El cambio de más de 82,000 luminarias del alumbrado público en Mérida, ordenado por la alcaldesa Angélica Araujo Lara en 2011 —el tema regresa a la discusión pública luego de la polémica sentencia del Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa— fue en realidad un negocio redondo, de “pura saliva”, contrario a los intereses de la ciudad, que produjo cuantiosas ganancias a un reducido grupo de empresarios del interior de la República y, al parecer, a varios funcionarios involucrados en esta maniobra.
Datos recabados por Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, que destapó el caso en un reportaje publicado el 16 de marzo de 2011, y lo ha seguido de cerca más de cuatro años, confirman, por ejemplo, que una empresa de Guadalajara, AB&C Leasing, obtuvo un contrato de arrendamiento financiero simple ese año, mediante una licitación a modo, para rentar a la Comuna miles de lámparas de inducción magnética durante cinco años por $468.8 millones ¡sin aportar un solo peso!
Triplete
Para conseguir las lámparas, esta compañía se asoció el mismo día que ganó la licitación —fue el único postor— con una oscura empresa de Nuevo León, de reciente creación, llamada Grupo W México Energía Verde, S.A. de C.V., sin experiencia en el tema, que compró lámparas baratas y de mala calidad en China y se las rentó al Ayuntamiento, a través de AB&C Leasing, ¡al triple de precio!
Para redondear el negocio, la arrendadora propició la firma de un contrato de factoraje emisor y de 16 contratos de prenda entre el gobierno de Angélica Araujo y el banco español Santander, en marzo de 2011, el mismo mes que firmó el contrato de arrendamiento por medio del cual AB&C Leasing cedió al banco sus derechos de cobro por el arrendamiento de las lámparas, previo pago de una comisión millonaria.
El banco, en tanto, empezó a cobrar a la Comuna, “a lo chino”, también en marzo de 2011, $7.8 millones mensuales por el arrendamiento de las luminarias, a través de una cuenta domiciliada por el Ayuntamiento, en la que Santander descontaba esa cantidad de los fondos municipales, automáticamente, sin importar si las lámparas funcionaran o no.
En la gestión de Angélica Araujo, quien renunció a la alcaldía en enero de 2012 para ser candidata del PRI al Senado (la suplió Álvaro Omar Lara Pacheco, primo de la ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco), Santander cobró 18 mensualidades, equivalentes a $140.40 millones, con el compromiso de que los siguientes dos presidentes municipales pagarían el saldo, de $328.4 millones.
En esta operación, que algunos llaman “el robo del siglo”, todos ganaron: Angélica Araujo Lara se fue al Senado, AB&C Leasing regresó a Guadalajara con su jugosa comisión, Grupo W Energía Verde rentó y colocó las lámparas con una ganancia de $39 millones y el banco se alistó para cobrar sus rentas mensuales hasta febrero de 2016, al amparo de un contrato de factoraje “muy bien amarrado”, según se creía entonces.
Quien perdió fue la ciudad. A partir del cambio de las luminarias, el nivel de iluminación de las calles disminuyó drásticamente, expresado en el “efecto cebra”, y el patrimonio financiero del Ayuntamiento se desplomó.
Información manipulada
¿Cómo prosperó una iniciativa de este tipo, diseñada burdamente en muchos aspectos y lesiva para Mérida a todas luces, sin la oposición de alguien?
Los indicios apuntan a una maquinación de Angélica Araujo y de sus funcionarios más cercanos para obtener la aprobación del Cabildo a ese plan, mediante la entrega de información falsa y manipulada a los regidores, con la creencia de que así podrían apropiarse de cuantiosos recursos públicos.
En la sesión del 15 de enero de 2011, la entonces alcaldesa convenció a los regidores de todos los partidos, incluidos los del PAN, de las ventajas de aprobar su “Proyecto de Ahorro y Eficiencia Energética del Municipio de Mérida”, que buscaba cambiar todas las luminarias de vapor de sodio de alta presión, instaladas en el municipio, por otras tantas de inducción magnética, “mejores y más ahorradoras”, según Angélica Araujo.
Renta Operación a modo
El contrato con la empresa tapatía AB&C Leasing fue mediante una licitación a modo
Inversión
Dicha compañía fue el único postor y obtuvo de Angélica Araujo un contrato de arrendamiento financiero para rentar a la Comuna miles de lámparas ¡sin poner un solo peso!
A partir del cambio de las luminarias, la iluminación de las calles disminuyó drásticamente y el patrimonio financiero del Ayuntamiento se desplomó