El arqueólogo subacuático Guillermo de Anda Alanís, titular del Proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), señaló que la investigación de la cueva sagrada de los mayas Balamkú, explorada en fechas recientes por su equipo y dada a conocer el pasado lunes, tardará más de tres años para lo cual son necesarios 150 mil dólares anuales para nuevas exploraciones.
En entrevista con La Jornada Maya el también coordinador de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Histórica (INAH) detalló que la exploración a uno de los santuarios mayas subterráneos mejores conservados de la península de Yucatán ubicado en las entrañas de la zona arqueológica de Chichén Itzá, forma parte del estudio que se realiza en las cuevas ubicadas en la ciudad considerada como una de las siete maravillas del mundo moderno.
“Esto es producto de un trabajo sistemático de que lleva tres años, nos ha dado resultados muy interesantes, muy importantes como este santuario que es en verdad sorprendente porque está no alterado, las cosas están no tocadas y las cosas que tiene nos puede ayudar a reconceptulizar el sitio de Chichén Itzá por medio de esta cueva”, ahondó.
Recordó que el acceso a Balamkú estuvo inmerso en una serie de particularidades incluso místicas, pues incluyó una ceremonia maya realizada por un Jmeen (brujo maya) quien por un espacio de seis horas realizó diferentes ritos para pedir permiso a los guardianes de la cueva para que el equipo del GAM pueda ingresar.
“La investigación ha sido muy compleja, porque es un sistema muy complejo, es una cueva de muy difícil acceso en la que hay que arrastrarse, tenemos muy poco oxígeno dentro de la cueva, la situación se va empeorando conforme vamos avanzando, es una cueva técnicamente muy difícil”.
Las complicadas condiciones del lugar donde se encuentra Balamkú han ocasionado que el transe de la investigación se realice con mucha cautela, para no dañar el lugar que se encuentra intacto y no poner en riesgo la vida del equipo que explora el lugar.
“No tocamos prácticamente nada más que el camino, sobre el cual vamos arrastrándonos, nos damos cuenta que es una investigación que se va a prolongar por años, para hacer las cosas bien, paso a paso, poco a poco esperar para no modificar este contexto”, señaló.
Para el investigador es apenas el inicio de una investigación que da un bosquejo de la realidad que vivieron los mayas en su relación con el inframundo, reflejado en elementos cerámicos utilizados como incensarios y braceros.
“Contienen cenizas y muchas de las cosas que ofrendaron los antiguos mayas, esto es el gran triunfo de estar en un lugar así, todo ese gran contenido que nos va a contar muchas historias”, ahondó.
Mediante una comparación de la cerámica que se encuentra en ese lugar con la hallada en la cueva de Balankanché De Anda Alanís deduce que se trata de objetos datados en el periodo clásico tardío y clásico terminal, que se ubican entre el siglo nueve y 11 de nuestra era.
Expresó que debido al trabajo quirúrgico que se realiza en el lugar, el trabajo podría prolongarse por al menos 36 meses más, toda vez que cualquier error derivado de apresurar el proceso podría afectar el resultado final.
El trabajo se ha desarrollado acompañado de un equipo multidisciplinario integrado por Karla Ortega, encargada de la parte visual y documental, la arqueóloga Ana Catalina Celis, el biólogo Arturo Ballona, el cartógrafo Alexandro Reato, entre otros que son parte del GAM.
Una vez que se reveló el resultado de varios meses de trabajo ahora es necesario que se inyecten al menos 150 mil dólares para que se pueda continuar con el trabajo por un año más, empero se requiere una labor de 36 meses al menos para realizar una investigación que ofrezca resultados con mayor contundencia.
“Estamos muy pendientes, el INAH está custodiando la cueva, lo mismo que los ejidatarios, en nuestro mismo proyecto, hay que preservarla, es un hallazgo único nos ayuda a reescribir muchas cosas, hay que cuidarlo y la vamos a cuidar”.
El GAM es un esfuerzo interdisciplinario que es apoyado por gobierno mexicano por medio del INAH, además de recibir el apoyo de la fundación National Geographic y otras instituciones.
La misión de ese proyecto es fomentar la protección del gran acuífero maya, sus recursos hídricos, biodiversidad y el patrimonio natural y cultural de la humanidad que yace bajo la península de Yucatán, al estudiar e impulsar propuestas que coadyuven para la regulación del uso de suelo promoviendo un turismo innovador y sustentable.
La Jornada Maya