Jesús Cantú (*)
Como todos los partidos en el gobierno que pierden las elecciones, el Partido Acción Nacional afronta los problemas internos derivados de la derrota, pero sobre todo del reparto de responsabilidades.
En este caso la situación se agrava porque el todavía presidente Felipe Calderón primero intentó cargársela totalmente al partido y a los responsables de la campaña de la candidata presidencial Josefina Vázquez Mota; y ahora, tras la reacción de sus correligionarios, cambia los términos, pero pretende minimizar sus culpas y mantener el control del partido a través de sus fieles seguidores.
Tras los primeros intercambios de opiniones entre las diferentes corrientes del PAN parece que hay al menos dos consensos muy claros: uno, no se requiere la refundación del partido, pues en realidad lo que todos buscan es regresar a las raíces y los principios que les dieron sus fundadores; y dos, sí es indispensable revisar a fondo la estructura y los documentos básicos, es decir, reorganización y nuevosestatutos.
Hay dos grupos que han sido especialmente críticos y ponen el dedo en la llaga. Uno conformado por ex gobernadores como Ernesto Ruffo, Juan Carlos Romero Hicks, Carlos Medina Plascencia, Fernando Canales y Alejandro González Alcocer, así como legisladores o ex legisladores, entre los que figuran Javier Corral, Ricardo García Cervantes, Santiago Creel y Juan José Rodríguez Prats, que reconoce lo que muchos le han criticado a los gobiernos panistas, su incapacidad para transformar el sistema político mexicano e impulsar la tan anhelada transición a la democracia.
Este grupo condena que en el blanquiazul surgió una insospechada cultura presidencialista, que condujo incluso a que se fortalecieran los pilares del régimen autoritario priista. Según una nota publicada en el periódico “Reforma”, en su edición del sábado 11 de agosto, señalaron: “No se profundizó en el principal objetivo para el que fuimos llamados… transformar el régimen político y las estructuras corporativas sobre las que ahora, casi intactas, se ha vuelto a alzar el PRI con su triunfo electoral”.El segundo, conformado básicamente por consejeros nacionales y también un grupo de legisladores y ex legisladores, entre los que destacan Francisco Ramírez Acuña, Elena Álvarez de Vicencio, Juan Miguel Alcántara y Juan Antonio García Villa, que demandan: “Comencemos por reconocer que. incurrimos en fallas que incluyen problemas de corrupción, amiguismo, la existencia y operación de grupos de interés en el PAN y una alevosa práctica de intervención indebida de actores de gobierno en la vida del partido, en todos los niveles, situaciones que deben corregirse”.
El Consejo Nacional del PAN sesionó anteayer sábado 11 y ayer domingo 12, básicamente para definir la ruta a seguir para lograr la revisión o reestructuración de su partido, en lo que todos coinciden. Una vez que Calderón dejó de luchar porque la Asamblea Nacional extraordinaria de su partido se realizara antes de que él abandone la Presidencia el 1 de diciembre, la principal disputa será la integración de una comisión al interior del partido que revise a fondo los acontecimientos que condujeron a la derrota electoral y sea la encargada de hacer la propuesta de reforma estatutaria y organizacional.
Y, desde luego, en la definición si esta revisión de fondo también alcanza la renovación anticipada de la dirigencia nacional, incluyendo al actual Comité Ejecutivo Nacional y el mismo Consejo Nacional, como demanda el segundo grupo al que ya nos referimos.
Lo más probable es que de este Consejo Nacional simplemente surja la comisión interna responsable de conducir los trabajos de evaluación y elaborar las propuestas de reformas; pero de su conformación dependerá eventualmente los alcances de sus trabajos.
El PAN, como todos los partidos en el poder, sufrió los desgastes que esto trae aparejados: por una parte, las inconformidades que las políticas públicas que se implementan generan, pues inevitablemente hay grupos que se sienten ignorados o al menos desatendidos; y, por otra, la cantidad de oportunistas y arribistas que siempre buscan subirse al carro ganador, aunque no compartan ni los principios ni la ideología del partido en el poder.
En este caso, sin ninguna duda, además de estos dos desgastes, hay que sumarle el desencanto de una parte importante de la ciudadanía que, sin ser militante ni siquiera simpatizante blanquiazul, tuvo la confianza de que ellos encabezarían la transición a la democracia y, como señala el primer grupo de panistas ya mencionado, percibe que no sólo no se avanzó en dicho sentido, sino que incluso se fortalecieron ciertos pilares del viejo régimen autoritario.
A pesar de todo ello, el PAN será el segundo grupo parlamentario más numeroso en ambas Cámaras. En el caso del Senado, gracias a las entidades que logró ganar, con lo cual ni siquiera una alianza de los partidos de izquierda puede superarlos; y en la Cámara de Diputados, por la división de curules entre los partidos que conformaron la coalición Movimiento Progresista.
Así los panistas no están al borde del abismo y tendrán una importante tarea en el próximo sexenio, pues pueden ser el factor clave en las propuestas de reformas constitucionales, pero sí pueden despeñarse si no son capaces de procesar sus diferencias hoy que regresan a ser oposición.
El reto se acrecenta porque, especialmente en el presente sexenio, la injerencia del Presidente y su equipo en el partido fue decisiva y finalmente su voluntad se imponía, así se encontrara en minoría; en la siguiente Asamblea Nacional ya no habrá esa voz hegemónica que incline la balanza, aunque no resuelva las diferencias; a partir de ahora, tendrán que encontrar nuevamente mecanismos democráticos para procesar sus diferencias.- México, D.F.