El manto freático de Yucatán, contaminado con plaguicidas

12 octubre 2015
Noticias de Yucatán



Las condiciones de alta vulnerabilidad social y natural en las zonas rurales de Yucatán crean los escenarios propicios para la contaminación del acuífero y el medio ambiente, según ratifican recientes estudios.

En una mesa panel sobre las perspectivas del acuífero en Yucatán, en el marco de las actividades científicas con motivo del 40o. aniversario del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), el investigador Ángel Polanco Rodríguez expuso detalles de trabajos que, en colaboración con el Laboratorio de Cromatografía de Gases de la Facultad de Química de la Uady, el Conacyt y universidades de Italia, España y Estados Unidos, realiza desde hace siete años para evaluar el estado de conservación del acuífero del anillo de cenotes y su impacto en el medio ambiente y la salud pública de la población yucateca.

Los resultados, indicó el investigador, revelan que la población maya tiene una muy baja percepción de riesgos al usar plaguicidas en sus actividades de agricultura, ganadería y producción de traspatio a cargo de mujeres. “Desconocen los efectos a corto, mediano y largo plazos sobre su salud y la de sus familias, no cuentan con equipo especial para labores de fumigación, rara vez reciben algún tipo de capacitación y aplican plaguicidas a sus cosechas almacenadas dentro de sus viviendas”, apuntó. “Los plaguicidas llegan al cuerpo humano por medio de alimentos contaminados y el 30 por ciento de la población maya bebe agua de pozos y cenotes contaminados, dando lugar a una exposición crónica por décadas”, subrayó.

El maestro Polanco Rodríguez, candidato a doctor, sostuvo que el escenario en Yucatán es altamente vulnerable y semejante al problema en países de América Latina, Asia y África donde las condiciones de pobreza, bajos niveles educativos y falta de regulación oficial en el uso de agroquímicos mantienen ciclos multifactoriales sociales y ambientales para la degradación del medio ambiente.

“Yucatán también posee vulnerabilidades naturales, como suelos altamente pedregosos y porosos que permiten el fácil paso de contaminantes cuando no existen regulaciones, un acuífero kárstico, alta densidad de cenotes, fallas y fracturas en el terreno”, añadió.

Recordó que en los últimos 20 años se han reportado en Yucatán altas tasas de mortalidad de cáncer cervicouterino y cáncer de mama en mujeres de las zonas rurales, sin tomar en cuenta los daños neurotóxicos en la población y la muerte fetal y prematura en niños, que se vinculan al impacto de los plaguicidas organoclorados.

También dijo que los estudios, que abarcaron 32 municipios, demuestran que el acuífero yucateco está contaminado con plaguicidas organoclorados altamente tóxicos, con afectaciones al sistema reproductivo y catalogados como cancerígenos por instancias internacionales. Megamedia.

Confirmados los daños causados por plaguicidas

Estudios recientes en 32 municipios confirman que el acuífero yucateco está contaminado con plaguicidas que están catalogados como cancerígenos por instancias internacionales.

En una mesa panel en el Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Uady, con motivo del 40o. aniversario de esa institución, se recalcó que esos plaguicidas organoclorados son altamente tóxicos y se les ha encontrado relación con afectaciones al sistema reproductivo de mujeres de la zona rural.

Ángel Polanco Rodríguez, investigador del “Hideyo Noguchi” y coordinador de la mesa panel, hizo notar que las condiciones de alta vulnerabilidad social y natural en las zonas rurales de Yucatán crean los escenarios propicios para la contaminación del acuífero y el medio ambiente.

También se indicó que estudios a cargo de la doctora Flor Árcega Cabrera —participante en la mesa—, de la Facultad de Química de la UNAM, Campus Sisal, muestran que metales pesados hallados en algunos sitios del anillo de cenotes rebasan los límites de daño crónico. La mayor concentración de metales se encuentra en los extremos este y oeste del anillo, es decir, en la zona de Celestún y en Dzilam de Bravo.
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