Con 83 locales listos y ocho aún en construcción, aceras inconclusas, escombro y herramientas en baños y pasillos, La Pepita espera a sus nuevos inquilinos.
Atrás quedaron las promesas de la administración que iniciara la arquitecta Angélica Araujo Lara y que concluyera Álvaro Omar Lara Pacheco, de finalizar los trabajos y transformar con ello el entorno en beneficio de los locatarios que tuvieron que ser reubicados.
El proyecto inicial anunciado por la ex alcaldesa, hoy senadora, era un edificio de tres niveles que se haría con una inversión de 27 millones de pesos y se inauguraría seis meses después.
Tras iniciarse los trabajos el proyecto se cambió por otro de un solo piso con 126 locales y una inversión menor de 19 millones de pesos, el cual tampoco fue concluido.
En un recorrido por el lugar se observó la labor de los albañiles para terminar de construir las aceras que se ubican sobre la calle 56.
Un peligro
La falta de estas guarniciones pone en riesgo a los transeúntes, quienes tienen que caminar por el asfalto con el riesgo de ser atropellados por algún vehículo.
También se trabaja en la conclusión de un pozo.
En el interior del nuevo edificio se observan los 83 locales concluidos con las cortinas de hierro cerradas y sus techos de malla de alambre y ventiladores.
En la parte posterior de la obra una malla de alambre separa la construcción del área conocida como la nave, la cual cobija a más de 80 locatarios, principalmente de cocina económica, miscelánea y flores.
Los baños, a pesar de que se observan listos, se encuentran llenos de implementos de albañilería y material de construcción, al igual que algunos pasillos en donde se observan carretillas y otras herramientas de trabajo.
La incertidumbre continúa en los locatarios reubicados tanto en la nave como en el pasaje entre el Portal de Granos y el Museo de la ciudad, y quienes están en pasillos aledaños a la obra.
Los comerciantes no saben todavía quiénes serán los que ocupen los nuevos espacios.- Luis Iván Alpuche Escalante
La Pepita | Mercado
El proyecto de “La Pepita” fue modificado, se dijo que tendría 200 locales.
Locales Al cambiar el nuevo proyecto se redujeron a 126 los locales comerciales. La plaza tendría servicio sanitario, iluminación y área peatonal con árboles y arriates.
Inversión El plan inicial era un edificio de tres niveles que se haría con $27 millones. Se cambió a otro de un piso, con inversión de $19 millones.
Promesas
Días antes de finalizar la pasada administración, funcionarios de la Comuna dijeron que los 80 locatarios de la nave tendrían un sitio en el nuevo espacio y los 46 restantes serían concesiones.
Sobrevive año y medio en la obra Un alarife habla de su experiencia en ese proyecto
Publicada: Viernes, 7 de septiembre de 2012 3:00 am |
Mérida
A la espera de material para laborar, este albañil descansa a las puertas del nuevo edificio de La Pepita
Jaime Vázquez Minolla, de 45 años, oriundo de Alvarado Veracruz, es quizás quien más sepa de los cambios y transformaciones del nuevo edificio de La Pepita: es el único albañil que trabaja en el lugar desde que se inició su construcción hace año y medio.
“Ya habíamos construido unos cimientos y algunos muros y de pronto venía el jefe y nos decía: ‘¡Ya no va a hacerse así! Ya cambió la forma’, y a tirarse todo”, comentó.
Pero Jaime no sólo es alarife, en la misma obra trabaja como fierrero, bodeguero y velador, todo por el mismo sueldo que además le redujeron de $1,500 a $800 a los tres meses de contratado.
Ha dormido en la obra el último año y medio, entra a las cinco de la tarde y sale hasta la mañana del otro día. Ahí pasó la Nochebuena, la Navidad y el Año Nuevo, y cuenta que no recibió ningún regalo, “ni siquiera un poco de comida”.
Según Jaime, en los tiempos de mayor trabajo había más de 30 albañiles y hoy apenas cuatro o cinco continúan en la obra. Espera seguir, pues le dijeron que construirán la segunda parte del edificio en la zona denominada “la nave”, donde hay varios puestos de comida.
Los accidentes no estuvieron exentos: sufrió una caída desde un muro de tres metros hasta el fondo de una cisterna. Como no tenía Seguro Social acudió con el ingeniero encargado de la obra y éste le dijo que él no daba Seguro y que trabajaban bajo su propio riesgo, así que acudió a un
doctor y lo pagó con su sueldo.