Hace diez años, alumnas y
exalumnas de la Universidad Nacional Autónoma de México crearon, por iniciativa
propia, el equipo Pumas Blanco Flag, para la práctica de tocho bandera, una
versión del futbol americano en la que no se realizan tacleadas.
“Empezamos siendo ocho
–recuerda Judith Rodríguez, actual entrenadora del equipo–, y jugábamos en Las
Islas (explanada central de Ciudad Universitaria). Poco después, cuando el
equipo comenzó a crecer, nos vieron desde Rectoría, y nos invitaron a jugar en
las canchas deportivas de la UNAM, y a convertirnos en uno de sus equipo representativos.”
Desde entonces, destaca la
entrenadora, Pumas Blanco Flag ha participado en siete campeonatos
representando a la UNAM, y en la actualidad, dos de sus integrantes forman
parte de la selección nacional de flag-futbol femenil.
Todo el trabajo es colaborativo y solidario: la coach
y su asistente no cobran nada a las integrantes del equipo, y todo el material
que requieren (uniformes, balones, etcétera) lo adquieren con sus propios
recursos.
“Esto lo hacemos como una
forma de retribuir a la UNAM y a la sociedad un poquito de lo que nos han dado
–explicó–, no somos ricos, trabajamos de sol a sol entre semana, para poder
venir aquí los sábados y los domingos, y estar con el equipo.”
Una década después de su
creación, destaca Judith, Pumas Blanco Flag está hoy integrado por un centenar
de mujeres, cuyas edades van de los 7 a los 55 años, “éste es un equipo para
las alumnas, para las exalumnas, para las trabajadoras de la UNAM, y para sus
hijas, pero también está abierto a público en general, porque si esta
universidad es Nacional, entonces no es sólo para los universitarios, sino para
toda la población, porque la gente paga los impuestos con los que la UNAM
opera, independientemente de si es parte de la comunidad universitaria o no lo
es.”
Estas niñas, jóvenes y mujeres
adultas, subrayó su coach, cada fin de semana se congregan, en punto de las
7:00 horas, en el campo 5 de futbol americano de CU, “en cada práctica y en
cada juego se rompen el corazón por la Universidad Nacional Autónoma de
México”.
Sin embargo, denunció la
entrenadora, al iniciar el año 2018, el equipo Pumas Blanco Flag comenzó a
sufrir “hostigamiento constante y trato discriminatorio” por parte de las
autoridades de la UNAM, las cuales, señaló, intentan imponer un cobro al equipo
por el uso de sus instalaciones, que no son más que un reseco pastizal enrejado
que nadie más quería usar.
“Hace un año –narró la coach,
en entrevista– llegamos nosotras a entrenar un sábado, a las 7 de la mañana, y
cuando entramos al campo número 5, que es el que usamos, llegaron cuatro
patrullas de la UNAM, mandadas por la Dirección de Actividades Deportivas, eso
nos hicieron saber, y nos dijeron que no podíamos entrenar aquí, porque no
teníamos permiso.”
La irrupción de las cuatro
patrullas, recordó, “le provocó estados de pánico a algunas de nuestras niñas
más chiquitas, porque pensaron que nos iban a llevar a la cárcel. Tuvimos que
calmar a las niñas, y a la gente de seguridad universitaria les dijimos que
teníamos una década entrenando aquí, y ellos nos respondieron que no teníamos
el ‘documento’ que lo avalara”.
En el intento de actuar institucionalmente, “porque
somos universitarios –señaló la coach–, esa misma semana nos acercamos a la
Dirección de Actividades Universitarias a preguntar qué trámites nos requerían,
y nos pidieron que entregáramos la lista de las jugadoras que integran el
equipo; les entregamos esas listas, las cuales, desde nuestro punto de vista,
tenían que ser tratadas con cuidado y seriedad, porque contenían los datos de
niñas chiquitas, de adolescentes, datos como sus nombres, sus edades, sus
direcciones”.
Aunque el equipo Pumas Blanco
Flag entregó la información solicitada por las autoridades de la UNAM, denunció
la coach, “nunca nos expidieron el documento (de autorización para usar el
campo 5), y luego, por nuestra cuenta, fuimos a consultar con los otros equipos
que dan uso a las instalaciones deportivas, y nos dijeron que ellos tampoco
contaban con ningún documento. Es decir, nos dimos cuenta que éramos las únicas
a las que les estaban imponiendo ese requisito”.
A lo largo del año 2018,
señaló la entrenadora, el acoso continuó: “estuvieron viniendo cada fin de
semana: nos cambiaron los candados, no nos abrían, nos mandaban gente a
sacarnos, tuvimos que entrenar en otros campos, tuvimos que salir a entrenar a
Las Islas; a algunas de las jugadoras que tenían beca deportiva, se las
cancelaron; y finalmente nos excluyeron de la Universiada (encuentro deportivo
universitario)”.
