Se trata de Beatriz Azueta Acosta de 25 años, quien al parecer estaba perturbada de sus facultades mentales y se extravió.
Beatriz Guadalupe Azueta Acosta, joven de 25 años de edad que tenía una discapacidad intelectual y vivía con el bebedor consuetudinario “Willy” en un campamento pesquero en el playón poniente, fue hallada muerta en un terreno que utiliza el Ayuntamiento para depositar escombro.
El cuerpo de Betty, como la conocían, fue hallado ayer a las 8 de la mañana por tres niñas y un adulto que pasaban por el lugar. Las menores se asustaron y corrieron a avisar a sus papás.
El cuerpo de Betty estaba cubierto con una sábana de colores, recostado sobre unos cartones y, de acuerdo con vecinos del fraccionamiento Ciénaga 2000 Oriente (cercano al lugar donde se halló el cadáver), la mujer tenía sangre en el rostro, por lo que corrió la versión de que había sido asesinada y que el cadáver lo tiraron en ese lugar. Otras versiones apuntaron a que Betty murió de frío.
“Es Betty”, dijo una vecina, “la que andaba en un triciclo con el ‘Malévolo’, pero después se fue a vivir con un teporocho”. Otro vecino dijo que el viernes vieron al teporocho, a quien conocen como “Willy”; les extrañó que no estuviera con Betty.
El cuerpo estaba a un lado de los escombros que se depositan en el terreno ubicado en el lado norte de la avenida “Víctor Cervera Pacheco”, donde se estacionan tráileres y contenedores.
La entrada al terreno es por la calle 74, frente al Centro de Atención Múltiple.
Junto al cadáver estaba un bulto que perteneció a Betty; la sábana cubría casi todo su cuerpo, sólo sus pies estaban descubiertos. Se ignora la hora en que falleció. Policías municipales llegaron al lugar poco después de las 8 de la mañana, constataron que había un cadáver y enseguida acordonaron el área; dieron parte a la Policía Ministerial y a la Fiscalía estatal.
Los peritos en criminalística llegaron a las 11:30 de la mañana, tomaron huellas y fotografías del lugar.
El cuerpo fue levantado alrededor de las 13 horas.
Avisada por conocidos, al lugar se presentó Guadalupe Acosta Amaya, quien dijo ser la madre de Betty; por las características del cuerpo y sus ropas dijo que sí se trataba de su hija. Mostró a un agente ministerial la credencial de elector que Beatriz Guadalupe obtuvo en 2008, cuando cumplió 18 años.
También llegó el pescador Emilio Adolfo Azueta Peraza, padre de la infortunada, quien vive solo porque está separado de Guadalupe Acosta; explicó al agente ministerial que cuando su hija tenía dos años de edad se dio cuenta de que padecía de sus facultades mentales.
La infortunada joven creció en la colonia Francico I. Madero, cerca de donde hallaron su cadáver.
Actuaba como niña; se salió de su casa y estuvo viviendo en la calle. Tuvo dos hijos, una niña y un niño cuyos partos, según su mamá, fueron en la calle. El DIF le quitó a los bebés y los llevó a un orfelinato en Mérida.
Betty vivió un tiempo en el parque ecológico de la calle 74 con 39. A las vecinas les pedía cartones y periódicos que usaba como cama, pero dejó el lugar cuando lo remozaron. En ese parque la vieron con un bebé.
Luego se fue a vivir con el “Malévolo” quien, según los vecinos, era un tipo mayor que ella, le pegaba mucho y al parecer es el padre de los dos bebés. Pero luego lo dejó y se fue a vivir con “Willy”, con quien cuidaba un campamento pesquero ubicado en el playón poniente, donde hasta la semana pasada se les vio juntos.
Al enterarse de la muerte de Betty, los pescadores del playón comentaron que su pareja le daba mala vida, la golpeaba mucho.
Betty desapareció el jueves. Desde ese día la dejaron de ver en el playón y “Willy” les comentó a los hombres de mar que su pareja lo había dejado, que no sabía nada de ella y que recorría las playas para ver si la hallaba.
Hace unos seis años uno de los hermanos de Betty se quitó la vida en la casa donde vivían, en la colonia Francisco I. Madero.