Menonitas que huyeron de Chihuahua ahora alimentan Asia desde Campeche

09 enero 2019
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy 
La imagen de Ernesto Friessen Voth no encaja en el estereotipo de un campechano, pero debió acostumbrarse al gentilicio cuando acá vino a aventarlo la inseguridad que su familia, como otros menonitas norteños, enfrentó en su originario Chihuahua desde la década pasada.

“Venimos de Santa Clara, Chihuahua, por la inseguridad, pero también porque ya no había tierra y sabíamos producir avena y frijol, pero le aprendimos a los que llegaron de Tamaulipas a trabajar la soya y se paga mucho mejor.

El día empieza a las 7 de la mañana cuando los hombres se van a trabajar, ya sea al campo, al taller mecánico o a vender la cosecha; las esposas se quedan en casa limpiando, horneando el pan para la comida y cuidando a los hijos que aún no asisten a la escuela porque no han cumplido siete años.

Esa pequeña comunidad se dedica 100 por ciento al campo: “cuando llegamos acá a Campeche, en el año 2000, tenía 9 años, yo soy el mayor”.

La tradición migratoria de los menonitas los trajo desde el norte del país a la península yucateca, y su religión y forma de vida transformaron la forma de trabajar y cultivar la tierra en Campeche, lo que se ha extendido a otros estados de la región.

El primer asentamiento en Campeche llegó hace 30 años, cuando el obispo menonita avaló la compra de tierras a miembros de su grupo de La Honda, Zacatecas. Ellos fueron quienes fundaron Nuevo Progreso, en Hopelchén.

Hoy es la comunidad más grande con 400 familias en 12 mil hectáreas, es la más antigua y la única en el estado que lleva la tradición de la religión menonita al pie de la letra.

Sin embargo, las 14 comunidades restantes que se han formado en Campeche provenientes de Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas y Durango, se distinguen por esquivar la ortodoxia y por su producción agrícola que suma más de 25 mil hectáreas.

“Ahorita pagaron 7 mil 200 pesos la tonelada, contra 3 mil 500 de la de maíz”.

Este hombre rubio de 1.93 metros de estatura y 25 años de edad es el arquetipo de los menonitas mexicanos cuyos proyectos improbablemente coincidieron geográficamente en la Península de Yucatán con los de Alfonso Romo Garza, un empresario bien conocido en el norte del país y quien recientemente cobró más fama como asesor del candidato a la Presidencia por Morena, Andrés Manuel López Obrador.

Ellos, con sus prácticas centenarias, y él, con capital propio y de la multinacional Cargill, detonan la producción de soya y maíz en la región, útil para alimentar a los cerdos cuyas partes consumen crecientemente habitantes de Asia, en una cadena de producción que apuntala a México como una potencia productora de carne. Campeche en línea
compartir en facebook compartir en twitter compartir en google+

Visitas

Opinión

Elecciones

Nota Destacada