VALLADOLID. La zona Oriente de Yucatán vivió un apogeo y épocas épicas de la caza de venado, la que ha sido una de las actividades para subsistir de los hombres de campo de la región, aunque también motivó la existencia de aficionados que se agrupaban con sus camionetas adaptadas para realizar “batidas”, “clamoreos”.
En nuestra ciudad, los menús de los restaurantes locales se preciaban de incluir el filete de venado con sus papas a la francesa: el restaurante del Cenote Zací y el restaurante “Scala”, a cargo de Don Sergio Becerra, en la gasolinera D’Alcocer, eran de los que lo ofrecían abiertamente, entre otros, pero también en los puestos del mercado principal, se presumía de ofrecer tacos de “T´zic” de venado, con su rábano, cilantro, naranja agria y su frijol “colado”.
Era famoso, muy conocido y apreciado también Don José Aguilar, el papá de Félix Aguilar, quien tenía su mesa en el “mercado viejo” de la 39 x 42 y 44, para ofrecer “carne de venado” a los que se lo “encargaban”.
Pero para lograr obtener las piernas, el lomo, la espalda, entre otras piezas del animal, para preparar “Tzan-Chac”, pipián, la pierna en “pib”, el “t’zic” o el filete de venado, había que organizar la cacería, pues se presumía que la fauna de estos astados era abundante en la zona.
En la Sultana del Oriente, los grupos se integraban por amistad, afinidad, afecto o habilidades y llevaban perros entrenados que, cuando “salía” el disparo, corrían tras la presa para hacer más fácil atraparlo. Cada grupo tenía sus técnicas y zonas “secretas” ya elegidas; y preparaban vehículo, escopetas de diversos calibres, cartuchos de perdigones, refrescos, comida, café y uno que otro llevaba su “u’ác” para no dormirse en la noche y madrugada que se hacía la batida o recorrido por orilla de carreteras, monte o a orillas de rieles del tren que llegaba a la zona.
En la Gran Zací –según veteranos tiradores- surgieron grupos de cazadores como los de los hermanos y primos Díaz –Jorge Díaz Centeno y Alfredo Díaz Martínez, “Dzibín”, entre ellos; quienes se conjugaron algunas veces con los también hermanos y primos Arceo Silva, destacando el conocido maestro Ramón Arceo Silva, como de los hábiles tiradores que rondaban los montes de la zona Oriente.
Fue famosa la afición por esta actividad de Don Fernando Cetina (+), dueño de la entonces Imprenta y Papelería Zací, casado con Ligia Sosa, quien con sus compadres Pedro Cetina Rejón y el famoso “Chino” Cuan (+) giraban la región y alguna vez arribaron con ¡seis piezas!, ¡sí…seis venados en una sola noche!.
“Daba gusto girar la plaza principal, hasta dos vueltas al parque, al llegar de la cacería para ‘presumir’ la exitosa jornada”, decía uno de los felices cazadores de esa época.
Así también en el barrio de Sisal y en Bacalar existieron -o aún existen-, grupos de amigos y parientes entre los González, Gómez, Santoyo, Arzápalo, Martín, Mendoza, entre otros, que vivieron con intensa pasión la cacería nocturna, de cuyas jornadas surgen historias y leyendas de las “cábalas” para tener “suerte” o de los cuidados que hay que tener “como el ojo de venado” para no ser atacado por los ciervos. Como diría mi vecino: ¡Qué épocas aquellas!.-El Oriente)