El catolicismo en México

23 febrero 2016
Hace no mucho fui a una conferencia dictada por Elio Masferrer Kan sobre su libro Pluralidad religiosa en México. Cifras y proyecciones. De ese libro hago un resumen de las cosas que me parecen más importantes, sobre todo ahora que el papa viene a tierras mexicanas.
Una religión es, siguiendo a Clifford Geertz, “un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anímicos y motivacionales en los hombres, formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único”. Así, las religiones tienen algo que a lo que llama capital simbólico (ciertas formulaciones acerca de lo que le importa a la gente) y una eficacia simbólica (esa capacidad de establecer estados anímicos y motivacionales en los hombres) que hace que sus feligreses le dediquen tiempo y recursos para el crecimiento de su sistema religioso.
Desde esa perspectiva la expansión de otras religiones no católicas en México es resultado de que han acumulado eficacia simbólica y por lo tanto sus seguidores han estado dispuestos a destinarle dinero y recursos para que esas religiones crezcan; al mismo tiempo indica que la caída de las cifras de católicos en México se debe a los escasos aportes de su feligresía al progreso de su sistema religioso.

Las cifras de la pluralidad religiosa

Las cifras oficiales del número de creyentes en México son dadas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). En el libro Masferrer hace un análisis de las diversas metodologías que se han usado en los censos desde 1895 a la fecha y concluye que han cambiado para mal, ya que desde el censo de 1950 no se trabaja con variables que ya estaban estandarizadas en los censos anteriores. Por ejemplo, aparecieron categorías de respuestas que son aparentemente neutrales, como “sin religión”, “no especificado”, “religión no especificada” y “se ignora o no se contesta”; pero esas opciones encubren a miembros de religiones minoritarias que no desean exhibir su identidad religiosa y reflejan también que el INEGI no tiene los mecanismos aptos para identificar a todos aquellos que no son católicos.
A esto añade el doctor Masferrer que las autoridades del INEGI dan un trato preferencial a la Iglesia católica. Esto se puso en evidencia el 3 de marzo de 2011, cuando se presentaron los datos del censo 2010 y fueron invitados solamente los responsables de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y sólo a ellos se les prometió una investigación especial para desglosar los datos en función de las diócesis católicas.
Desde esa perspectiva la expansión de otras religiones no católicas en México es resultado de que han acumulado eficacia simbólica y por lo tanto sus seguidores han estado dispuestos a destinarle dinero y recursos para que esas religiones crezcan; al mismo tiempo indica que la caída de las cifras de católicos en México se debe a los escasos aportes de su feligresía al progreso de su sistema religioso.
No obstante, se advierte una creciente disidencia religiosa, y es a partir de 1980 cuando comienza a haber una verdadera crisis del predominio católico en México pues hay un crecimiento sostenido de evangélicos, protestantes históricos, cristianos, pentecostales, adventistas, mormones y testigos de Jehová. Este crecimiento es una constante que se expresa en todo el país, sobre todo en regiones que hasta hace unos años eran cotos cerrados del catolicismo.
Así, se ha ido construyendo una pluralidad religiosa en México. En este momento nos encontramos dentro del rango de la pluralidad media, lo que indica que la presencia católica oscila entre 80 y 87.99% del total de la población —aunque Masferrer sospecha que el número de católicos mexicanos ha sido inflado. Sus razones son las siguientes. Oficialmente hay 82.72% de católicos, pero si observamos los datos del número de personas nacidas según el INEGI y el número de bautizados según el Anuario Estadístico de la Iglesia católica podemos darnos cuenta de que la utilización de los ritos católicos ha ido descendiendo. Por ejemplo, en 1980 nacieron 2,430,348 personas, de las cuales fueron bautizadas 2,029,449, es decir, 83.5%; pero en 2008 nacieron 2,636,110 y se bautizó a 1,942,579 niños, tan sólo 73.69%.
Y las cosas se ponen cada vez peor si consideramos otros sacramentos. Por ejemplo, el matrimonio. En 1980 el registro civil casó a 493,151 personas, mientras que la Iglesia católica solamente lo hizo con 378,704, un 76.79%; para 2008 se casaron en el registro civil 589,352 parejas, mientras que en el rito católico únicamente lo hicieron 310,486, lo que arroja 52.68% de católicos.
Si tomamos la información de las primeras comuniones y de las confirmaciones las cifras caen aún más. El promedio de las primeras comuniones nos da en 2008 el 50.61% de católicos y, con respecto a la confirmación, los datos indican un promedio de 42.14%. Por lo cual podemos decir que en México son católicos alrededor de 52,096,059 habitantes, 46.37% del total de habitantes del país. Hay un claro abandono de la Iglesia católica.

La discriminación religiosa

Una razón por la cual los fervientes de religiones no católicas no expresan su verdadera convicción religiosa es el grado de discriminación que existe en México. De acuerdo con la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) un tercio de los mexicanos somos intolerantes, lo cual quiere decir que mencionar que no se es católico implica ser discriminado, maltratado, segregado y humillado.
La discriminación en México comenzó con la invasión europea y la imposición del catolicismo, y a partir de entonces la relación de la sociedad mexicana con sus minorías ha estado llena de contrastes: baste recordar el trato amable dado a los menonitas y las masacres de chinos; la recepción calurosa a los exiliados republicanos españoles y la devolución de barcos cargados de judíos, que eran enviados a la Europa invadida por los nazis. Actualmente hay expulsiones de “protestantes” de sus comunidades donde pierden derechos agrarios y tierras, además les roban sus pertenencias, sufren violación de sus mujeres o simplemente son asesinados a golpes, además de que persiste un sistema de violación sistemática de sus derechos en forma sorda y discreta pero no menos efectiva.
Como ya se mencionó, un tercio de la población es intolerante ante otras religiones que no sean la católica. Por intolerante se entiende que aceptan la expulsión de personas por sus ideas religiosas, opinan que las autoridades deben de reubicar a los protestantes en otra parte, que el Estado no debe de hacer nada y obedecer lo que decidió la mayoría y sacar a los protestantes.
Jalisco es un estado curioso, porque a nivel estatal es una de las entidades con menores opiniones intolerantes, donde 72% de su población estaría dispuesta a defender los derechos de los protestantes. Pero Guadalajara en lo particular tiene 33.7% de opiniones negativas a los pertenecientes a otras religiones, lo que la ubica en el quinto lugar de ciudades más intolerantes. Esta situación se agudiza a nivel barrial, donde Jalisco está en el nivel más alto de intolerancia con 45.3%.
Todas estas cifras indican años de penurias y vejaciones que han tenido que soportar y soportan actualmente millones de personas en México. Acaso la visita del papa haya sido motivo de reflexiones y pueda dejarse atrás esas actitudes que no corresponden un México mejor.
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