Noticias de Yucatán
Para enfatizar la finalidad excluyente del Exani II del Ceneval, el doctor en Educación Freddy Espadas Sosa pone sobre la mesa una última consideración: el tiempo máximo que tienen los sustentantes para responder la prueba.
El aspirante se enfrenta a un intimidante reto que podría determinar el rumbo de su vida y tiene dos y media para superarlo. “En un clima de tensión, le aplican 112 preguntas, 100 de las cuales son las valederas, pero todas hay que responderlas”.
“Le están dando en promedio aritmético 1.3 minutos por reactivo, pese a que hay ciertas preguntas —de razonamiento lógico; de operación mecánica para la que necesitan la ayuda de una calculadora—, ciertas indicaciones como el análisis de un texto, que implica identificar la trama, los protagonistas, el desenlace, etc., que les puede consumir el doble o el triple de tiempo”, dice.
“Me parece absurdo: dos horas y media para 112 preguntas. ¿Quién dice que deben ser dos horas y media? ¿Por qué? ¿Con base en qué? ¿Con qué criterios se obtuvo ese tiempo máximo? ¿Por qué no extenderlo? Es insuficiente, apabullante”, insiste.
La prueba, definitivamente, debería durar más y propiciar un mayor desenvolvimiento del alumno, permitirle que redacte, por ejemplo, una pequeña narrativa de su propia vida: “Descríbeme tu comunidad, tu ambiente familiar”, prosigue el educador.
Además de que esto permitiría saber si el sustentante usa la lengua correctamente, si conjuga bien, sería una manera eficaz de acercarse a él, de humanizarlo. Porque el joven que presenta el examen no es un objeto, no es un robot, no es un animal que está respondiendo a estímulos”.
Otro asunto cuestionable es que para la calificación todas las preguntas tienen el mismo valor. “Hay muy sencillas, que requieren una simple resta, pero insisto, hay textos u operaciones matemáticas o lógicas complejas que no merecen valer lo mismo”.
Tampoco le parece justo que el examen de selección no tome en cuenta los antecedentes de los sustentantes.
“Se hace una tabla rasa en la que no importa la trayectoria del alumno, una cuestión que se conecta también con el contexto social, económico, cultural”, explica.
“Son aspectos que los tecnócratas del Ceneval no toman en consideración. Y las malas instituciones educativas han doblado las manitas, aceptando el examen sin objetar nada”.
Para enfatizar la finalidad excluyente del Exani II del Ceneval, el doctor en Educación Freddy Espadas Sosa pone sobre la mesa una última consideración: el tiempo máximo que tienen los sustentantes para responder la prueba.
El aspirante se enfrenta a un intimidante reto que podría determinar el rumbo de su vida y tiene dos y media para superarlo. “En un clima de tensión, le aplican 112 preguntas, 100 de las cuales son las valederas, pero todas hay que responderlas”.
“Le están dando en promedio aritmético 1.3 minutos por reactivo, pese a que hay ciertas preguntas —de razonamiento lógico; de operación mecánica para la que necesitan la ayuda de una calculadora—, ciertas indicaciones como el análisis de un texto, que implica identificar la trama, los protagonistas, el desenlace, etc., que les puede consumir el doble o el triple de tiempo”, dice.
“Me parece absurdo: dos horas y media para 112 preguntas. ¿Quién dice que deben ser dos horas y media? ¿Por qué? ¿Con base en qué? ¿Con qué criterios se obtuvo ese tiempo máximo? ¿Por qué no extenderlo? Es insuficiente, apabullante”, insiste.
La prueba, definitivamente, debería durar más y propiciar un mayor desenvolvimiento del alumno, permitirle que redacte, por ejemplo, una pequeña narrativa de su propia vida: “Descríbeme tu comunidad, tu ambiente familiar”, prosigue el educador.
Además de que esto permitiría saber si el sustentante usa la lengua correctamente, si conjuga bien, sería una manera eficaz de acercarse a él, de humanizarlo. Porque el joven que presenta el examen no es un objeto, no es un robot, no es un animal que está respondiendo a estímulos”.
Otro asunto cuestionable es que para la calificación todas las preguntas tienen el mismo valor. “Hay muy sencillas, que requieren una simple resta, pero insisto, hay textos u operaciones matemáticas o lógicas complejas que no merecen valer lo mismo”.
Tampoco le parece justo que el examen de selección no tome en cuenta los antecedentes de los sustentantes.
“Se hace una tabla rasa en la que no importa la trayectoria del alumno, una cuestión que se conecta también con el contexto social, económico, cultural”, explica.
“Son aspectos que los tecnócratas del Ceneval no toman en consideración. Y las malas instituciones educativas han doblado las manitas, aceptando el examen sin objetar nada”.