La razón de este hostigamiento, lamentó, es que “nos
quieren cobrar, esa es la instrucción que dio la Dirección de Actividades
Deportivas, tal como nos informaron. Dicen que el cobro es primero
nada más para las jugadoras externas, pero desde nuestro punto de vista eso
está mal, porque nosotros, el coach asistente y yo, no pedimos un peso por lo
que hacemos, entonces, ¿para qué quieren dinero?”
En temporadas pasadas,
lamentó, esta misma imposición de cuotas ya generó la desaparición de la liga
de futbol americano “Babys”, y a la liga infantil “le impusieron de una
temporada para la otra una cuota de casi cuatro mil pesos por niño, y aunque
los papás aceptaron pagar, ese dinero no se ve reflejado en las
instalaciones”.
Para el año 2019, señaló la
coach, el equipo Pumas Blanco Flag recibió lo que creyó era una señal positiva,
y un anuncio del cese del hostigamiento: una notificación de que sería equipo
representativo de la UNAM ante la Liga de Flag-Futbol Femenil Mexicana, a
través de un oficio emitido el 12 de enero.
Sin embargo, una semana
después, el 19 de enero, cuando el equipo se congregó en el campo 5 de CU para
su primer práctica deportiva del año, se encontró con que personal de la UNAM
ya los esperaba, para condicionarles el acceso.
“Vino un representante del
área financiera a tomar lista de las niñas –denunció la coach–, nosotras le
preguntamos para qué querían hacer una lista, si ya les habíamos dado toda esa
información, y nos respondió que era falso, que nunca habíamos enviado la lista
de jugadoras, lo cual creemos que es muy grave, porque entonces esos documentos
que nosotros entregamos, con información personal de las niñas, desapareció.”
Además, denunció, junto con el representante del área
de finanzas de la UNAM, se presentó un funcionario de Extensión Universitaria,
quien les informó que no podían usar el campo “porque no éramos equipo
representativo de la UNAM, aunque una semana antes nos habían mandado un oficio
reconociéndonos esa condición, entonces –protestó la entrenadora– ¿a qué
estamos jugando?”.
La entrenadora subrayó que la defensa de su derecho a
usar estas instalaciones “no es un capricho, los espacios aquí en México para
las mujeres son muy restringidos, y que la misma Universidad nos restrinja esos
espacios no me parece correcto”.
“No es correcto –destacó– mandar patrullas a sacarnos del campo, prefieren que
entrenemos afuera, donde las autoridades no se han encargado de combatir la
droga. ¿Por qué se empeñan a sacar un grupo de cien mujeres, abrumadoramente
niñas y adolescentes, del lugar en el que hacen deporte, y no a los que venden
y consumen droga en la Universidad? ¿Por qué no van y les pasan lista a ellos?
¿Por qué sí les preocupa que un grupo de niñas use un campo cercado, y no se
preocupan por el tema de la seguridad fuera de la cerca?”
Discriminación de género
La coach Judith Rodríguez consideró, además, que el
trato otorgado por las autoridades universitarias al equipo Pumas Blanco Flag
evidencia también un sesgo machista, ya que su actitud con los equipos
varoniles es diferente, y puso varios ejemplos.
“A los equipos de hombres, tanto de la liga intermedia
como de la liga mayor, les permiten aceptar jugadores externos y no les hacen
ningún cobro, ¿por qué a nosotras sí? A los jugadores de la liga mayor les dan
alimentación, les dan vitaminas, y para nosotras el apoyo es nulo.”
Esta crítica, subrayó, no va dirigida a los equipos
varoniles.
“Nosotras no nos quejamos de que les den esos apoyos a
los equipos varoniles, qué bueno, ellos son nuestros compañeros, son nuestros
hermanos de institución y los apoyamos en todos los partidos, lo único que
pedimos es que el trato sea parejo.”
De las ligas varoniles, añadió, “muchos integrantes
nos han expresado su apoyo. De hecho, los de la liga mayor varonil en alguna
ocasión vinieron a ver si (las autoridades) nos estaban molestando, hemos
recibido su apoyo en redes, nos han mandado mensajes, y de repente vienen y se
dan una vuelta para ver las prácticas, como nosotras los apoyamos a ellos, pero
sabemos que ellos no se pueden meter mucho, porque ellos también están
enfrentando sus propios problemas en sus equipos”.
–¿Qué esperan de las autoridades? –se pregunta a la
coach.
–Nosotras esperamos que el rector de la UNAM, Enrique
Graue, pueda escuchar lo que está pasando con nuestro equipo, que conozca el
proyecto, que se acerque a nosotras, que conozca a las jugadoras, y si el
rector no nos escucha, pedimos al presidente que nos apoye, nosotros estamos a
favor de cómo está manejando las cosas: haz más con menos dinero, no quieras
lucrar con el deporte, abre los espacios para las mujeres, no discrimines, los
espacios para las mujeres no son muchos, y hay mucha violencia, entonces, son
los espacios que debemos mantener.
Para conocer la postura de la UNAM en torno a esta
denuncia, la UNAM envió a Animal Político la siguiente tarjeta
informativa.
Animal Político