Apenas es un primer paso

17 noviembre 2013
Noticias de Yucatán ()

Daniel Jesús Carrillo Polanco (*)


Ciudadanos vigilantes del erario
Con agrado me enteré de una buena noticia: la integración del Consejo de Vigilancia para el seguimiento del Presupuesto de Egresos que, entre otras cosas, tendrá a su cargo la elaboración del plan de gastos del Ayuntamiento de Mérida y vigilará el destino del erario, una medida que desde hace mucho tiempo se debió poner en marcha.
Como bien lo señala la nota, es una medida que ayudará a que los meridanos conozcan con más precisión cuál será el destino del presupuesto público, es decir, de nuestros impuestos.
En contraparte, es una pena que el Ejecutivo del Estado, que en principio dijo que adoptaría una medida similar, se saliera por la tangente y decidiera no transparentar el manejo de los recursos de todos los yucatecos. El temor ha de ser fundado porque con un consejo de vigilancia ciudadano sería más difícil -que no imposible- echar mano del dinero público para aceitar a la maquinaria electorera, más aún si consideramos que el año que viene comienzan formalmente los procesos electorales, tanto estatal como federal, con miras a las elecciones de 2015.
Permitir de modo real y palpable que grupos organizados participen en el manejo de los recursos es un gran avance en la vida democrática, pero es apenas el principio para comenzar a construir la credibilidad social. También se requieren otras instancias que deben dejar de estar en manos de los propios gobiernos, porque se convierten en instrumentos de simulación.
Las contralorías y las unidades de transparencia también deben estar en manos de consejos ciudadanos, integrados por personas con solvencia moral y con la absoluta autonomía política y presupuestal para que las denuncias contra los funcionarios, de cualquier nivel, realmente sean atendidas con objetividad y para que las peticiones de transparencia sean todas atendidas sin requerir el visto bueno o de la “palomeada” del alcalde o del gobernador en turno.
Es más que obvio que los titulares de contralorías y de unidades de transparencia son empleados de los funcionarios, y por lo tanto, dependen económicamente de quienes los pusieron, saben que una decisión que cause contrariedad a su jefe les puede costar el puesto.
Lo mismo ocurre con las instancias de derechos humanos, que por lo general quienes las han encabezado carecen de la imparcialidad requerida para defender a los ciudadanos; lamentablemente, más bien se cuidan mucho de defender el interés de quien de alguna manera lo recomendó y apoyó para que proceda su nombramiento.
¡Ni qué decir del Ipepac!, donde se toman decisiones que afectan gravemente los intereses de los ciudadanos. Y aunque los anuncios publicitarios digan una y otra vez que esta instancia “no tiene nada que ver con el gobierno”, sólo un niño se lo creería. Esta instancia, que por ley debiera ser ciudadana, ya ha quedado minada desde hace muchos años. Hoy, quien encabeza está instancia está más que identificada con el partido de los rojos y sus actuaciones difícilmente podrían ser imparciales.
¿Acaso los ciudadanos no merecemos un instituto electoral ciudadanizado, que cuide uno de los derechos más sagrados que tenemos como ciudadanos, a sufragar?
Finalmente, y creo que a todos se nos olvida a menudo, somos los ciudadanos quienes sostenemos a las contralorías, a las instancias de “transparencia” y de derechos humanos, al propio Ipepac, ¿y qué nos reditúan los mandantes?, ¿nos sirven de algo que existan como instancias de simulación?
La integración de este consejo ciudadano de vigilancia del dinero público municipal es apenas un primer paso, muy positivo, pero hay que pugnar para que las demás instancias señaladas también queden en manos de ciudadanos, porque será la única manera de que funcionen correctamente y, por ende, justifiquen su existencia.
Teatro de los grillos
Qué manera tan fea de exhibirse de un diputado priista que antes estuvo en la Dirección de Obras Públicas del gobierno del Estado y es quien tiene bajo su responsabilidad los trabajos mal hechos e inconclusos del centro de Mérida. En vez de que se ocupe en reparar las calles nuevas de cemento que ya están dañadas, las aceras deformes, las tapas de registro que hacen ruido y las zanjas recolectoras con rejillas mal hechas, se pone a tapar baches en calles que, según observé en fotos, estando mojadas en un dos por tres quedarán de nuevo con los mismos hoyos. ¿No como ingeniero debería saber que una calle mojada no se debe bachear?- Mérida, Yucatán.
dajecapo@hotmail.com
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*) Maestro en comunicación política y marketing electoral y consejero estatal del PAN
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