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Con el sueño de triunfar en el gigante asiático, Fabricio Torres partió a China en 2011. Pero no se imaginó que después el gobierno chino le prohibiría salir de sus fronteras por lo que tuvo que vivir en clandestinidad para salir adelante y volver a San Luis Potosí.
Fabricio tuvo que luchar cinco años para regresar junto a su familia.
Fue en marzo de 2011 cuando Fabricio llegó a Shanghái para trabajar en un restaurante de comida mexicana, propiedad de otro mexicano y un chino, quienes lo nombraron gerente general, con todas las responsabilidades de ser el representante legal de la compañía.
A principios de 2013 renunció al restaurante y quiso volver a México; sin embargo, en el aeropuerto de Shanghái lo retuvieron y le informaron que las autoridades habían emitido una alerta migratoria en su contra.
Luego de investigar las causas, Fabricio descubrió que la empresa en la que trabajó incumplió con el contrato de arrendamiento y fue demandada, pero como los dueños desaparecieron lo relacionaron a él.
Debido a lo cerrado del régimen comunista de China, Fabricio tuvo que sobrevivir en la clandestinidad, ya que además de no poder salir del país, no podía trabajar, rentar una vivienda ni recibir dinero, prácticamente estaba preso ‘en libertad’.
“(Trabajé) en lo que me fuera saliendo, gracias a que tenía preparación y tampoco me dejaba caer, estuve entrenando gente, soy entrenador personal, haciendo inspecciones de calidad para exportaciones hacia México, gracias a unos contactos que ya había hecho y lo que me saliera, anduve de mesero, paseando perritos.
“Todo era por debajo del agua porque necesitas un visado y una residencia que te permita el trabajo, tienen todo registrado y sin los permisos propios no puedes hacer nada”, explicó Fabrico en entrevista radiofónica a MVS.
Su situación se complicó luego de que acudió al consulado mexicano en la ciudad china, donde le dijeron que no había recursos ni herramientas para ayudarlo, por lo que decidió llevar el caso por su cuenta contratando a diferentes abogados que, junto a las autoridades mexicanas, lograron, casi cinco años después, que recibiera el indulto del gobierno chino.
“Estuve completamente atado de manos, fue horrible”, aseguró Fabricio, ya que también tenía que cuidarse en la calle de que alguna autoridad migratoria lo descubriera y lo detuviera.
También batalló con las dificultades del acceso a la tecnología por las restricciones del régimen comunista; sin embargo, también en la clandestinidad, logró estar en contacto con México para resolver su situación.
Desde México se formó un movimiento en redes sociales, con cuentas en Facebook y Twitter, así como una petición en Change.org, en la que se dio seguimiento a su ‘encierro’. Parte importante también fue su familia que le envió dinero, el cual cobraba a través de un amigo.
Fabricio Torres aterrizó en México el pasado 23 de agosto.
Con información de MVS Noticias