Noticias de Yucatán
“¡Está llena de jade! ¡Es el alucine, del alucine, del alucine!”, gritaba el arqueólogo mexicano Arnoldo González. Era junio de 1994 y se encontraba en el Templo XIII del territorio maya de Palenque (Chiapas, sur de México). González miraba a través de un orificio el contenido de un sarcófago: la tumba de la Reina Roja. Infinidad de trozos de diversas piedras preciosas rodeaban el esqueleto de una aristócrata maya. Se trataba del mayor hallazgo arqueológico en México de las últimas tres décadas. 23 años después, un grupo de restauradores ha conseguido reunir las piezas del rompecabezas y ha montado el ajuar como posiblemente fue colocado en las exequias de la reina.
El resultado del maratónico trabajo se ha presentado por primera vez al público en Estados Unidos. Primero en el Museo J. Paul Getty en Los Ángeles, desde septiembre y, a partir del 28 de febrero, en el Metropolitan de Nueva York. El ajuar completo incluye la máscara mortuoria, un tocado, una diadema y un pectoral con trozos de jadeíta, conchas y rocas calizas. Un total de 1.140 pequeñas piezas que fueron encontradas al interior de la tumba que estaba cubierta con polvo de cinabrio, un mineral tóxico de intenso color rojo, de allí el nombre de Reina Roja. Más de 1.300 años después de la muerte de la misteriosa reina, se ha conseguido una aproximación sobre uno de los tesoros prehispánicos más valiosos de México.
“¿Por qué se exhibirá primero en Estados Unidos?”, pregunta un usuario en las redes sociales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El conjunto se exhibe como parte de la muestra Golden Kingdoms:Luxury and Legacy in the Ancient Americas, organizada por el Instituto de Investigación Getty en la que también están otras 80 piezas antiguas de otros países de América Latina. Desde el INAH explican que la Fundación Getty participó con parte de la financiación para conservar las piezas y que la reconstrucción del ajuar ha coincidido con la exhibición museográfica de la institución. El ajuar de la Reina Roja ha viajado a Los Ángeles y Nueva York bajo la condición de préstamo y está previsto que regrese al museo de Palenque a mediados del año y, esta vez, sea exhibido al público.
Una de las razones por las que forma parte de la exposición estadounidense es porque se trata de uno de los conjuntos mortuorios más valiosos de América. Tras el descubrimiento del arqueólogo González se conoció que los restos hallados eran de mujer que murió entre los 50 y 60 años. Todos los indicios apuntaron a que se trataba de Tz’ak-b’u Ajaw, la señora de la sucesión, probable esposa del rey Pakal, uno de los gobernantes más importantes en la cultura maya. Hace más de 10 años, el restaurador Juan Alfonso Cruz consiguió armar la máscara de malaquita, uno de los elementos más importantes del entierro maya y que denotaba la importancia jerárquica de la aristócrata en la región maya.
El trabajo más reciente de restauración se concentró principalmente en el tocado y el pectoral. “Podrían ser muchos los resultados y el aprendizaje para poder comprender cómo lució (la reina) y cómo era esta costumbre funeraria de ataviar con estas joyas a los personajes”, explica el restaurador Constantino Armendáriz. Para la reconstrucción fueron utilizadas algunas fotos del momento en que la tumba fue abierta en 1994. Además, Armendáriz empleó desde modelos de plastilina hasta herramientas, posiblemente usadas por los mayas, para acomodar con detalle cada una de las piezas. “Son las reliquias de una mujer poderosa, que pensaríamos que solo usaban los hombres y ahora sabemos que las mujeres también”, señala Joanna Pillsbury, curadora de Golden Kingdoms.
“¡Está llena de jade! ¡Es el alucine, del alucine, del alucine!”, gritaba el arqueólogo mexicano Arnoldo González. Era junio de 1994 y se encontraba en el Templo XIII del territorio maya de Palenque (Chiapas, sur de México). González miraba a través de un orificio el contenido de un sarcófago: la tumba de la Reina Roja. Infinidad de trozos de diversas piedras preciosas rodeaban el esqueleto de una aristócrata maya. Se trataba del mayor hallazgo arqueológico en México de las últimas tres décadas. 23 años después, un grupo de restauradores ha conseguido reunir las piezas del rompecabezas y ha montado el ajuar como posiblemente fue colocado en las exequias de la reina.
El resultado del maratónico trabajo se ha presentado por primera vez al público en Estados Unidos. Primero en el Museo J. Paul Getty en Los Ángeles, desde septiembre y, a partir del 28 de febrero, en el Metropolitan de Nueva York. El ajuar completo incluye la máscara mortuoria, un tocado, una diadema y un pectoral con trozos de jadeíta, conchas y rocas calizas. Un total de 1.140 pequeñas piezas que fueron encontradas al interior de la tumba que estaba cubierta con polvo de cinabrio, un mineral tóxico de intenso color rojo, de allí el nombre de Reina Roja. Más de 1.300 años después de la muerte de la misteriosa reina, se ha conseguido una aproximación sobre uno de los tesoros prehispánicos más valiosos de México.
“¿Por qué se exhibirá primero en Estados Unidos?”, pregunta un usuario en las redes sociales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El conjunto se exhibe como parte de la muestra Golden Kingdoms:Luxury and Legacy in the Ancient Americas, organizada por el Instituto de Investigación Getty en la que también están otras 80 piezas antiguas de otros países de América Latina. Desde el INAH explican que la Fundación Getty participó con parte de la financiación para conservar las piezas y que la reconstrucción del ajuar ha coincidido con la exhibición museográfica de la institución. El ajuar de la Reina Roja ha viajado a Los Ángeles y Nueva York bajo la condición de préstamo y está previsto que regrese al museo de Palenque a mediados del año y, esta vez, sea exhibido al público.
Una de las razones por las que forma parte de la exposición estadounidense es porque se trata de uno de los conjuntos mortuorios más valiosos de América. Tras el descubrimiento del arqueólogo González se conoció que los restos hallados eran de mujer que murió entre los 50 y 60 años. Todos los indicios apuntaron a que se trataba de Tz’ak-b’u Ajaw, la señora de la sucesión, probable esposa del rey Pakal, uno de los gobernantes más importantes en la cultura maya. Hace más de 10 años, el restaurador Juan Alfonso Cruz consiguió armar la máscara de malaquita, uno de los elementos más importantes del entierro maya y que denotaba la importancia jerárquica de la aristócrata en la región maya.
El trabajo más reciente de restauración se concentró principalmente en el tocado y el pectoral. “Podrían ser muchos los resultados y el aprendizaje para poder comprender cómo lució (la reina) y cómo era esta costumbre funeraria de ataviar con estas joyas a los personajes”, explica el restaurador Constantino Armendáriz. Para la reconstrucción fueron utilizadas algunas fotos del momento en que la tumba fue abierta en 1994. Además, Armendáriz empleó desde modelos de plastilina hasta herramientas, posiblemente usadas por los mayas, para acomodar con detalle cada una de las piezas. “Son las reliquias de una mujer poderosa, que pensaríamos que solo usaban los hombres y ahora sabemos que las mujeres también”, señala Joanna Pillsbury, curadora de Golden Kingdoms.