Un investigador británico y otro israelí han inventado una cápsula -del tamaño aproximado de una píldora- con una microcámara en su interior que podría evitar a los pacientes que requieren una exploración de sus entrañas los incómodos tubos de las endoscopias tradicionales. La cápsula entra en el cuerpo ingerida como una pastilla.
Dentro de sus 30 milímetros de longitud y 11 de grosor alberga una diminuta videocámara, una fuente de luz, una batería y un radiotransmisor, y tarda unas 24 horas en recorrer el organismo, antes de ser expulsada sin esfuerzo por el recto.