear y así avanzamos unos 10 metros. Durante ese trayecto me di cuenta de que había varios policías parados y mirando la agresión, incluso el que inicialmente trataba de impedir mi trabajo estaba junto a nosotros cuando comenzó el forcejeo, pero ninguno intervino para garantizar mi seguridad.
Por tal cosa yo les comencé a pedir ayuda: “policías, me están agrediendo, me quieren robar, ayúdenme”, pero ninguno reaccionó, seguían mirando y volteando a ver a otras partes, como si nada estuviera pasando. En un momento dado, en el forcejeo, chocamos con un vehículo, fue entonces que los agentes decidieron intervenir, entre cuatro o cinco se lanzaron contra mi agresor y lo sometieron.
A mí me agarró un agente, el llamado Carlos Durán, que fue el nombre que alcancé a ver bordado en su uniforme; este policía me dobló el brazo izquierdo hacia la espalda, provocando en ese momento un malestar en el hombro del mismo lado, me alejó unos metros del agresor y me dijo “te lo dije, ahora sí, ya te chin…, vas a viajar…”
Cuando yo estaba llamando a mis superiores para reportar los hechos, el policía que me tenía agarrado se dio cuenta y me gritó: “Deja de estar de chismoso con tus compañeros”, entre otras cosas, al mismo tiempo que intentó quitarme el celular, cosa que no pudo hacer. Comenzamos a forcejear, aún con la llamada, yo gritaba el lugar en donde estaba y quiénes me agredían.
En ese momento se acercaron más policías, quienes me sometieron, el teléfono ya no lo tenía en la mano, y con las dos manos en la espalda me colocaron las esposas; yo gritaba a la gente que observaba, pedía que grabaran con sus celulares, la gente respondía y gritaba a los oficiales que me dejen porque yo nada más estaba cumpliendo con mi trabajo. “A él por qué se lo llevan, él es reportero, está trabajando, nosotros les pagamos lo que quieran”, dijo una mujer.
A empujones me subieron a la camioneta de la SSP número 6278 y una mujer se acercó y me daba mi teléfono y mis lentes; un muchacho me puso los lentes en la cara porque le pedí que lo hiciera y la mujer dijo que se quedaría con mi teléfono porque los policías me lo iban a quitar, pero los agentes le dijeron que no se podía. Entonces la señora abrió mi mochila y metió ahí el teléfono celular.
Entre gritos y alboroto alguien dio la orden para que el policía arranque la camioneta. “Que se los lleven, ya de una vez”, gritó la persona que dio la orden. “¿Por qué les damos entrada?”, dijo otro. “Por siete siete”, le respondieron.
La camioneta arrancó y avanzó unas cuadras hasta llegar a donde estaba la camioneta 6205, de la misma SSP. En ese trayecto el policía Carlos Durán me gritaba a la cara y me decía que yo no podía hacerle nada, me retaba para tomar su nombre y me lo proporcionó, enseguida insistió en que yo no podía hacerle nada.
Con más empujones me subieron a la otra camioneta para llevarme al edificio de la Secretaría de Seguridad Pública en el Periférico. En el camino la otra persona detenida me pidió disculpas. “No fue mi intención lastimarte, yo salí corriendo a ayudar a mi hermano, estaba tirado bañado en sangre, luego te vi y se me hizo fácil irme contra tí”.
Ya en la puerta del edificio de la policía un agente me pidió que firmara una hoja con “mis derechos”. “Tienes derecho a un abogado y a permanecer en silencio”, me dijo. En ese momento me dieron mi teléfono y me ordenaron que lo metiera en mi mochila de inmediato.
El comandante Raúl Caamal Gutiérrez me llamó por separado, me preguntó qué había pasado y ofreció que me iban a ayudar.
Me preguntó si había tomado imágenes o vídeos, le indiqué que sí y me dijo que sacara el teléfono de mi mochila, se lo entregué, él lo prendió y él mismo se percató de que las imágenes y vídeos que había tomado los habían borrado. “Ya ve, el teléfono no estaba apagado, ellos lo apagaron y ellos borraron las fotos”, le dije. Se me quedó mirando y me dijo que “Tu eres la víctima, te vamos a echar la mano, una patrulla va a llevarte a la Fiscalía a poner tu demanda y te va a traer, ya pedí que traigan tu moto para aquí y cuando regreses te entregamos la moto”, me dijo.
“Ahora te van a tomar tu declaración”, me dijo. “¿Y la hoja que me hicieron firmar donde estaba detenido?”, le pregunté. “No, esa hoja ya no vale, ya la rompimos, ya la tiramos, ya no vale” , me dijo.
Llegó el agente y comencé a relatar todo lo sucedido, pero no quiso poner lo que yo le dictaba, en cambio, el comandante me dijo, con una voz de regaño: “Es que veo que aún estás inconforme, ya te dijimos que te vamos a ayudar, pero creo que tú no quieres entender, vas a ir a la Fiscalía y vas a poner la demanda contra ese cabrón, y las lesiones que tienes (el dolor en el hombro y las marcas) te las provocó él, vas y cuando regreses te damos tu moto”, me dijo.
Enseguida me llevaron a la Fiscalía. Entramos a pedir “la ficha” para interponer la demanda, el policía que me llevó entró con nosotros y al momento en que yo le contaba lo que había sucedido a una licenciada, el agente levantó la voz diciendo “ya habíamos quedado en algo, te dijimos qué ibas a decir, no cambies tu versión ahora”.
Me mantuve en silencio, la licenciada me preguntó si estaba seguro de poner la queja contra los agentes y le dije que mi queja era contra todos los que me agredieron. El agente salió de la oficina y comenzó a realizar unas llamadas. Posteriormente nos llamaron y entramos a la agencia del Ministerio Público para interponer la queja contra los agresores.
Agresiones a reporteros Nuevo caso
La agresión a Gabriel Chan es la segunda a un reportero de Megamedia en tres meses:
Caso Hernán Casares
Apenas el 2 de mayo de este año, otro reportero del Diario, Hernán Javier Casares Cámara, sufrió una agresión presenciada por agentes de la Secretaría de Seguridad Pública, cuando se encontraba investigando el caso de unas bodegas en el Periférico donde, según denuncias que le llegaron, se almacenaban miles de despensas que sería usadas para la compra de votos en el proceso electoral del 7 de junio.
Sigue el silencio
Pese a las denuncias ante las autoridades correspondientes y a las peticiones inclusive de organismos internacionales, ese caso sigue en la impunidad.


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