El pasado 21 de noviembre la Policía de las islas indias de Andamán y Nicobar anunció la muerte del misionero estadounidense John Chau, de solo 26 años. Con la ayuda de unos pescadores locales, el 16 de noviembre Chau llegó a la isla de Sentinel del Norte (archipiélago de las Andamán) para sembrar la Palabra de Dios. Pero no tuvo buena acogida: los indígenas lo recibieron a flechazos. Al día siguiente los pescadores vieron que los aborígenes estaban enterrando el cuerpo del misionero. A día de hoy las autoridades indias no han sido capaces de recuperarlo.
La tribu que acabó con la vida de Chau siempre ha sido bien conocida por su hostilidad y es una de las etnias más aisladas del mundo. Los sentineleses se protegen de los invasores no deseados desde los tiempos más remotos. Ya en 1290 Marco Polo describió a los habitantes de Sentinel del Norte como "salvajes y feroces" que "matan y se comen a cada extranjero sobre el que pueden imponer sus manos".
Estilo de vida
Los sentineleses se alimentan de pescado y tortugas y también cazan cerdos salvajes y grandes lagartos que habitan su isla, reportó en 1993 el corresponsal de The Independent en las islas Andamán Tim McGirk. Según su relato, los integrantes de la tribu saben contar solo hasta dos (lo que es más de dos ya es "mucho"), no conocen ni la agricultura ni la ganadería y se arman de arcos y flechas con puntas de hierro que recuperan tras naufragios de los barcos del mundo exterior.
Viven en una especie de cobertizos de palmeras dispersas por la isla, pero no tienen ninguna estructura comunitaria, ni jefes. El periodista señala que su estilo de vida se asemeja al de los humanos de hace 15.000 años y supone que la tribu no pasó de aquella etapa porque no tenía esa necesidad de desarrollo y adaptación a las nuevas condiciones de vida.
"Aquí los agresores somos nosotros"
Los sentineleses rechazan cualquier contacto con el resto de la civilización. En 2004 atacaron con flechas un helicóptero indio que sobrevolaba el territorio tras el tsunami, mientras en 2006 mataron a dos pescadores que se acercaron a la isla, y luego lanzaron flechas contra la aeronave enviada para recoger los cuerpos.
El primer contacto con los aborígenes fue establecido solo en 1991, cuando a la isla de Sentinel del Norte llegó un equipo de investigadores indios encabezado por el antropólogo Trilok Nath Pandit, que ya había visitado el lugar. Medio sumergidos en el agua, los integrantes de la tribu recibieron los cocos de las manos de los investigadores. La expediciones previas con el fin de establecer contacto con la tribu fueron infructuosas y a menudo acabaron en ataques con flechas.
Ahora, a sus 83 años, Pandit insiste en que los sentineleses claramente dan a entender que los visitantes no son bienvenidos, pero que no son un pueblo hostil. "Ellos advierten, no matan a la gente, incluso a los forasteros. No atacan a sus vecinos. Solo dicen 'déjennos solos'", afirma el antropólogo en una entrevista para The Economic Times.
Precisamente por eso la muerte del joven misionero estadounidense lo sorprendió, así que Pandit sostiene que Chau probablemente hizo caso omiso a las advertencias y a los señales de los indígenas, que solo querían defenderse.
Según estimaciones del investigador indio, ahora en Sentinel del Norte quedan solo unos 80-100 habitantes. "Mucha gente llama hostiles a estas tribus. Es una manera incorrecta de verlo. Aquí los agresores somos nosotros. Somos los únicos que tratan de entrar en su territorio", explica Pandit a The Indian Express.
El investigador opina que culpar a los aborígenes de la muerte de Chau no tiene sentido y recuerda que "existe una gran posibilidad de que un contacto más cercano con ellos no solo les traiga enfermedades a las que no han sido expuestos nunca, sino también haga daño a su cultura y manera de vivir". (RT).