Por no devolver "el precio de la novia" la obligan a vivir con su esposo abusador

24 agosto 2015
Noticias de Yucatán


(CNN)– Florence Musidika era una profesora de escuela primaria dentro de un desdichado y violento matrimonio. En el año 2002 ella le pidió el divorcio a su esposo. En respuesta, una mañana, mientras se inclinaba para encender el fuego para preparar el desayuno de sus tres hijos, una granada plantada por su esposo en el carbón, explotó en su cara.
Milagrosamente, la mujer que entonces tenía 27 años, de Mbale, en el oriente de Uganda, sobrevivió a la explosión, pero rápidamente se enfrentó a una nueva injusticia: bajo el derecho consuetudinario, el matrimonio con su esposo abusador no podía ser disuelto hasta que su familia le hubiese reembolsado el 'precio de la novia' que él había pagado a cambio de su mano.
Musidika es solo una de muchas mujeres cuyas familias conocían su sufrimiento pero, incapaces de devolver el pago –a menudo realizado en ganado–, la enviaron de vuelta con su abusador, suplicándole que "lo intentara y que fuera una buena esposa", explica Atuki Turner, la fundadora de la organización MIFUMI de los derechos de las mujeres.
Sentencia histórica
Durante los últimos 15 años, MIFUMI ha estado haciendo campaña para que se prohíba el 'precio de la novia' porque, como afirma Turner, esto devalúa a la mujer y es la raíz de gran parte de la violencia que sufren las mujeres de Uganda.
El 6 de agosto, el Tribunal Supremo de Uganda, estuvo de acuerdo en parte con MIFUMI y dictaminó que la práctica de la devolución del 'precio de la novia' en la disolución de un matrimonio consuetudinario era inconstitucional y que tal práctica debía ser prohibida. Ellos no estuvieron de acuerdo con que el propio 'precio de la novia' era inconstitucional, pero el fallo es el comienzo de un proceso de cambio en el que el 'precio de la novia' pasa de ser una tarifa pagada por una mujer a un regalo... que no se exige y que no se reembolsa.
Al hablar desde Kampala, Turner describe cómo se sentía al oír la noticia: "¡Estaba eufórica! La noche antes de la sentencia no podía dormir, pero tan pronto como la escuché, estaba gritando de alegría. Hemos luchado durante los últimos 14 años... estoy verdaderamente feliz. Mi corazón está rebosante".
Atuki Turner, fundadora de la organización MIFUMI

Turner, una cineasta y abogada ugandesa que ahora es residente de Bristol, Inglaterra, estableció MIFUMI en 1995, y empezó, en primer lugar, con una promesa a sus padres de construir una escuela primaria en el pueblo del mismo nombre, en donde sus padres se jubilaron.
Cuando se detuvo la construcción, Turner volvió su atención a la independencia económica de las mujeres y rápidamente se enteró de que la violencia doméstica era un problema generalizado. "Los hombres toman el dinero que sus esposas prestan al crédito. Cuando las mujeres les piden que les devuelvan el dinero, las golpean".
En 1999, MIFUMI, cuyo objetivo es acabar con la violencia contra las mujeres en todas sus formas, abrió su primer centro de asesoramiento jurídico y médico. Para el año 2000, se dieron cuenta de que el 60% de los casos reportados estaban relacionados con el 'precio de la novia', y en el 2007 compareció por primera vez ante el Tribunal Constitucional para presentar el caso de que el 'precio de la novia' causaba la violencia doméstica. Le llevó tres años que el caso fuera escuchado y en el 2010, los jueces dictaminaron cuatro a uno contra MIFUMI. Ese mismo año se presentó una apelación ante la Corte Suprema, fue escuchada en el 2013 y, en esta ocasión, la corte falló a su favor.
Se convierte en la 'la loca, la mala mujer'
Turner habla de la manera en que cambiaron las actitudes hacia ella a medida que trabajaba para desmantelar la práctica de pagar y reembolsar el 'precio de la novia'... lo que se trata tanto acerca de la cultura como de la pobreza.
"Cuando empezamos a construir la escuela, MIFUMI era el niño mimado de la sociedad. Cuando empezamos a hablar sobre el precio de la novia, la gente me acusó de regresar con valores feministas occidentales. Me convertí en la loca, la mala mujer que estaba intentando destruir nuestra cultura".
Hubo muchísima resistencia al cambio. "Cuando celebramos la primera conferencia internacional sobre el 'precio de la novia' en África, mi familia entera fue condenada al ostracismo".
Aun cuando MIFUMI celebra la reciente victoria y el cambio lento pero constante de las normas culturales en Uganda, Turner reconoce que su trabajo está lejos de haber terminado. "Creo que el mundo está listo para el cambio. Los líderes culturales ahora son entusiastas, pero nuestros vecinos de Kenia conservaron la práctica mediante una revisión constitucional en el 2013".
Pagar 'el precio de la novia' en Uganda

