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REYNOSA, Tamaulipas (EFE) Con un día a día afectado a menudo por las actividades delictivas y unos tiroteos que detonan el terror en ciertas zonas, los habitantes de Reynosa pelean por lograr una aparente normalidad en este municipio mexicano que busca limpiar su imagen y dar confianza a la ciudadanía.
La ciudad "está muy peligrosa, y no solo en la colonia (barrio). Han habido balaceras y lo que tenemos que hacer es tirarnos al suelo. Salimos a trabajar, pero no sabemos si volveremos a casa", reconoce a Efe Federico Tovar, un vendedor ambulante de 62 años.
Tovar reside en la humilde colonia Praderas de Oriente. Un tren atraviesa varias veces el día esta zona sin que ni una simple valla separe el ferrocarril de las casas
Segundos después de apagar el micrófono, se escucha a lo lejos una ráfaga de disparos. "Son balazos, y esto significa que han matado a alguien, seguro", añade el hombre más que asustado, resignado.
Tovar subsiste con 4,000 pesos al mes (unos 214 dólares) y vive en esta casa autoconstruida con cemento y madera con dos de sus hijos y varios nietos.
No es el único que lamenta que los tiroteos, que antes ocurrían en otras zonas de esta ciudad de unos 700,000 habitantes, hayan llegado a su hogar.
Martina Campos es su vecina, tiene 49 años, seis hijos y 14 nietos. Para ella, el tren no es un peligro. O si lo es, queda atenuado por otro mucho más mortífero, el de los proyectiles perdidos.
"Cuando hay balazos yo las meto a todas dentro de casa con las criaturas, y que no salgan", relata a Efe esta mujer, que el pasado diciembre vivió su momento más terrorífico.
En la entrada de su barrio se produjo un fuerte tiroteo -aparentemente entre grupos armados- y tuvieron que salir del vehículo en el que se encontraban para esconderse donde pudieron.
Según cifras de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas proporcionadas a Efe, Reynosa registró 296 asesinatos en 2017.
Aunque en México hay ciudades mucho más violentas, esta localidad fronteriza con Estados Unidos vive una realidad particular.
En ocasiones se convierte en una zona de guerra, en la que grupos delictivos chocan frontalmente -hoy dos facciones del Cártel del Golfo que se disputan el territorio- o se enfrentan con las fuerzas federales.
De hecho, del total de muertes violentas, se estima que el 90% se relaciona con estos choques. Solo en 2017, murieron 15 policías estatales y un mando en el ejercicio de su deber.
También son frecuentes los llamados narcobloqueos, cuando el crimen organizado atraviesa e incendia vehículos pesados para evitar el paso de las fuerzas de seguridad y, además, generar el caos vial.
Según la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, el 95.6 % de los habitantes de Reynosa dice sentirse inseguro en su ciudad, el mayor porcentaje para una urbe de todo México.
Aunque Reynosa no es siempre conflictiva, la realidad es que la violencia se cierne, de un modo u otro, sobre la mayoría de sus habitantes, condicionando su cotidianeidad.
María Luisa Rodríguez, una ama de casa de 60 años, cuenta que apenas sale con la familia en las noches por seguridad. Más tranquila, comenta que la escuela de sus nietas queda muy cerca del domicilio, por lo que corren menos riesgos.
"Aquí se vive bien, pero la delincuencia y el narcotráfico incomodan un poquito, y se vive con miedo", reconoce Arturo Ortiz, un dentista del centro que se informa mediante redes sociales y amigos ante eventuales situaciones de riesgo.
Y es que para miles de reynosenses, páginas en Twitter o Facebook como Reynosa Código Rojo son básicos para informarse y alertar sobre las llamadas Situaciones de Riesgo (SDR) acontecidas en la ciudad.
El margen de mejora es mucho, y tanto autoridades estatales como municipales intentan mejorar la vida en la localidad.
Desde el gobierno de Tamaulipas, en manos del conservador Partido Acción Nacional (PAN) tras el control durante ocho décadas del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), trabajan en el programa Unidos Por Reynosa.
Este busca, a través de varias acciones, cambiar la imagen de las zonas más marginadas o mejorar la asistencia médica, "reconstruir el tejido social", cuenta a Efe el secretario de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del estado, Gilberto Estrella.
Aseguran que desde la aplicación de este plan "ha ido bajando el clima de inseguridad" y celebran que, además, la ciudadanía ha recuperado la confianza en el gobierno.
Maki Ortiz, la alcaldesa de Reynosa, también del PAN, lamenta que la ciudad no tenga policías municipales porque bajo la estrategia de mando único está a cargo de estado y la Federación.
"La ciudadanía está desatendida", denuncia a Efe, pues las fuerzas de seguridad, en su combate frontal al crimen organizado, "descuidan" los delitos del fuero común, como el robo.
Consciente de que "fuego con fuego nunca sirve", Ortiz apostó por la transparencia y la rendición de cuentas, sextuplicó el número de becas y multiplicó las charlas en escuelas sobre violencia, salud y valores.
"Es una minoría, muy poca, la que se dedica a la violencia, pero tiene a la ciudad, al país y al mundo, con esta visión. Pero Reynosa es muy productiva, y va hacia adelante", aseguró la presidenta municipal. (EFE).