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(AFP) - El paquistaní Abdul Aziz veía las noticias de CNN cuando se enteró del tiroteo que el viernes dejó 10 muertos en un instituto de Santa Fe, en Texas, entre ellos su propia hija de 17 años.
Mientras rompía el ayuno del ramadán en Pakistán, a miles de kilómetros de la tragedia, los hechos aparecían una y otra vez en el canal estadounidense.
Preso del pánico, Abdul Aziz intentó telefonear a su hija, Sabika Sheij, pero sus llamadas quedaron sin respuesta.
"No paraba de llamarla y de enviarle mensajes en WhatsApp. Habitualmente, mi hija siempre me contestaba", cuenta Aziz, conteniendo las lágrimas, justo después de la confirmación de la muerte de la adolescente.
"Seguimos en una fase de negación. Es como una pesadilla", dice Aziz en su casa de Karachi, en el sur de Pakistán.
Su mujer, sentada junto a él, parece incapaz de hablar mientras sus familiares intentan consolarla.
Sabika Sheij, que llevaba 10 meses en el instituto de Santa Fe, donde estaba de intercambio escolar, es una de las 10 víctimas de un adolescente que abrió fuego el viernes contra alumnos del centro educativo.
Hace apenas tres meses, 17 personas fallecieron por los disparos de un joven de 19 años en un instituto de Parkland, en Florida. Esa matanza había provocado manifestaciones nacionales para pedir una limitación del acceso a las armas de fuego en Estados Unidos.
Este nuevo tiroteo en un instituto estadounidense y la muerte de la joven provocaron una ola de simpatía en Pakistán. Todos mostraron su apoyo a la familia y lamentaron la muerte.
La chica, una alumna excelente según su padre, iba a regresar a su país en unas semanas y soñaba con trabajar en el ministerio de Relaciones Exteriores paquistaní.
"Iba a regresar pronto", recuerda Abdul Aziz. "Existe esa impresión general de que la vida es segura en Estados Unidos. No es el caso".
El presunto autor de la matanza, Dimitrios Pagourtzis, un alumno de 17 años del mismo instituto, se entregó a la policía después de matar a sus víctimas.
Se le acusó de asesinato, un crimen por el que podría ser condenado a muerte en el estado de Texas. Sus motivaciones todavía se desconocen.
El tiroteo del viernes es el vigésimo segundo perpetrado en un centro escolar en 2018 en Estados Unidos, según los medios locales.
Las armas de fuego, cuyo uso está muy enraizado en el país, causan más de 30.000 muertos cada año.
La presencia de una joven paquistaní entre las víctimas mortales suscitó una emoción particular en las redes sociales, donde estrellas estadounidenses se unieron a los paquistaníes para mostrar su tristeza.
"Esta joven podría haber sido mi hija. Debemos hacer más que consolar a los padres de esos niños muertos", reaccionó la actriz estadounidense Mindy Kaling en Twitter.
Algunos paquistaníes, acostumbrados a convivir con la violencia, calificaron el asesinato de "terrorismo".
A pesar de las complicadas relaciones actuales entre Washington e Islamabad, Estados Unidos sigue siendo uno de los destinos extranjeros favoritos de los estudiantes paquistaníes. Miles de ellos se matriculan cada año en establecimientos estadounidenses.
(AFP) - El paquistaní Abdul Aziz veía las noticias de CNN cuando se enteró del tiroteo que el viernes dejó 10 muertos en un instituto de Santa Fe, en Texas, entre ellos su propia hija de 17 años.
Mientras rompía el ayuno del ramadán en Pakistán, a miles de kilómetros de la tragedia, los hechos aparecían una y otra vez en el canal estadounidense.
Preso del pánico, Abdul Aziz intentó telefonear a su hija, Sabika Sheij, pero sus llamadas quedaron sin respuesta.
"No paraba de llamarla y de enviarle mensajes en WhatsApp. Habitualmente, mi hija siempre me contestaba", cuenta Aziz, conteniendo las lágrimas, justo después de la confirmación de la muerte de la adolescente.
"Seguimos en una fase de negación. Es como una pesadilla", dice Aziz en su casa de Karachi, en el sur de Pakistán.
Su mujer, sentada junto a él, parece incapaz de hablar mientras sus familiares intentan consolarla.
Sabika Sheij, que llevaba 10 meses en el instituto de Santa Fe, donde estaba de intercambio escolar, es una de las 10 víctimas de un adolescente que abrió fuego el viernes contra alumnos del centro educativo.
Hace apenas tres meses, 17 personas fallecieron por los disparos de un joven de 19 años en un instituto de Parkland, en Florida. Esa matanza había provocado manifestaciones nacionales para pedir una limitación del acceso a las armas de fuego en Estados Unidos.
Este nuevo tiroteo en un instituto estadounidense y la muerte de la joven provocaron una ola de simpatía en Pakistán. Todos mostraron su apoyo a la familia y lamentaron la muerte.
La chica, una alumna excelente según su padre, iba a regresar a su país en unas semanas y soñaba con trabajar en el ministerio de Relaciones Exteriores paquistaní.
"Iba a regresar pronto", recuerda Abdul Aziz. "Existe esa impresión general de que la vida es segura en Estados Unidos. No es el caso".
El presunto autor de la matanza, Dimitrios Pagourtzis, un alumno de 17 años del mismo instituto, se entregó a la policía después de matar a sus víctimas.
Se le acusó de asesinato, un crimen por el que podría ser condenado a muerte en el estado de Texas. Sus motivaciones todavía se desconocen.
El tiroteo del viernes es el vigésimo segundo perpetrado en un centro escolar en 2018 en Estados Unidos, según los medios locales.
Las armas de fuego, cuyo uso está muy enraizado en el país, causan más de 30.000 muertos cada año.
La presencia de una joven paquistaní entre las víctimas mortales suscitó una emoción particular en las redes sociales, donde estrellas estadounidenses se unieron a los paquistaníes para mostrar su tristeza.
"Esta joven podría haber sido mi hija. Debemos hacer más que consolar a los padres de esos niños muertos", reaccionó la actriz estadounidense Mindy Kaling en Twitter.
Algunos paquistaníes, acostumbrados a convivir con la violencia, calificaron el asesinato de "terrorismo".
A pesar de las complicadas relaciones actuales entre Washington e Islamabad, Estados Unidos sigue siendo uno de los destinos extranjeros favoritos de los estudiantes paquistaníes. Miles de ellos se matriculan cada año en establecimientos estadounidenses.