Ken Allen, un director de escuela retirado que actualmente tiene 59 años, había decidido convertirse en donante de semen motivado por el deseo de ayudar a otras parejas con problemas para concebir. Y contó con el apoyo de su propia mujer, que para ese entonces ya había dado a luz a su segundo hijo.
A pesar de que el proceso de donación es anónimo, el hombre dejó un 'mensaje secreto' en los formularios que había llenado en aquel entonces dirigido a sus posibles hijos, en el cual los animaba a encontrarlo, si así lo desearan. "El hombre no puede descubrir océanos a menos que tenga el coraje de perder de vista la costa", escribió Allen. Y agregó: "Si puedes, ven y encuéntrame".
Allen recibió la noticia sobre sus hijos 'desconocidos' en 2014 mediante un llamado telefónico de la clínica de fertilización asistida en Melbourne, donde había donado su semen. Desde la institución le comunicaron que su esperma ayudó a engendrar a dos mujeres y nueve varones.
Posteriormente, Allen conoció a Chloe Allworthy, joven de 25 años que estuvo buscando a su padre biológico durante siete años y hasta realizó una campaña en Internet con ese fin, antes de ser contactada por la clínica. Ambos tuvieron un emotivo encuentro en la ciudad australiana de Adelaida.
Con ayuda de Chloe, el hombre ya logró encontrar a Robert Gyamathy, Melissa Millar y Nathan Coff, todos hijos suyos, y busca a los siete restantes, para advertirles de que todos ellos corren el riesgo de padecer del mal de Parkinson, una afección que le fue diagnosticada al propio Allen hace cuatro años, para que de este modo puedan cuidar su salud de la mejor manera posible.