Coparmex pide cambios en el entorno fiscal y regulatorio

04 octubre 2015
Noticias de Yucatán



La Coparmex sugiere una “desregulación base cero” para estimular las inversiones

En la raíz del desesperante estancamiento económico de Yucatán está la falta de inversión, consecuencia a su vez de la inexistencia de incentivos por culpa de un entorno asfixiante de presión fiscal y regulatoria, señala Nicolás Madáhuar Bohem, presidente de Coparmex.

“Es indispensable que el marco regulatorio sea modificado para una zona del país como la nuestra, con un mercado pequeño, de poca capacidad de consumo y con una tasa de informalidad muy alta”, continúa, en la presentación de un nuevo análisis económico.

Acompañado de Gustavo Cisneros Buenfil, director del Centro para la Competitividad de Yucatán (CCY), el líder empresarial advierte que sin inversión nunca habrá crecimiento, razón por la cual propone que así como el Gobierno Federal pretende aplicar la metodología “base cero” para sus presupuestos, ponga en acción una política de “desregulación base cero” que de una vez por todas genere incentivos adecuados, desaparezca las nocivas políticas fiscales, simplifique los trámites y elimine la sobrerregulación, trabas que inhiben la inversión y, en consecuencia, impiden levantar el vuelo.

Inversión, factor clave

La falta de financiamiento ha sido el talón de Aquiles de la economía yucateca, señalan la Coparmex y el Centro para la Competitividad.— Propuesta de una “desregulación base cero”

Que el dinamismo económico de Yucatán está bastante lejos de lo que se requiere lo confirman las estadísticas más recientes del Inegi, que lo ubican entre los 10 estados que crecen menos en todo el país y, lo que es peor, arrojan dudas sobre la posible existencia de señales de una potencial recuperación.

Nicolás Madáhuar Boehm y Gustavo Cisneros Buenfil, presidente y director de Coparmex Mérida y del Centro para la Competitividad de Yucatán (CCY), respectivamente, coinciden en que debe ser motivo de preocupación el escaso vigor de nuestra economía, que creció apenas 1% en el primer trimestre de este año, cuando otros estados prosperan a ritmos que van del 6.9 al 12.3%.

También opinan que, aunque son varios los motivos de esta anorexia, el principal, el problema de fondo, es la falta de inversión.

Nuevo reporte

Les dan la razón las cifras y estadísticas del reporte “Indicadores económicos de las empresas del sector privado y paraestatal de Yucatán”, el nuevo trabajo del CCY, que abordaremos más a detalle en próximas entregas.

El documento constata que recuperar la actividad del aparato productivo es la condición para fortalecer la economía de la entidad… y la clave en todo es la inversión.

El perfil económico de Yucatán muestra que su universo de unidades económicas lo conforma una mayoría de microempresas que en promedio cuenta con activos productivos de $173,000 y una generación anual promedio de utilidad bruta (valor agregado) de $140,000.

“Es decir, en promedio, cada una cuenta con 11,600 pesos mensuales para pagar gastos administrativos, de ventas, impuestos, etcétera”, apunta el presidente de la Coparmex.

“Estas microempresas, que representan el 95% de las establecidas en Yucatán, sólo detentan el 27% del valor de los activos y su capacidad de inversión es muy limitada o nula”, agrega.

Con el convencimiento de que la falta de inversión, a su vez, es una consecuencia de la carencia de incentivos derivados principalmente del entorno fiscal y regulatorio, Madáhuar asegura que “este marco tiene que ser modificado para una zona del país como la nuestra, con un mercado pequeño, de poca capacidad de consumo y con una tasa de informalidad muy alta”.

“No es un tema menor. La inversión es el pasaporte al crecimiento”, apunta Cisneros Buenfil.

Nadie presume de ser el descubridor del hilo negro: la falta de inversión, lo saben todos, ha sido el mayor inhibidor del crecimiento, por lo que la estrategia de desarrollo debe centrarse en la acumulación de capital productivo —una asignatura pendiente en Yucatán, como muestra el documento del CCY—, lo que incrementará la productividad total y la capacidad para crecer.

La situación no es nueva, pero se acentúa en la coyuntura actual en la que el índice de confianza de los empresarios está en los niveles más bajos de los últimos años, comenta Madáhuar.

El SAT

Otro efecto a considerar es el impacto negativo provocado por las prácticas dilatorias de la autoridad fiscal en relación con la devolución de impuestos, irregularidad que no es un factor insignificante para Yucatán.

“Sólo basta señalar que el 61% del PIB manufacturero del Estado proviene de la industria alimentaria, sector que por su naturaleza es generador de impuestos acreditables a favor, sobre todo el IVA”, indica el presidente de Coparmex.

“No podemos seguir ignorando que la forma de actuar del SAT ha mermado de forma importante la capacidad de inversión de esta industria tan importante para nosotros”, añade.

Para Madáhuar y Cisneros, la inversión en activos y la formación de capital es la variable crítica. Históricamente, en Yucatán, de todos los factores de la producción, el capital —la inversión— ha contribuido con el 50%.

Es decir, la variable que a lo largo del tiempo ha representado la mitad del empuje de crecimiento ha sido la inversión, explican. La otra mitad puede ser atribuible a energía, mano de obra y materias primas.

“Por eso vemos con preocupación que los últimos cinco años en Yucatán el valor total de la inversión fija (sector paraestatal y privado en su conjunto) se ha reducido casi 35% en términos reales. La inversión fija en el sector privado ha caído 10%. ¿Cómo podemos crecer si el valor de los activos productivos decrece?”

Los números son claros y el diagnóstico es puntual: Yucatán no puede crecer sin inversión. Apoyado en esta premisa, Madáhuar Boehm señala que “así como el Gobierno Federal pretende aplicar la metodología ‘base cero’ para sus presupuestos, nosotros proponemos un ejercicio de ‘desregulación base cero que de una vez por todas genere incentivos adecuados, desaparezca las nocivas políticas fiscales, simplifique los trámites y elimine la sobrerregulación que hoy limitan la inversión”.

Hay mucho por hacer en este sentido, continúa, los presupuestos públicos deben enfocarse menos al gasto corriente y más a la inversión productiva y en infraestructura.

Esta iniciativa, que ya se ha planteado en algunos otros momentos, implica una revisión a fondo de toda la regulación de las dependencias federales, estatales y municipales, para disminuirla al mínimo indispensable.

“Significa evitar la tendencia inercial a acumular regulación y hacer un ejercicio para identificar la normativa realmente necesaria para el funcionamiento de las empresas y el cumplimiento de la ley”, concluye el líder de los empresarios yucatecos.
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