Siete de la mañana. Fría mañana, marco de un recorrido en el mercado San Benito.
"¡No apuntes en tu libreta, no apuntes!", casi suplica al reportero el locatario que va al frente del recorrido para mostrar una serie de irregularidades en ese centro de abasto.
El sigilo tiene un motivo: los incondicionales de los líderes sindicales del mercado levantan las orejas si ven algo sospechoso. Ese ambiente deja ver que detrás de la operación del San Benito hay aspectos ocultos.
Oficialmente, el Ayuntamiento de Mérida regula las concesiones. Sin embargo, hay una red que maneja a su antojo la asignación de espacios y asume las funciones de recaudador.
Esa red es dirigida por Wílberth Parra Vargas, presidente de la Unión de Vendedores Fijos y Semifijos de la Federación Regional de Trabajadores de Yucatán, quien tiene en su tío Antonio Sánchez a uno de sus principales operadores.
Arturo, hijo de Antonio, detenta más de un local en el San Benito y también tiene un puesto en la esquina de "El Degollado". Manejó otros en el parque Eulogio Rosado, hasta que el Ayuntamiento desalojó ese sector y trasladó a los vendedores al Tianguis Navideño, junto al Museo de la Ciudad.
El San Benito fue concebido por el Ayuntamiento 2001-2004 como un edificio para albergar a los vendedores ambulantes, cuyo número sólo en el Centro Histórico ascendía a 1,800.
"El gran huacal", como se le llamó en su presentación, no cumplió su objetivo. En la actualidad sólo mil de sus 2,800 locales están ocupados. En contraste, buena parte de las calles del Centro Histórico son invadidas por los ambulantes.
En una entrevista que concedió el 23 de octubre, Felipe Estrella Baas, líder de locatarios de ese mercado y también del Lucas de Gálvez, se quejó de la falta de rigor en el problema del ambulantaje y acusó a "un grupo de inspectores" -que no identificó- de hacer negocios con el comercio callejero y de cobrar un porcentaje de ventas a esas personas a cambio de dejarlos vender libremente.
En su opinión, el exceso de ambulantes es la causa de que la gente no acuda al San Benito.
Sólo está ocupado el primer nivel de ese mercado. El segundo apenas tiene ocupación de 20% y en el tercero están disponibles todos los puestos.
En el exterior del mercado, en el costado poniente, el 98% de los locales son del giro de comida. El 70% de sus ocupantes paga renta, hasta de $300 diarios en los puestos colindantes con el Lucas de Gálvez. El cobrador es identificado como Carlos Cáceres.
Tomando como base esa suma, varios comerciantes pagan $9,000 de renta al mes.
"En algunos casos es pago de renta sobre renta", explica uno de los locatarios que acompaña al reportero en el recorrido.
"Hay quienes tienen trato directo con los de arriba y a ellos les pagan, pero dan sus puestos a otras personas y les cobran más... Así se llevan hasta cinco o seis mil pesos al mes sin dar un golpe".
El que dispone
Los comerciantes afirman que Wílberth Parra es quien finalmente decide la asignación de espacios. Lo ha hecho desde hace muchos años.
El peso político de este dirigente es mayor del que muchos imaginan. Siempre ha operado a favor del PRI, partido al que aporta amplia clientela, y su nombre "sonó" entre los aspirantes a ocupar la subdirección de Mercados en la actual administración.
Fue uno de los líderes que encabezaron la protesta del 18 de octubre frente al Ayuntamiento de Mérida, en aquella jornada de "fuego amigo" de la que dimos cuenta en nuestra edición de ayer.
La protesta, que enfocó sus baterías contra el director de Finanzas, Carlos Bastarrachea Lara, terminó con una reunión y la fotografía del recuerdo con la alcaldesa Angélica Araujo Lara.
Wílbert Parra no actúa solo. De acuerdo con los testimonios recabados, en el control de los locatarios del San Benito lo apoyan su tío Antonio Sánchez y primo Arturo Sánchez, y Ramón Ortiz.
Extorsiones
Hasta los primeros días del actual Ayuntamiento, los comerciantes tenían que lidiar con inspectores que los extorsionaban. El problema se redujo considerablemente con el cambio de esos supervisores y ahora sólo hay casos aislados de cobros indebidos. Los locatarios señalan a "Mateo" como una de las personas que les piden dinero bajo cualquier pretexto. Dicen que algún tiempo se ostentó como jefe de inspectores.