Una joven pareja se casa en Kampala
Pagar el 'precio de la novia' es algo común a través de África, y en muchas partes del continente, es un acto simbólico más que un contrato vinculante.
En Uganda, la costumbre se practica en todo el país... y está más estrictamente adherida en el norte y en el este, en donde los hombres pagan precios exorbitantes por sus esposas. "En el oeste de Uganda no tienen la tendencia de pedir un reembolso", explica Turner. "En la capital, Kampala, todo se trata de regalos lujosos, lo que hace del matrimonio una competencia en la que muchos jóvenes no pueden darse el lujo de entrar".
Según Turner, la práctica no solo significa que las mujeres a menudo son tratadas como mercancías en la vida, sino que también tienen poca dignidad en la muerte. Ella cuenta la historia de un hombre que se une a la campaña para poner fin al 'precio de la novia' puesto que su suegra no le permitió que enterrara a su esposa muerta. Él no había pagado el 'precio de la novia', por lo que las familias discutieron por el cuerpo durante siete días.



News Yucatan


(CNN) -  Florence Musidika was an elementary school teacher in an unhappy and violent marriage. In 2002 she filed for divorce her husband. In response, one morning, as she bent to light the fire to prepare breakfast for her three children, a Granada planted by her husband in coal, he exploded in his face.
Miraculously, the woman who was then 27, Mbale, eastern Uganda, survived the blast but quickly faced a new injustice: Under the common law marriage with her husband abuser could not be dissolved until his family has reimbursed the 'bride price' that he had paid in exchange for her hand.
Musidika is just one of many women whose families know their suffering but unable to back-often in cattle-payment made, sent her back to her abuser, pleading that "I tried and it was a good wife," explains Atuki Turner, the founder of the organization MIFUMI rights of women.
Landmark judgment
During the past 15 years, MIFUMI has been campaigning for the 'bride price' is prohibited because, as Turner says, this devalues ​​women and is the root of much of the violence suffered by women in Uganda.
On August 6, the Supreme Court of Uganda, agreed in part with MIFUMI and ruled that the practice of returning the 'bride price' in the dissolution of a customary marriage was unconstitutional and that this practice should be prohibited. They disagreed with the own 'bride price' was unconstitutional, but the ruling is the beginning of a process of change in which the 'bride price' happens to be a woman paid a fee to a gift ... that is not required and will not be refunded.
Speaking from Kampala, Turner described how he felt when he heard the news: "I was euphoric night before the sentence could not sleep, but as soon as I heard, was screaming with joy We fought for the past 14 years!.. .. I'm really happy. My heart is overflowing. "
Atuki Turner, founder of the organization MIFUMI

Turner, a filmmaker and Ugandan lawyer who is now a resident of Bristol, England, MIFUMI established in 1995 and began first with a promise to his parents to build a primary school in the village of the same name, where his parents they retired.
When construction is stopped, Turner turned his attention to the economic independence of women and quickly learned that domestic violence was widespread. "The men take their wives to lend money to credit. When women are asked to return their money, they are beaten."
In 1999, MIFUMI, which aims to end violence against women in all its forms, opened its first center for legal and medical counseling. By 2000, they realized that 60% of the reported cases were related to the 'bride price', and in 2007 his initial appearance before the Constitutional Court to make the case that the 'price Bride 'caused domestic violence. It took three years and the case was heard in 2010, judges ruled against MIFUMI four to one. That same year he filed an appeal with the Supreme Court was heard in 2013 and, this time, the court ruled in his favor.
It becomes the 'mad, bad woman'
Turner talks about how she changed attitudes as he worked to dismantle the practice of pay and reimburse the 'bride price' ... which is as much about culture as poverty.
"When we started building the school, MIFUMI was the darling of society. When we started talking about the price of the bride, people accused me back with Western feminist values. I became mad, poor woman who was trying to destroy our culture. "
There was a lot of resistance to change. "When we held the first international conference on the 'bride price' in Africa, my entire family was ostracized."
Although MIFUMI welcomes the recent victory and the slow but steady shift in cultural norms in Uganda, Turner acknowledges that his work is far from over. "I think the world is ready for change. The cultural leaders are now enthusiastic, but our neighbors Kenya retained the practice through a constitutional amendment in 2013".
Pay 'bride price' in Uganda

A young couple marries in Kampala
Pay 'bride price' is common across Africa, and many parts of the continent, is more than a symbolic act binding contract.
In Uganda, the custom is practiced throughout the country ... and is more strictly adhered to the north and east, where men pay exorbitant prices for their wives. "In western Uganda does not have the tendency to ask for a refund," Turner says. "In the capital, Kampala, everything is lavish gifts, which makes marriage a competition in which many young people can not afford to go."
According to Turner, the practice does not only mean that women are often treated as commodities in life, but also have little dignity in death. She tells the story of a man who joins the campaign to end the 'bride price' because his mother did not allow him to bury his dead wife. He had not paid the 'bride price', so that families discussed by the body for seven days.

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