Noticias de Yucatán
En Xcalachén, punto donde se unen el centro y el sur de Mérida, el rey ha muerto.
Desde hace varias semanas, en la esquina que forman las calles 95 y 62-A, un letrero indica que están en venta el local de la chicharronería “El rey David” y sus anexos, una casa y cuatro departamentos.
El cerrado negocio es elocuente reflejo de la paulatina debacle de una industria que dio identidad a Xcalachén: la venta de chicharra, que, además de su rey en la 95 con 64, tuvo a su príncipe —también ya desaparecido— en la esquina de la 64 con 93.
Ahora sobresalen en la zona comercios de giro diverso, muchos de ellos nuevos. También son notorios los locales cerrados, señal de que el movimiento económico se ha desplomado.
Común en los hogares yucatecos hasta hace unos años, la chicharra —acepción yucateca del chicharrón— perdió bonos en gran medida con el auge de la cultura “light” y el rechazo de algunos sectores a todo alimento que tenga relación con la grasa, a pesar de que los productores porcícolas argumentan una y otra vez que ahora los cerdos aportan más carne magra.
“Mucha gente se cuida y evita la grasa. Hay quienes compran la chicharra ‘light’, sin grasa, sólo de carne”, dice Elda Rodríguez González, propietaria del expendio “La Lupita”, en la calle 64, y heredera del “reinado” que fomentó su abuelo Manuel David Rodríguez Sierra, el original “rey David” y pionero de la actividad comercial en Xcalachén.
Elda Rodríguez recuerda que en ese sector llegaron a funcionar hasta siete chicharronerías —su padre fue dueño de “El príncipe David”—, de las cuales sólo sobreviven “La Lupita” y “La flor de Xcalachén”, esta última sobre la calle 95. Más al poniente, rumbo al Panteón Florido, hay un expendio de menor antigüedad.
Los orígenes
La chicharra de “El rey David” fue conocida prácticamente en todos los rincones de Mérida e incluso del interior del Estado. Fueron famosos su castakán, el puyul y, principalmente, el buche relleno, que fue creado por Elda María Valdez Várguez, esposa de don Manuel David Rodríguez.
La incursión del señor Rodríguez Sierra en la preparación y venta de chicharra se concretó gracias a que Estados Unidos perdió a un bracero yucateco.
En 1948, con la caída del henequén y el cierre de una cordelería donde trabajaba, Manuel David viajó al vecino país para laborar en los campos de cultivo de Michigan.
Poco tiempo después regresó y, alentado por su cuñado José “Pepe” Valdez Várguez, se dedicó a la venta de carne en terrenos que adquirió en Xcalachén, donde construyó también su casa. Más adelante dio paso a la elaboración y comercialización de chicharra, con el peculiar estilo que con el paso de los años dio fama a “El rey David”.
A diario se tenían que sacrificar varios cerdos y una res para satisfacer la demanda de chicharra y carne. Los clientes llegaban lo mismo a pie que en bicicleta y automóviles modestos o de lujo. Pronto surgió también “El príncipe David”, de Manuel David Rodríguez Valdez.
Así, Xcalachén fue conocido más por la venta de la chicharra. En ningún otro lugar se podían encontrar los buches rellenos que elaboraba doña EldaValdez.
De la cantina del rumbo, propiedad entonces de Guadalupe Ríos, se solicitaba chicharra para ofrecer como botana. De pronto se oía un pedido “para Manolo Muñoz”, uno de los cantantes que llegaron a actuar en ese negocio cuando ofrecía un ambiente familiar.
Colgados de la fama
En otros puntos de la ciudad surgieron expendios que aprovecharon la fama de Xcalachén y de la industria chicharronera. Era común ver otros negocios del mismo giro llamados “El rey David”. Hoy subsiste “Un rinconcito de Xcalachén” en la zona de Granjas, en el Oriente.
El tiempo pasó y la situación cambió por completo. Manuel David Rodríguez padre falleció en 2010, a los 88 años, cuando ya había dejado el negocio en manos de sus descendientes.
La cultura “light” se fue encargando de lo demás y tiene a su más reciente víctima en el cierre de “El rey David”.
“Prácticamente la muerte de mis abuelos y la enfermedad de mi papá causaron el cierre (de sus respectivos locales)”, relata Elda Rodríguez. “Fueron los primeros y ya cerraron. Yo sigo la tradición y me siento orgullosa de ella”.
En otras zonas de la ciudad se pueden encontrar chicharronerías, pero en Xcalachén se sabe que no habrá otro reinado como el que allí se asentó.
