Noticias de Yucatán
Nuevo estudio sobre la situación en el mercado de San Benito y sus alrededores confirmó que falta control de los vendedores callejeros, los espacios de ese edificio están mal distribuidos y se requieren numerosos trámites para pasar de la economía informal a la formal y de ese modo tener un espacio en ese centro de abasto.
Además se constató que los consumidores alientan la proliferación de los comerciantes ambulantes porque prefieren comprarles a éstos, pues los tienen más a su paso y consideran que los precios que les ofrecen son menores a los que encuentran dentro del San Benito.
Ese trabajo lo realizaron los licenciados en Economía Francisco Chi Pech y Marcos Reyes Duarte y consistió en una caracterización de los locatarios de ese mercado popular y la competencia que tienen por parte de los vendedores informales que rodean ese lugar.
Hallaron que la mayoría de los locales de ese mercado son atendidos por mujeres con edades superiores a los 30 años de edad y un promedio de escolaridad que alcanza hasta el bachillerato.
Menos de la mitad (49%) de los locales son atendidos por sus propietarios, quienes laboran en los giros de venta de ropa, alimentos perecederos y artículos para el hogar, y son vecinos del centro y sur de la ciudad.
El estudio no dice qué ocurre con el otro 51% de los locales. Al parecer, estos son atendidos por empleados o bien están dados en renta.
En una encuesta realizada al respecto, el 38% de los entrevistados consideró excesivos los trámites oficiales que deben realizar para obtener la concesión de un puesto en ese mercado.
Un sondeo revela deficiencias en el área de mercados
En un sondeo realizado antes de los trabajos de remodelación de los mercados Lucas de Gálvez y San Benito por los licenciados en Economía Francisco Chi Pech y Marcos Reyes Duarte se halló que muchos de los comercios que actualmente funcionan en el Lucas de Gálvez fueron creados por personas que los heredaron a familiares que ahora se hacen cargo de ellos.
El capital propio es el recursos económico usado para empezar un negocio o reinvertir en el que ya se tiene. Esos locatarios no han recibido préstamos de instituciones financieras, consideran que para obtenerlo requieren realizar trámites complicados y pagar elevadas tasas de interés.
Por su parte los ocupantes del San Benito se quejan contra los vendedores de la calle porque consideran que éstos realizan una competencia ilegal y tienen mayor posibilidad de obtener clientes porque pueden moverse y ofrecer precios más bajos porque no pagan impuestos, renta ni empleados. Y además son una barrera que impide a los consumidores ingresar a ese mercado.
Respecto a la gente que acude a ese centro de abasto, el análisis arrojó que en su mayoría son mujeres en edades que van de 30 a 60 años y pertenecen a las clases sociales media y baja.
Los jóvenes están desvinculados de los mercados populares, indica el estudio.
Se detectó que esos consumidores acuden ahí principalmente en busca de alimentos perecederos (fruta, verduras, legumbres, carne, etcétera), ropa y artículos de plástico.
Frescura
Ellos consideran que en el interior del mercado los productos son más frescos y de mayor calidad, y pueden generar lealtad entre el comprador y el vendedor, pero también aceptan que con frecuencia prefieren comprar a los vendedores callejeros porque éstos están a su paso y ofrecen precios menores.
A la par se reveló que los consumidores alientan la proliferación de los comerciantes ambulantes al preferir comprarles a éstos porque los tienen más a su paso y consideran que los precios que ellos ofrecen son menores a los que encuentran dentro del San Benito.
También se halló que la mayoría de los locales del Lucas de Gálvez son atendidos por mujeres con edades superiores a los 30 años y una escolaridad que alcanza hasta el bachillerato.
Menos de la mitad de los locales (el 49 por ciento son atendidos por sus propietarios, y éstos laboran en los giros de venta de ropa, alimentos perecederos y artículos para el hogar. Esos comerciantes son vecinos del centro y del sur de la ciudad.