No hay orden en las concesiones y de eso se valen muchos líderes para hacer de las suyas. Uno de los locatarios, quien se identifica pero omitimos su nombre por razones obvias, relata que en los primeros niveles, que son los más codiciados, si algún local queda cerrado por un tiempo los controladores del mercado rompen los candados y se apoderan de los puestos.
Si nadie reclama, los locales quedan a su disposición (Continuará).- Angel Noh Estrada
angelnoh@megamedia.com.mx
@angelovaliant
Los tianguis que se instalan en lugares públicos, parques en su mayoría, son un negocio que deja altas ganancias a unas cuantas personas, nada comparables con las que obtienen quienes van a vender sus productos en esos sitios.
De acuerdo con averiguaciones de este periódico, Míriam Flores Zapata y Cleofas Espadas Noh controlan ese comercio callejero e, incluso, alientan la creación de nuevos tianguis.
El más reciente es el del parque de la colonia Nueva Mulsay, donde poco a poco, cada martes por la tarde, se están instalando vendedores.
Míriam Flores opera en el tianguis cercano al mercado de San Roque, en la colonia San José Tecoh, y se encarga del cobro de cuotas a los oferentes.
Cleofas Espadas, apoyo operativo de la lideresa, tiene su principal negocio en la renta de espacios bajo toldos que él o sus ayudantes se encargan de llevar.
El cobro promedio de los inspectores de Mercados por el uso de suelo en los tianguis es de diez pesos, por un espacio aproximado de dos metros cuadrados. Si el espacio es mayor, el pago también.
Espadas Noh cobra veinte pesos adicionales por estar bajo su toldo, en un espacio similar. No es una obligación, dice, pero el vendedor que no acepta tiene que pasar la jornada bajo el sol. Algunos dicen que los propios inspectores municipales "recomiendan" protegerse bajo el toldo.
A Míriam Flores y Cleofas Espadas se les vincula políticamente con Gaspar Quintal Parra, director de Gobernación de la Comuna.
En marzo del año pasado, vendedores de los tianguis acudieron al Ayuntamiento para quejarse contra la subdirección de Mercados y denunciar amenazas de la señora Flores Zapata, quien, según dijeron, vende protección a quienes comercian con ropa importada. En esa ocasión pusieron también al descubierto el negocio de los toldos.
Los inconformes indicaron que Míriam Flores hizo correr el rumor de que la PGR decomisaría ropa a quienes no pagaran esa "protección", de $1,000 mensuales para los que traen las prendas de Belice y de $2,000 para las que proceden de Estados Unidos.
Los giros que maneja la señora Flores son de ropa y discos "piratas", principalmente.
En septiembre de este año, la lideresa acusó a la subdirección de Mercados de apoyarse en un grupo de gamberros y al menos un ex policía para amedrentar a los locatarios y cobrarles cuotas no autorizadas.
La subdirección de Mercados está a cargo de Jorge Zapata López, contra quien se formularon acusaciones en la protesta del 18 de octubre frente al Palacio Municipal, al igual que contra el director de Finanzas, Carlos Bastarrachea Lara.
Cleofas Espadas, brazo derecho de Míriam Flores, tiene control incluso sobre los inspectores municipales. El viernes se vio claramente, con un incidente en el tianguis de la colonia Francisco I. Madero.
Ese día se adelantó la venta del sábado, por la Navidad, y una vendedora protestó porque le ocuparon su lugar bajo el toldo.
Según el relato de varios testigos, uno de quienes se sintieron afectados pidió hablar "con Cleofas". Alguien le facilitó un teléfono celular y el inconforme pidió a su interlocutor, en voz alta, la presencia inmediata de Espadas Noh.
El requerido llegó veinte minutos después y logró un acuerdo con las partes. Los inspectores fueron silenciosos testigos de la negociación. Ninguno intervino ni solicitó la presencia de algún superior.
En ese tianguis hay otras dos personas que ofrecen toldos.
Cleofas Espadas tiene también absoluto control sobre el tianguis vespertino de Tixcacal Opichén. Los interesados van a las 10 de la mañana para solicitarle espacios, que él "vende".
Ahora está fomentando el tianguis de Nueva Mulsay, también vespertino. Allí cobra diez pesos extra por la energía eléctrica, que "baja" del alumbrado público mediante "diablitos". Es dinero que, obviamente, no ingresa ni a las arcas públicas ni a la CFE.
Los oferentes llevan sus "extensiones" para obtener la energía en una rústica toma múltiple
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