En Xcalachén, punto donde se unen el centro y el sur de Mérida, el rey ha muerto.
Desde hace varias semanas, en la esquina que forman las calles 95 y 62-A, un letrero indica que están en venta el local de la chicharronería “El rey David” y sus anexos, una casa y cuatro departamentos.
El cerrado negocio es elocuente reflejo de la paulatina debacle de una industria que dio identidad a Xcalachén: la venta de chicharra, que, además de su rey en la 95 con 64, tuvo a su príncipe —también ya desaparecido— en la esquina de la 64 con 93.
Ahora sobresalen en la zona comercios de giro diverso, muchos de ellos nuevos. También son notorios los locales cerrados, señal de que el movimiento económico se ha desplomado.
Común en los hogares yucatecos hasta hace unos años, la chicharra —acepción yucateca del chicharrón— perdió bonos en gran medida con el auge de la cultura “light” y el rechazo de algunos sectores a todo alimento que tenga relación con la grasa, a pesar de que los productores porcícolas argumentan una y otra vez que ahora los cerdos aportan más carne magra.
“Mucha gente se cuida y evita la grasa. Hay quienes compran la chicharra ‘light’, sin grasa, sólo de carne”, dice Elda Rodríguez González, propietaria del expendio “La Lupita”, en la calle 64, y heredera del “reinado” que fomentó su abuelo Manuel David Rodríguez Sierra, el original “rey David” y pionero de la actividad comercial en Xcalachén.
Elda Rodríguez recuerda que en ese sector llegaron a funcionar hasta siete chicharronerías —su padre fue dueño de “El príncipe David”—, de las cuales sólo sobreviven “La Lupita” y “La flor de Xcalachén”, esta última sobre la calle 95. Más al poniente, rumbo al Panteón Florido, hay un expendio de menor antigüedad.
Los orígenes
La chicharra de “El rey David” fue conocida prácticamente en todos los rincones de Mérida e incluso del interior del Estado. Fueron famosos su castakán, el puyul y, principalmente, el buche relleno, que fue creado por Elda María Valdez Várguez, esposa de don Manuel David Rodríguez.
La incursión del señor Rodríguez Sierra en la preparación y venta de chicharra se concretó gracias a que Estados Unidos perdió a un bracero yucateco.
En 1948, con la caída del henequén y el cierre de una cordelería donde trabajaba, Manuel David viajó al vecino país para laborar en los campos de cultivo de Michigan.
Poco tiempo después regresó y, alentado por su cuñado José “Pepe” Valdez Várguez, se dedicó a la venta de carne en terrenos que adquirió en Xcalachén, donde construyó también su casa. Más adelante dio paso a la elaboración y comercialización de chicharra, con el peculiar estilo que con el paso de los años dio fama a “El rey David”.
A diario se tenían que sacrificar varios cerdos y una res para satisfacer la demanda de chicharra y carne. Los clientes llegaban lo mismo a pie que en bicicleta y automóviles modestos o de lujo. Pronto surgió también “El príncipe David”, de Manuel David Rodríguez Valdez.
Así, Xcalachén fue conocido más por la venta de la chicharra. En ningún otro lugar se podían encontrar los buches rellenos que elaboraba doña EldaValdez.
De la cantina del rumbo, propiedad entonces de Guadalupe Ríos, se solicitaba chicharra para ofrecer como botana. De pronto se oía un pedido “para Manolo Muñoz”, uno de los cantantes que llegaron a actuar en ese negocio cuando ofrecía un ambiente familiar.
Colgados de la fama
En otros puntos de la ciudad surgieron expendios que aprovecharon la fama de Xcalachén y de la industria chicharronera. Era común ver otros negocios del mismo giro llamados “El rey David”. Hoy subsiste “Un rinconcito de Xcalachén” en la zona de Granjas, en el Oriente.
El tiempo pasó y la situación cambió por completo. Manuel David Rodríguez padre falleció en 2010, a los 88 años, cuando ya había dejado el negocio en manos de sus descendientes.
La cultura “light” se fue encargando de lo demás y tiene a su más reciente víctima en el cierre de “El rey David”.
“Prácticamente la muerte de mis abuelos y la enfermedad de mi papá causaron el cierre (de sus respectivos locales)”, relata Elda Rodríguez. “Fueron los primeros y ya cerraron. Yo sigo la tradición y me siento orgullosa de ella”.
En otras zonas de la ciudad se pueden encontrar chicharronerías, pero en Xcalachén se sabe que no habrá otro reinado como el que allí se asentó.