Varios miles de migrantes salieron este domingo caminando del sur de México en la que supone la mayor caravana formada este año y que tiene lugar en la víspera de que una delegación de alto nivel de Estados Unidos llegue al país para acordar con el presidente Andrés Manuel López Obrador nuevas medidas para controlar el creciente flujo de migrantes por la región.
Unas 6 mil personas, entre ellos familias y niños —muchos de ellos centroamericanos, venezolanos, cubanos y colombianos, entre otras nacionalidades— partieron el día de Nochebuena de Tapachula, casi en la frontera con Guatemala, detrás de una pancarta que decía “Éxodo de la pobreza”.
Efectivos de la policía y de la Guardia Nacional permanecían atentos a la situación pero no hicieron ningún amago por detenerlos. Después del mediodía, el grupo se acomodó para pasar la noche en un parque a solo 13 kilómetros de Tapachula con el fin de continuar caminando el día de Navidad.
La formación de estos grupos ha sido constante en los últimos años ante la lentitud de los procesos de regulación migratoria en Tapachula y a la falta de recursos, opciones de vida digna y de trabajo para que los extranjeros puedan costearse la espera de documentos.
“Llevamos de tres a cuatro meses en Tapachula esperando... pero no tenemos lo que es respuesta”, dijo el hondureño Cristian Rivera, quien dejó a su esposa y su hijo en Honduras y viajaba solo. “Esperemos que con esta caminata podemos realizar un cambio y nos puedan dar el permiso para poder subir arriba”.
Hace algunos años, las fuerzas de seguridad intentaban bloquear estos grupos por la fuerza. Desde finales de 2021, las autoridades optaron por dejar que los migrantes se cansaran de caminar e intentar disolver los grupos ofreciéndoles documentación temporal que, en muchos casos, los extranjeros utilizan para seguir el viaje al norte por su cuenta.
En este caso, tiene lugar días antes de la llegada a México del secretario de Estado, Antony Blinken, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Liz Sherwood-Randall, para pactar nuevas medidas migratorias con López Obrador ya que en diciembre la frontera sur estadounidense registró hasta 10 mil cruces ilegales algunos días, una cifra totalmente inusual.
Esa situación provocó que las autoridades de ese país cerraran unos días un par de cruces ferroviarios para reubicar a sus efectivos de control fronterizo y que México se resintiera por los costes económicos de los cierres.
La región vive un flujo de migrantes sin precedentes que no ha podido controlarse pese a los intentos de Estados Unidos de abrir nuevos cauces para emigrar legalmente a la vez que endurece las consecuencias de hacerlo de forma irregular.
Más de medio millón de migrantes cruzaron este año la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá y México detectó más de 680 mil extranjeros en situación irregular de enero a noviembre, todo según cifras oficiales. Además, un número récord de casi 137 mil personas pidieron refugio en este país.
A principios de diciembre, el Instituto Nacional de Migración ordenó la cancelación temporal de diversas operaciones de traslado y retorno de migrantes por falta de presupuesto y la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado suspendió la atención en sus oficinas hasta enero por el periodo vacacional.
López Obrador reconoció que los estadounidenses quieren que México haga más para bloquear a los migrantes al sur, en la frontera con Guatemala, y para dificultar su paso a través del país.
Biden busca resolver “problemas de índole político” en países que alientan la migración
El viernes, después de una conversación con el estadounidense Joe Biden, el mandatario mexicano aseguró que no se trata sólo de contención sino también de incrementar la cooperación al desarrollo y de resolver “problemas de índole político” en países como Cuba o Venezuela que alientan la migración.
“Vengo a trabajar porque en Cuba no podemos”, dijo Ana Deisy Fuentes, que salió de la isla harta de las multas que la ponían por vender carne y porque allí no podía decir lo que pesaba. “En nuestro país no tenemos libertad de nada”.
La venezolana Adelaida Contreras, de 46 años, dijo aspirar a lo mismo, un trabajo, preferiblemente en Estados Unidos. Llegó a México hace un mes con nueve familiares adultos huyendo de la pobreza. Como no llegaba el permiso que les iba a dar migración, explicó, optaron por caminar. “Nunca jamás pensamos una Navidad estar caminando... pero ahí vamos”.
La caravana es la mayor que se forma desde junio de 2022 coincidiendo entonces con la Cumbre de las Américas celebrada en San Francisco —también con los temas migratorios como eje—, pero lejos de las que se juntaron a finales de 2018, cuando decenas de personas llegaron a la frontera con Estados Unidos poniendo en jaque a las autoridades de los dos países.
“Todo lo que gira en torno a la migración es tema electoral tanto para Estados Unidos como para México”, denunció el activista Luis García Villagrán, que acompañaba el domingo al grupo. “Sí hay presupuesto”, aseguró. “Nosotros estamos pidiendo que se nos atienda y se acabó el problema”.