Sentada en el comedor de su casa, Adriana intenta recordar aquellos días tan confusos y difíciles en los que su esposo Carlos enfermó de un virus desconocido, que lo agravó, lo llevó al hospital y días después le quitó la vida.
“A veces siento que aún no comprendo exactamente lo qué pasó, en todo se me ha venido a complicar la vida, pero ahí estamos, al pie, sacándole a los problemas que se nos vienen. Ha sido muy triste también este año”, dijo al cumplirse un año de su pérdida.
Fue el 18 de marzo de 2020 cuando su esposo murió en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (Iner). La causa del deceso fue establecida como covid-19. Carlos tenía diabetes y sobrepeso.
Aquel día, MILENIO fue el primer medio de comunicación en hablar con Adriana, quien días antes había acudido con su esposo a un concierto masivo en el Palacio de los Deportes. La familia se enfrentó a algo desconocido: covid-19, que con los meses afectó la vida de millones de mexicanos con contagios o muertes.
A un año de lo ocurrido, Adriana concedió una entrevista a MILENIO en su domicilio en el Estado de México, desde donde recuerda que conoció a Carlos hace 26 años y vivieron juntos los últimos 22.
Entre las actividades que disfrutaban estaba el ir a conciertos, como al último que fueron, el del grupo Ghost, en el que en un inicio creyó que su esposo se había contagiado.
“No me arrepiento de haber ido al concierto porque era una de las actividades que disfrutábamos muchísimo. Fue un día excelente. La pasamos muy bien. Solamente fuimos él y yo. Mi hijo ya estaba grande y prácticamente ya habíamos retomado una vida de novios”, recordó Adriana al sonrojarse.
De la causa del contagio, recordó que como acudieron al concierto el 3 de marzo, pensaba que esa había sido la única fuente de contagio. Sin embargo, recordó que su esposo ya tenía algunos malestares cuando acudieron, por lo que pudo ya estar contagiado.
“Sí se sintió mal. Él me mostraba un poquito ya de signos de dolores corporales, un poquito antes del concierto. Ya uno va reflexionando y pensando con la mente en calma y así lo recuerdo”, dijo.
Ahora, además de los recuerdos, Adriana conserva las cenizas de su esposo.
“Yo tengo las cenizas conmigo. Para mí es representativo. Tal vez para mucha gente no, pero para mí es como que él continúa conmigo. No charlo con las cenizas, pero constantemente en el día a día hablo con lo que se quedó de él para mí”, explicó la viuda.
Para Adriana su esposo Carlos, que murió de 42 años, era un hombre muy alegre, muy trabajador, muy familiar, que nunca había enfermado ni había estado hospitalizado.
No tuvo la oportunidad de despedirse de él, pues no acudió al hospital por los síntomas que ella también tenía y no quería exponer a más personas. Su despedida fue la última comida que tuvieron juntos.
“En su última comida le traté de hacer lo que a él le gustaba. Le encantaba el atún con pepino y eso fue lo que comió antes de salir de casa y ya no regresó”, recordó sonriendo mientras se le cristalizaban los ojos.
Aunque ya pasaron 12 meses, el duelo continúa para la familia. Adriana contó que junto con su hijo, que ya tiene 18 años, tomaron las riendas del hogar.
“Siento que no lo he superado. Tengo muchas interrogantes. Mi hijo lo ha enfrentado bien, le ha tocado en cierta forma tomar las riendas que ha dejado su papá. Ha tenido que dejar ahorita su carrera de lado, también por las circunstancias que se han presentando, pero sí lo veo bastante bien”, dijo Adriana.
Tras la muerte de Carlos, no hubo una pensión, ni apoyo económico. Asumieron los gastos con el negocio de publicidad que tienen. Se las tuvieron que ingeniar para cremar el cuerpo y afrontar los gastos funerarios.
“De las autoridades nadie me ayudó. Nadie nos dijo nada. Ha sido un año difícil , desgraciadamente con todos los cierres de plazas y locales comerciales. Nos dedicamos a la publicidad, un rubro que se ha sido bastante golpeado y está detenido. Ahí la vamos pasando como podemos, con los ahorros”, contó.
Tras la muerte de Carlos, además de los retos económicos, Adriana y su familia fueron discriminados y señalados como focos de contagio.
"La gente al principio nos veían como un ‘bicho raro’ y ahora lamentablemente se han muerto casi 200 mil personas o más. Ya no soy un caso aislado, somos parte de una estadística. Fue muy lamentable la conducta de la gente al principio. En redes sociales había comentarios que querían dar mi domicilio. Pretendían venir. De parte de los medios sí fue un acoso terrible, pero lo sorteamos”, explicó la viuda.
Adriana y su familia continuarán cuidándose lo que resta de la pandemia y mientras no llegue el tiempo para ser vacunados, lo que les parece algo desconocido, tal y como lo fue ese primer contagio de covid-19, que hace un año dejó a la familia incompleta.
“Pues ahorita ya mi mayor prioridad es mi hijo, que él se enfoque en su carrera y que él salga adelante”.
¿Te vas a vacunar en su momento?
“Aún no lo sé, igual que estábamos al principio con la enfermedad ahora estamos con las vacunas. Entonces no sé, hasta cuando llegue la vacunación a personas de mi edad y cómo las están poniendo, la verdad, no lo sé”, dijo.