Nuevo estudio sobre la situación en el mercado de San Benito y sus alrededores confirmó que falta control de los vendedores callejeros, los espacios de ese edificio están mal distribuidos y se requieren numerosos trámites para pasar de la economía informal a la formal y de ese modo tener un espacio en ese centro de abasto.
Además se constató que los consumidores alientan la proliferación de los comerciantes ambulantes porque prefieren comprarles a éstos, pues los tienen más a su paso y consideran que los precios que les ofrecen son menores a los que encuentran dentro del San Benito.
Ese trabajo lo realizaron los licenciados en Economía Francisco Chi Pech y Marcos Reyes Duarte y consistió en una caracterización de los locatarios de ese mercado popular y la competencia que tienen por parte de los vendedores informales que rodean ese lugar.
Hallaron que la mayoría de los locales de ese mercado son atendidos por mujeres con edades superiores a los 30 años de edad y un promedio de escolaridad que alcanza hasta el bachillerato.
Menos de la mitad (49%) de los locales son atendidos por sus propietarios, quienes laboran en los giros de venta de ropa, alimentos perecederos y artículos para el hogar, y son vecinos del centro y sur de la ciudad.
El estudio no dice qué ocurre con el otro 51% de los locales. Al parecer, estos son atendidos por empleados o bien están dados en renta.
En una encuesta realizada al respecto, el 38% de los entrevistados consideró excesivos los trámites oficiales que deben realizar para obtener la concesión de un puesto en ese mercado.
Un sondeo revela deficiencias en el área de mercados
En un sondeo realizado antes de los trabajos de remodelación de los mercados Lucas de Gálvez y San Benito por los licenciados en Economía Francisco Chi Pech y Marcos Reyes Duarte se halló que muchos de los comercios que actualmente funcionan en el Lucas de Gálvez fueron creados por personas que los heredaron a familiares que ahora se hacen cargo de ellos.
El capital propio es el recursos económico usado para empezar un negocio o reinvertir en el que ya se tiene. Esos locatarios no han recibido préstamos de instituciones financieras, consideran que para obtenerlo requieren realizar trámites complicados y pagar elevadas tasas de interés.
Por su parte los ocupantes del San Benito se quejan contra los vendedores de la calle porque consideran que éstos realizan una competencia ilegal y tienen mayor posibilidad de obtener clientes porque pueden moverse y ofrecer precios más bajos porque no pagan impuestos, renta ni empleados. Y además son una barrera que impide a los consumidores ingresar a ese mercado.
Respecto a la gente que acude a ese centro de abasto, el análisis arrojó que en su mayoría son mujeres en edades que van de 30 a 60 años y pertenecen a las clases sociales media y baja.
Los jóvenes están desvinculados de los mercados populares, indica el estudio.
Se detectó que esos consumidores acuden ahí principalmente en busca de alimentos perecederos (fruta, verduras, legumbres, carne, etcétera), ropa y artículos de plástico.
Frescura
Ellos consideran que en el interior del mercado los productos son más frescos y de mayor calidad, y pueden generar lealtad entre el comprador y el vendedor, pero también aceptan que con frecuencia prefieren comprar a los vendedores callejeros porque éstos están a su paso y ofrecen precios menores.
A la par se reveló que los consumidores alientan la proliferación de los comerciantes ambulantes al preferir comprarles a éstos porque los tienen más a su paso y consideran que los precios que ellos ofrecen son menores a los que encuentran dentro del San Benito.
También se halló que la mayoría de los locales del Lucas de Gálvez son atendidos por mujeres con edades superiores a los 30 años y una escolaridad que alcanza hasta el bachillerato.
Menos de la mitad de los locales (el 49 por ciento son atendidos por sus propietarios, y éstos laboran en los giros de venta de ropa, alimentos perecederos y artículos para el hogar. Esos comerciantes son vecinos del centro y del sur de la ciudad.