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A un costado de la capilla de Nuestra Señora de los
Ángeles, en la colonia Salvador Alvarado Sur,
una casa de dos plantas pintada de azul, que servía de
referencia para buscar direcciones, hoy tristemente es conocida como “la casa
de la muchacha que mataron”.
La joven se llamaba Berenice Loría Bacab, tenía 16 años,
una hija de dos años y medio, muchos amigos y la intención de estudiar cultora
de belleza, pero también tenía a Alexis, su pareja que, cegado por los celos,
presuntamente la ultimó.
“Pobrecita”, continúa la mujer, interrumpiendo su camino
hacia el jardín de niños “Dominga Canto Pastrana”. “Era una niña…, no se
merecía esa muerte tan fea que le dio ese malvado hombre”, se lamenta.
El hecho ocurrió el jueves 4, pero no se supo sino hasta
el viernes cuando se halló su cuerpo en un lote baldío de la colonia Nueva
Kukulcán, lo que se captó en una cámara de vigilancia.
“Yo ya presentía que algo malo le pasó”, dice ya más
calmada Gabriela Bacab Tamayo, mamá de Berenice, pues antes de abrir la puerta
su llanto, de esos que hacen que a la gente se le estruja el corazón, se
escuchaba hasta en la calle.
Gabriela, que en estos días vive encerrada con llave,
abre la puerta y se sienta en una banca junto al improvisado altar que levantó
en su porche y donde vecinos han colocado flores y veladoras junto al retrato
de una Berenice feliz.
Aguantando las lágrimas, Gabriela afirma que Berenice era
muy alegre y por eso no comprende qué fue lo que en verdad pasó, cómo Alexis le
hizo lo que le hizo “si ni siquiera vivían juntos”.
Berenice y Alexis se conocieron en la primaria “José
María Morelos” de la unidad habitacional del mismo nombre y a pesar de la corta
edad se hicieron novios.
La relación continuó al concluir la primaria y poco
tiempo después, cuando Bere ya tenía 13 años, se embarazó. Su madre le brindó
apoyo y Alexis igual se vio interesado en protegerla y hacerse cargo del bebé,
mudándose con ella a los 6 meses de embarazo.
Cuando la bebé nació en febrero de 2016, Alexis y Bere se
pasaron a vivir con los papás de él y fue cuando ella comenzó a ser golpeada.
Los golpes pasaron a ser constantes. “La tuve que ir a buscar y traerla a mi
casa”, dice Gabriela.
Al día siguiente, Alexis fue a pedir perdón pues no
quería dejar de ver a la bebé. “Le dimos la confianza de verla pero una vez se
la llevó y no la regresó. Se la llevó a Campeche, le hablábamos y no
contestaba. A la una de la madrugada nos habló y dijo que la niña estaba bien,
pero que sólo la iba a regresar si Berenice volvía con él”.
En lugar de eso, Gabriela y Bere acudieron a la Prodemefa
a denunciar y allí les dieron una orden para ir por la bebé con actuarios y
policías. “Pero no se pudo hacer nada porque él no estaba”.
Dos días después, el abogado de Alexis las citó en la
Prodemefa. “Allí nos dice que sí nos devuelve a mi nieta pero por medio de un
convenio. Aceptamos, firmamos y quedamos que él vería a la niña los lunes,
miércoles y domingos”.
La calma aparentemente regresó hasta que un día,
aprovechando que Berenice se quedaba sola pues Gabriela se iba a vender
legumbres al mercado Lucas de Gálvez, Alexis fue a la casa, empujó la puerta y
sin más la empezó a golpear y la amenazó con un cuchillo.
Gabriela cuenta que, como pudo, Berenice salió a la calle
a pedir ayuda. Un vecino se acercó, pero al ver que Alexis empuñaba un cuchillo
prefirió no intervenir; mientras tanto, Alexis tomó a la bebé y corrió. Un
automovilista que pasaba por allí le dio alcance. Para entonces, los vecinos ya
habían llamado a la policía.
“Se lo llevaron y nosotras fuimos a la Prodemefa donde
nos atendieron, pero como había que ir a otro lado a poner la demanda y nos
tardamos, él salió libre. De eso hace mes y medio”, recuerda Gabriela. Las
amenazas continuaron hasta el jueves que las hizo realidad.
“Ese día ella me dijo que iba a ir al súper. Ese jueves
me fui tarde a trabajar. No sé por qué pero ese día no tenía ganas de ir a
trabajar. Estaba en mi cuarto cuando ella subió y empezó a relajear conmigo y
me dijo que se iba a cambiar porque iba a ir al súper, y le dije entonces que
me iría a trabajar”.
Quedaron de verse a la hora de la comida en el puesto que
Gabriela tiene en el mercado, “pero nunca llegó. Estaba marca y marca a su
teléfono y no me contestaba; como a veces se apaga su teléfono no le tomé tanta
importancia, pero ya cuando llegué a la casa empecé a preguntar y nadie sabía
nada. Cuando dieron las 10 y las 11 llamé a la policía. Tenía el presentimiento
de que algo les había pasado a ella y a mi nieta”.
Fue la noche más larga para Gabriela, cuya vida se
terminó de ennegrecer cuando el viernes a la 1 de la tarde un policía tocó a su
puerta para avisarle que encontraron el cuerpo de Berenice en un terreno baldío
de la colonia Nueva Kukulcán.
“Me quedé en shock, no lo podía creer. De último me
acordé de mi nieta y le dije al judicial que la quería. Fuimos a la casa (de
Alexis) y entré a buscarla; la tenía abrazada la hermanita de Alexis y se la
quité, y regresé sin saber por qué está pasando todo esto, por qué Bere”.
Megamedia.